miércoles, 10 de octubre de 2012

Martha Goldin


                                                
Solo                                                                  

                                                                                 Para los sueños hay llaves
                                                                                 la realidad se abre sola
                                                                                      Wislawa
Szymborska



  Finalmente encontré un buen lugarcito. Es pequeño pero me  acomodé sin dificultad. Me preocupa que sea un invierno muy frío o lluvioso pero no sería el primer año difícil para mí. Otra vez pensando , siempre pensando .
 Prefiero dormir. Duermo mucho, casi todo el tiempo . Es que cuando estoy despierto pienso, pienso. ¿Cuándo perdí mi casa? ¿En qué momento me encontré en la calle con unas pocas pilchitas , estas frazadas, el mate y eso sí, mi termo. No sería yo sin mi termo. Pero ¿acaso soy yo durmiendo en la calle, agazapado en la noche oscura, con la memoria intacta?
Cierro los ojos y te veo. Veo la mesa familiar, escucho las risas , huelo la comida humeante
Fueron los noventa, ya sé . Escucho a otros que, como yo, se quedaron así en esos días .
La familia se desintegró. Me alejé avergonzado, loco de dolor y de furia. No conseguía trabajo, rodaba de un lado a otro.
 Primero se fue Rosarito vaya a saber con quién, después Raúl que se metió en un grupo muy raro y un día vos,  con esa tos persistente, cerraste los ojos y me dejaste aquí.
 Solo.


Mujer que se va

Estaba decidida. Tiró sobre la cama algunas ropas, llenó el bolso .
Esto se acaba, pensó. Una nota   sobre el escritorio daría cuenta de un  simple adiós sin explicaciones.
 Ultimamente lo había notado misterioso. Casi no hablaba.  Aquel encanto  que la había seducido se ocultaba tras algunas respuestas equívocas.
Y la sospecha.  Intuía algo extraño que no podía precisar . Lo había conocido en unas charlas  sobre  Historia del Arte . De inmediato  le provocó  interés . Luego, atracción . Sentado a su lado  hablaba en tono seguro pero  ella no  escuchaba. Sólo lo miraba .
Como  advirtiera él que algo pasaba sus ojos la buscaron .
 Se ofreció a acompañarla . Caminaron   entre árboles  florecidos
 y los sonidos  de la ciudad que lentamente   oscurecía  .
Tantos temas en común, cuántas cosas los unían. 
Y así, de repente, se encontró en sus brazos. Y así, de repente , se besaron.
Ya en el  dormitorio fue  un lento desandar de sueños compartidos . Si. Era evidente . Juntos estaban muy bien . La piel se lo decía cuando el hombre  la tocaba. Y ella respiraba con plenitud esos momentos  ¿Era amor , pasión?
Nada importaba. 
.Fueron años intensos .
 Entonces  el alejamiento. Algo  lo abrumaba.
 ¿ Se había hastiado y no tenía  valor para afrontar la situación y resolverla? ¿Acaso otra mujer?
 Alzó firme el bolso, la cartera . Y se fue, con los sueños  rodando por la mejillas. .
Como si fueran lágrimas .  
 

3 comentarios:

  1. Breves y contundentes. La Soledad abriga al hombre y la desesperanza a la Mujer, en ambos relatos y desde el epígrafe, el lector no puede otra cosa que involucrarse, sentirse parte y meterse dentro de ellos como si se jugara la vida para intentar llegar a un final, con ellos,me encantaron ambos. Saludos a Marta Goldin. Marta Comelli

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  2. Querida Marta , muy buena descripción de un sentimiento que es inherente a nuestra condición de hombres.
    Gracias , me conmovió .
    amelia

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  3. Muy buen manejo del texto breve pero que dice muy profundo, apelana la percepción de esas soledades, provocadas o fatales, despertando imágenes que, parecidas o no, nos unen en algún episdio de vida. Gracias

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