viernes, 24 de febrero de 2012

Carmen Passano



Victoria olía a café y a frutillas

Victoria olía a café y a frutillas.  Siempre mi amiga olía a cosas buenas
En mi patio, desde lejos se olfateaba ese aroma sutil de campo que trajo con ella cuando vino a la ciudad buscando trabajo, y mamá le dio esa piecita del fondo.
Con mucha ilusión, siempre cantando, transformó ese lugar de los cachivaches en un dormitorio alegre y juvenil; tibio como la mañana de verano que llegó a nuestra casa.

Su antesala era el patio con malvones rojos y blancos y algunos rosales.  La hierba buena, el tomillo, la albahaca y la menta eran nuestro perfumes preferidos, y Chanel N. 5 quedaba relegado a las cosas que no nos pertenecían ni deseábamos.

Un día ella se fue a estudiar a Estados Unidos, se casóo y al final sus cartas se espaciaron hasta desaparecer.
Supe que regresó a su pueblo después de mucho tiempo sola, envejecida y triste.
Le escribí, a esa amiga que lleva el polen de las flores en el viento de su corazón, diciéndole que confiaba en su tierra fértil, y que esperaba verla de nuevo en los caminos de la vida, que ella estará siempre  en el patio de mis mejores recuerdos con las cosas buenas que a veces nos pasan.
Ese lugar que guarda nuestras risas jóvenes, nuestras lágrimas de un adiós que nunca es definitivo.

Me convertí en ramas, flores, hijos y nietos, y Victoria seguirá conmigo, hasta el final inevitable, porque solamente los dioses, tienen tiempo para ser eternos.

Carmen Passano

3 comentarios:

  1. Dulzura en la poesía de las palabras que con brevedad nos dice de un instante pleno de amistad y recuerdos.

    Celmiro Koryto

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  2. Tierno, fresco , con sensaciones imborrables que hacen parte de nuestra identidad.
    gracias .

    amelia

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  3. Impecable cuento pleno de luz y fragancia. Gracias por animarem en esta tarde gris argentina.
    MARITA RAGOZZA

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