sábado, 21 de mayo de 2011

Bicentenario del Proceso de Emancipación Oriental / 1811- 2011


WASHINGTON DANIEL GOROSITO  La Batalla De Las Piedras
                      Y LAS ANSIAS DE LIBERTAD DEL PUEBLO ORIENTAL
                                                                                        

El 18 de mayo de 1811 en Las Piedras se libró la primera batalla por la independencia no sólo de la Banda Oriental, sino del Virreinato del Río de la Plata y de las colonias hispanoamericanas.
Para nosotros los herederos de esos patriotas orientales que derrotaron a la monarquía española por sus ansias de libertad, no hay dudas que fue una victoria de la Patria Gaucha.
Esa que le dio sus hijos al ejército que dirigió con maestría José Artigas y otros que habían sido adoptados por esta, gauchos, criollos, campesinos, negros, indios, comerciantes, etc.
Un ejército armado con trabucos, fusiles de chispa, armas de fuego rudimentarias cuyo uso había sido liberarse de saqueadores, bandidos y ladrones portugueses. Las armas blancas  de fabricación casera en su mayoría predominaban, lanzas con caña tacuara y hojas de tijera de esquilar, cuchillos, lanzas medialuna, boleadoras y algunos sables. La naciente artillería oriental contaba únicamente con dos cañones de dos pulgadas.
Pero la fuerza fundamental será la caballería, formada por hábiles jinetes, en su mayoría hombres hechos en las labores del campo.
El ejército monárquico al que se enfrentará, es un ejército profesional, instruido en maniobras militares, bien equipado individualmente y con buena dotación de parque. Su artillería cuatriplicaba el poder de fuego de los orientales, seis cañones y dos obuses lanzadores de granadas explosivas.
El hábil estratega José Artigas, después de horas de combate, con sus tácticas hizo olvidar las carencias y obtuvo la victoria.
Se escucha cuando caía la tarde ante la rendición del Capitán José Posadas, una de sus famosas frases. “Clemencia para los vencidos”.
También es digno de destaque, la forma de conducirse de Artigas durante la rendición. De acuerdo con los códigos de comportamiento militar de la época, el oficial derrotado en la batalla, debía entregar en sus propias manos al vencedor su sable, éste lo rompería frente al enemigo vencido.
José Gervasio Artigas, fiel a su ideario de no humillar jamás, ni siquiera a su enemigo, rompió con este protocolo que no era digno de hombres de bien e hizo que el Capitán de Fragata José Posadas, le entregara su sable al sacerdote Valentín Gómez.
No hay dudas que con esta victoria entre otras cosas José Artigas hacía honor a las palabras que emitiera desde su Cuartel General, conocida como la proclama de Mercedes, ciudad que había sido tomada por los insurrectos y en la cual explicaba que asumía la jefatura del movimiento revolucionario.
En ella invitaba a los orientales a incorporarse al ejército de la patria y así lo expresaba: “Unios caros compatriotas y estad seguros de la victoria. Vencer o morir será nuestra cifra y tiemblen esos tiranos, de haber excitado nuestro enojo, sin advertir que los americanos del Sud, están dispuestos a defender su patria y a morir antes con honor, que vivir con ignominia en afrentoso contubernio”.
La victoria de Las Piedras fue tan trascendente que elevo el espíritu de lucha y el número de adherentes a la causa artiguista y a las revoluciones americanas en proceso. Gracias a ella el territorio de la Banda Oriental quedaría libre de la autoridad española.
Recordemos como fue el desarrollo de la batalla, de acuerdo con el Parte de la misma que redactara el entonces Teniente Coronel José Gervasio Artigas para dar cuenta a José Rondeau de la victoria de las armas de la patria:

