Ese anciano de mirada perdida siempre camina arrastrando una pesada talega color cereza. Los cuentistas del vecindario dicen que adentro lleva tres enormes espejos. Dos de ellos ya están rotos: el primero lo rompió cuando descubrió su primera arruga; y el segundo fue a parar al suelo cuando contempló su primera cana. El tercer espejo sigue intacto. Algunos arguyen que su avanzada ceguera le impide dar cuenta del último espejo. Yo creo que se romperá cuando esté cara a cara con la Muerte. ■
Los peligros del betún
Tengo miedo de embetunar mis zapatos, soy muy torpe como mi padre (a él no lo conozco, pero eso es lo que me repite mi mamá cuando hago algo mal, o sea, casi siempre). Si yo pudiera, desaparecería mis zapatos, porque cada vez que intento lustrarlos, algo malo pasa, y termino con las medias grasientas, manchadas. Y, así trate de ocultárselo, mi madre parece bruja: siempre me descubre. Me da dos cachetadas antes de perseguirme con el chicote. Ahí no acaba todo: cuando regreso de la escuela, me castiga haciendo lavar mis medias y también la ropa de todos... A veces pienso que me gustaría ser como Fabricio, el limpiabotas de la plazuela que hay a media cuadra de mi quinta... sus medias son viejitas, pero son las más limpias del mundo. Además, él no va a la escuela y, lo mejor de todo, tampoco tiene mamá. ■
Los cuentos de Orlando Mazeyra siempre mezclan personajes con rasgos obsesivos...
ResponderEliminarSu estilo se despliega por un ámbito juvenil donde todos los problemas están remarcados en la delicada y compleja época que toca vivir.
Celmiro Koryto
Dos magníficos minicuentos de este escritor peruano. El segundo en especial es de un calibre muy alto.
ResponderEliminarDos pequeños grandes cuentos. Desgarran en su excelencia y visión pesimista.
ResponderEliminarMARITA RAGOZZA
Con expresividad narrativa el autor nos colma de resignación en un cuento y de dolor en el otro, Carlos Arturo Trinelli
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