cuando
dan las tres
el reloj
de la plaza dio las tres
y la
gente que iba siguió yendo
y la que
venía continuó haciéndolo
yo no me
encontraba entre ninguno de ellos
imparcial
miraba sentado en un banco
de donde
no me moví
a mi
frente, en lo alto, las agujas partían hacia la hora siguiente
mas no
intenté comprender
por qué
es inevitable que al dar las tres
la gente
impasible siga abocada a su inmutable quehacer
¿será las tres hora impropia para el
cambio
o tal
vez por ser una hora bisagra
nos
sorprende con la mitad del día hecho
y en
marcha el desecho que seremos a la noche?
de todas
formas a las tres y no muy lejos
tras un
choque múltiple tres vidas se inhiben
una
mujer y dos niños lloran abrazados frente a una loza
a un
banco entran tres hombres armados
en un
hotel dos mujeres y un hombre se encienden
en un claustro rezan tres monjas
en un claustro rezan tres monjas
en una
aduana tres perros adictos buscan droga
y bajo
un puente tres yonquis se inmolan en cuotas
cuando
dan las tres y en cualquier parte
la vida
sigue su curso sin importarle qué queda en el camino
la mujer
con tres hijos se queda sin empleo
el
hombre con tres empleos se queda sin hijos
el hijo
de tres años se queda sin futuro
y el
feto de tres meses se queda en ellos
cuando
dan las tres por todos lados
pasan
cosas que a otras horas supieron acontecer
pasan
tres aves en flecha
ciegas
sordas mudas tres evoluciones conculcan
una
paloma blanca insiste en ser tres
en un
baldío tomado tres ratas husmean cubiles humanos
y en un
contenedor tres vencidos parten vencimientos de supermercado
tres
tristes tigres observan el mundo a rayas
tres
monedas tiñen de felicidad el rostro de un niño
y tres billetes hacen desteñir a un hombre
y tres billetes hacen desteñir a un hombre
cuando
dan las tres en medio de una guerra
tres
viejas no paran de hilar y de cortar
y el
niño nacido en la hora trunca
berrando
el llanto de la sangre instalada
un día,
cuando den las tres,
ni
historia tendrá.
Agudo y despojado el poema nos arroja la fatalidad habida y por haber que el tiempo, ignorante de sí mismo, no le importa el número arbitrario de hora pero eso lo sabe el poeta imparcial, saludos, Carlos Arturo Trinelli
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