Habiendome acampado en la villa de Canelones con el objeto de molestar a los enemigos, que se hallaban situados en las Piedras y privarles las introducciones de Ganados y demas comestibles para Montevideo; y advirtiendo ser insuficientes todas las providencias y vigilancia de las Partidas, que continuamente destacaban á este fin; dispuse con anuencia de los S:S Capitanes, el atacarlos, en atención á que aun quando las fuerzas enemigas ascendian al número de 600 hombres, segun las mas noticias que por algunos pasados havia adquirido.
Contaba con mucha parte adicta á nosotros.
Pasé inmediatamente el correspondiente oficio á mi hermano Don Man. Artigas, indicandole el punto donde devia reunirse conmigo; y á las pocas horas de haver marchado el chasque, recibi oficio de dho. Mi hermano, en que me avisaba hallarse atacado por los ene-/migos, pidiendo 300 hombres de refuerzo. Con esto llego la nota que Otra columna enemiga se dirigia á Canelones, con el objeto de atacarme; al momento acordé con los S.S oficiales que era conveniente dirigirnos al sauce á dar auxilio á los enemigos entre dos fuegos; y rendidos estos, cortar la retirada á los que se havían dirigido á Canelones.
En efecto dispuse mi salida á puestas del sol, y marché con el abrigo de la Noche, pasando á la vista de los fogones enemigos. La noche se puso sumamente obscura, y al Día amanecio lloviendo, cuya lluvia continuo hasta el siguiente con el mal Tpo. Se imposibilitó la marcha, y me acampé en las Puntas del canelón Chico, desde donde pase orden á mi hermano, para que se reuniera en dicho punto, en virtud de haver servido que la noche de mi salida havia regresado la Tropa enemiga al Campamento de Las Piedras. Mi hermano se incorporó en el citado Destino, la/Noche del 17, segunda de mi salida, y por la incapacidad del Tiempo, no pude determinar el albaso que tenia proyectado.
El tiempo mejoró y mis Partidas de descubierta empezaron sus guerrillas, con dos columnas que en el mejor orden marchaban para mi campamento. Al instante destaqué una Partida de 200 hombres montados, de la Gente Patriota Voluntaria, para que los fueran sacando de su campamento; y mandé que la tropa tomara caballos para salir á batirlos. Los enemigos abanzaron sobre los de caballería y Yo con el resto del Exto. Marché sobre ellos. De la Gente armada de caballería, sáqué 150 hombres para reforzar la Infantería; y ordené dos columnas de caballería, una al mando de Don Antonio Pérez que ocu(pa)ba la derecha con la demas Gente de mi hermano Don Manuel for/me otra columna (como de 250 hombres) con el objeto, de cortar la retirada á los enemigos.
En este orden abanzé, y puesto á la frente de los enemigos, desplegue en Batalla con la Infantería y mandé á mi Ayudante mayor Don Eusevio Valdenegro, pasase orden que la una Columna de caballería de la derecha abanzara amenazando picar la retaguardia enemiga; y echando pie á Tierra la infantería, hizo su demostración de avanze con bastante rapidez, pero los enemigos aparentaron retirarse, sin hacer mayor fuego, siempre con el mejor orden.
Esta aparente retirada, la hizieron con el interez de cituarse en una loma, lugar dominante á todos quatro frentes de su posición; y en este presentaron la Batalla.
La fuerza enemiga constaria de 400 á 500 hombres de Infantería con quatro piezas de Artilleria dos obuces de á 32.. y dos cañones de á 4..con/64 artilleros buenos: de á 16 hombres de dotación en cada cañón, y 459 qye componian la Caballería.
La fuerza de mi división, se componia de 600 hombres de caballería (mal armados), y 400 infantes, con los dos cañoncitos de á 2.
El combate empezó á las onze y media de la mañana y terminó a las 4 de la tarde. A este se dio principio en los terminos ante-dichos: pero como la Tropa estaba anciosa de avanzar, sufrió un tiro de Granada que me llebó seis patricios, para hallarlos en pelotón, que todo mi esfuerzo y el de los oficiales no era bastante á contenerlos en abanzar, en un lugar donde el Terreno era dominado por ellos, tanto como las municiones de Artilleria superaban a las nuestras.
Los enemigos se resistieron vigorosamente en este punto; tanto que fue necesaria toda la constancia de nuestra heroyca Tropa, para echarlos de alli; de donde salieron retirándose con el mejor orden. La Tropa cargó vigorosamente sobre ellos, y aqui se les tomó un cañón; pero como los fuegos de Artilleria superaban á los nuestros contenian sumamente á/nuestra Tropa, que solo su mucho valor podía resistirlos.
