Solo
Para los sueños hay llaves
la
realidad se abre sola
Wislawa
Szymborska
Finalmente encontré un
buen lugarcito. Es pequeño pero me
acomodé sin dificultad. Me preocupa que sea un invierno muy frío o
lluvioso pero no sería el primer año difícil para mí. Otra vez pensando ,
siempre pensando .
Prefiero dormir. Duermo
mucho, casi todo el tiempo . Es que cuando estoy despierto pienso, pienso. ¿Cuándo
perdí mi casa? ¿En qué momento me encontré en la calle con unas pocas pilchitas
, estas frazadas, el mate y eso sí, mi termo. No sería yo sin mi termo. Pero ¿acaso
soy yo durmiendo en la calle, agazapado en la noche oscura, con la memoria
intacta?
Cierro los ojos y te veo. Veo la mesa familiar, escucho las risas
, huelo la comida humeante
Fueron los noventa, ya sé . Escucho a otros que, como yo, se
quedaron así en esos días .
La familia se desintegró. Me alejé avergonzado, loco de dolor y
de furia. No conseguía trabajo, rodaba de un lado a otro.
Primero se fue Rosarito
vaya a saber con quién, después Raúl que se metió en un grupo muy raro y un día
vos, con esa tos persistente, cerraste
los ojos y me dejaste aquí.
Solo. ■
Mujer que se va
Estaba decidida. Tiró sobre la cama algunas ropas, llenó el bolso
.
Esto se acaba, pensó. Una nota
sobre el escritorio daría cuenta de un
simple adiós sin explicaciones.
Ultimamente lo había
notado misterioso. Casi no hablaba.
Aquel encanto que la había seducido
se ocultaba tras algunas respuestas equívocas.
Y la sospecha. Intuía algo
extraño que no podía precisar . Lo había conocido en unas charlas sobre
Historia del Arte . De inmediato
le provocó interés . Luego,
atracción . Sentado a su lado hablaba en
tono seguro pero ella no escuchaba. Sólo lo miraba .
Como advirtiera él que
algo pasaba sus ojos la buscaron .
Se ofreció a acompañarla .
Caminaron entre árboles florecidos
y los sonidos de la ciudad que lentamente oscurecía
.
Tantos temas en común, cuántas cosas los unían.
Y así, de repente, se encontró en sus brazos. Y así, de repente ,
se besaron.
Ya en el dormitorio
fue un lento desandar de sueños
compartidos . Si. Era evidente . Juntos estaban muy bien . La piel se lo decía
cuando el hombre la tocaba. Y ella
respiraba con plenitud esos momentos
¿Era amor , pasión?
Nada importaba.
.Fueron años intensos .
Entonces el alejamiento. Algo lo abrumaba.
¿ Se había hastiado y no
tenía valor para afrontar la situación y
resolverla? ¿Acaso otra mujer?
Alzó firme el bolso, la
cartera . Y se fue, con los sueños
rodando por la mejillas. .
Como si fueran lágrimas . ■
Breves y contundentes. La Soledad abriga al hombre y la desesperanza a la Mujer, en ambos relatos y desde el epígrafe, el lector no puede otra cosa que involucrarse, sentirse parte y meterse dentro de ellos como si se jugara la vida para intentar llegar a un final, con ellos,me encantaron ambos. Saludos a Marta Goldin. Marta Comelli
ResponderEliminarQuerida Marta , muy buena descripción de un sentimiento que es inherente a nuestra condición de hombres.
ResponderEliminarGracias , me conmovió .
amelia
Muy buen manejo del texto breve pero que dice muy profundo, apelana la percepción de esas soledades, provocadas o fatales, despertando imágenes que, parecidas o no, nos unen en algún episdio de vida. Gracias
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