Con su retirada, consegui situarme en mejor terreno, y de aquí hize abanzar á la columna de caballería de la derecha, y mi Ayudante mayor á la columna que mandaba mi hermano Don manuel Francisco Artigas.
Aquí fue bastante activo el fuego. Que duraria mas de una hora; y con la energia que disputaba la accion nuestra Tropa, se intimidaron los enemigos, y pusieron bandera Paralementa á que yó mismo en persona contexté se rindieran a discreción, librando vidas de todos, con lo que se rindieron y quedó por nosotros la victoria, y todo el campo de batalla, que era á distancia de un quarto de legua de la Capilla de las Piedras. En la misma Capilla, donde tenían su Campamento, había quedado una Guardia de 30 hombres, (según declaración del Ayudante mayor de ordenes, Subteniente de caballería Don Juan Rosales) con un cañon de á 4. La rendición de dha Gua la encargué á mi Ayudante Mayor Don Eusevio Valdenegro; quien para conseguirla (evitando en todo lo posible toda efusión de sangre) mandó pasese con parlamento el expresado Ayudante/Mayor de ordenes Don juan Rosales, á que con el respecto de su Tropa, hiciera se rindiese a discreción; lo que asi berificaron; y fueron prisioneros mas de 100 hombres que allí habian replegado con provistas de caxones de municiones; y con 16 artilleros mas, en el cañon que tenian.
Entre tanto disponia yó la reunion de la Tropa, y conducion segura de los prisioneros, pasó mi Ayudante el referido Don Eusevio Valdenegro, á la operación antedicha, tomando el Parque de Artilleria, que lo tenian bien provisto de municiones de todos los calibres indicados, y de todas las claces, las que con mi orden hizo extraer, con mas tres carros capuchinos: y como llegó nota de que salia refuerzo de Montevideo, fue necesario apostarme en lugar ventajoso para esperar al enemigo, que hasta ahora, (que son las 6 de la mañana) no se ha dejado ver.
Tengo varias Partidas hacia los Migueletes para que estén á la observación de los enemigos, y en todo caso/apuro dispongo mi retirada á Canelones. El Ayudante Mayor dé ordenes, Don juan Rosales, me asegura haver la fuerza en la Plaza de Montevideo, de (5 a 600) hombres, inclusos los que estaban en la Colonia, y que (según este) han regresado á Montevideo.
Combiene pues que VS.; en vista de lo expuesto, acelere sus marchas, y me mande tropa á la mayor brevedad, entre la qual, es indispensable venga una dotación suficiente de Artilleros, para el manejo de 5 piezas de artilleria que hé tomado á los enemigos mandandome bastantes piedras de chispa, que las necesito mucho, que las necesito mucho, y no las havia en el Parque enemigo.
La perdida que hemos tenido en esta gloriosa acción, será como unos diez y ocho ó veinte hombres muertos, y unos 14 heridos. No tengo entero conocimiento de esto, hasta después que noticiaré á VS con mas propiedad. Los enemigos muertos eran como 30, y segun el primer conocimiento que tengo de los heridos ascienden á 46, ó 50, y prisioneros como 420. inclusos 22 oficiales con el Comandante Gral. Don José Posadas.
No puedo ocultar a VS. Quan dignos son todos los S.S oficiales que he tenido el honor, de tener á mis ordenes en tan gloriosa acción; por que todos, todos se han portado con todo el honor y entusiasmo que los caracterisa, y hace dignamente acreedores á la alta consideración de la Excma. Junta, y á la eterna gratitud de sus compatriotas.
Las tropas todas, me merecen igual atención, y estoy seguramente persuadido, que á no ser tanto su valor, no era capaz de haverse conseguido una acción con tantas ventajas  para los enemigos; tan heroica para sus triunfadores y que en todas partes justifica el honor de las armas de nuestra Patria.
Por ahora me hallo sumamente ocupado, y con la atención puesta en los enemigos, por lo que no puedo susbstansiar un parte completo, con estado de armas municiones, y todo lo demas relativo á los enemigos, que lo hare á primera oportunidad.
En este momento acabo de recibir el adjunto parte, que dá Don Pedro G. Pérez, de lo que ha ocurrido en Santa Tereza; y todo, está pronosticando el inmediato extrago y ruyna de los Tiranos, y la alta gloria de nuestra dulce Patria, que se hara eterna la memoria de sus dignos hijos.

Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años.
Campamento de las Piedras 19 de mayo de 1811. José Artigas.

2 comentarios:

  1. la Revista fiel a su perfil acompaña a nuestros hermanos rioplatenses con la memoria del bicentenario de la emancipación de Uruguay.
    MARITA RAGOZZA

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  2. La revista es un todo, heterogéneo y cambiante, como la vida real.
    Andrés

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