LUPANAR
EN LLAMAS
Cuando
Amado me contó lo del quilombo de Pedro Juan Caballero empecé a soñar, Juan
Mujica.
¿Pedro Juan es una ciudadela en
Paraguay, verdad?
Sí, frontera seca con Brasil donde una
calle de arena separa dos países.
¿Y qué pasaba ahí, Alecito?
Uff… Amado contaba riéndose que una
tarde se incendió el quilombo de Pedro Juan y la Madama , que era un travesti
gordo y pelado llamado Mamá Jacinta que diz que había sido querida de jeques
árabes cuando vivió en Monmartre, gritaba pidiendo socorro en medio de las
llamas.
No es para menos.
Envuelta en gasas y plumas desde el
balcón llamaba a los bomberos mientras las pupilas arrojaban palanganadas de
aguas servidas a la calle; también estaba un periodista alcohólico al que le
decían “Carroña” tratando de investigar lo que él llamaba ‘el origen del
siniestro’ mientras la policía buscaba pistas en una pelea binacional.
¿Me estás metiendo geopolítica en el
burdel? Alejandro, presiento que este es otro de tus fraudes.
Te juro que no miento Juancho, según Amado
en el quilombo tenían pupilas paraguayas y brasileras pero los clientes querían
excesos y las locales muy modositas no aceptaban besos de boca ni sexo anal.
Imagináte zona de frontera donde la gente se vuelve fiera. Entran dos arrieros
al prostíbulo a buscar lo que en la casa no le dan sus mujeres. Las brasileras
eran todo lujuria desenfrenada: hacían fellatios por caridad, se rapaban el
monte de Venus dejándolo tan depilado como la testa de la matrona a la que no
en vano llamaban ‘la
Cantante Calva ’, hacían todo tipo de trapisondas y por sobre
todo aullaban como lobas en estro con el sexo anal. Las paraguayitas llenas de
recatos no permitían besos, penetraciones anales ni peluquerías vaginales.
Ahora entiendo Alecito adónde lleva todo
esto.
Si tu lógica aristotélica no te falla ya
te habrás dado cuenta que los servicios extranjeros cotizaban en alza mientras
las paraguayas se pasaban en huelga tomando tereré en la puerta de sus tabucos.
Las rapaices, sobre todo una que se llamaba Melisa, no daban abasto
a la clientela; en el colchón de la
Melisa ya se había formado un socavón a fuerza de hundir el
cuerpo de tanto arriero que desfilaban a toda hora a refocilar a sus anchas con
la pupila. Esta Melisa y dos colegas, una venezolana y una argentina, iban de vacaciones
a Uruguayana.
No parece un sitio turístico.
No Juancho, qué va con tanto turismo,
las ‘tres manolas’ iban al cine porno a ver los últimos avances de la moda
coyundal como quien hace una pasantía para especializarse en técnicas eróticas.
Lo que se dice, putas de vocación.
¡Profesas, Juancho! Verdaderas
profesionales y una de las prédicas de Melisa hincaba el diente en esa
cuestión, que las putas obligadas, aquellas depres como las paraguayitas que
recitaban a cada cliente la salmodia del “yo hago esto por necesidad a mí co me
gustaría casarme con un hombre y tener hijitos y una casa” le sonaba tan
patético como un capítulo de la Familia Ingalls. Melisa predicaba seriedad en el
negocio y asumir las obligaciones con gusto y vocación, no buscando la compasión
del prójimo en un quilombo. La rapai la tenía clara pero una
de las rencorosas guaraníes buscó el modo de malquistarla con Mamá Jacinta, la Cantante Calva que
era algo tartamuda. La pupila guaraní encendió velas y chucherías frente a una
imagen de palo, según las investigaciones del periodista dipsómano.
¿Un periodista metido en las intrigas
quilomberas?
En Pedro Juan Caballero el crimen ya no
es noticia, Juancho. Cuando alguien estorba en el sistema montado alrededor de
la marihuana los sicarios que matan en Brasil se cruzan al Paraguay y viceversa
querido Juan Mujica, ¿entendés las trampas de la ley? ¿Para qué mandaría una
corresponsalía desde Pedro Juan anunciando que acribillaron otro arriero en la
calle que separa los dos países? Carroña sabe bien que en Asunción eso no es
noticia pero el incendio de un quilombo se convierte en el tema del día y
más cuando el comisario, ahijado del caudillo opositor, cierra el caso
rotulándolo de “accidental”. Melisa juraba que no se dedicaba a la macumba que
apenas ofrecía frutas a Xangó los viernes y que nada tenía que ver con gallos
degollados, velas negras y santos de palo.
¿Faisanes en Paraguay?
No te olvides que la Cantante Calva
vivió seis meses en París y desde entonces se creía bretona en usos y
costumbres Juan Mujica incrédulo. Sólo se perfumaba con Chanel Nº 5 y tomaba
agua Perrier.
¡A la puta que era fina!
Puta fina, bien lo has dicho. ¡Pa-pa-parece
que las pu-pu-putas se me hi-hi-cieron mo-mo-monjas!, clamaba desde el balcón
la doña, tan llena de gasas, boas de plumas y sedas que la amenaza de las
llamas la sitiaba con hambre. De nuevo la exasperación terminó en
desesperación, la envidia rencorosa de las paraguayitas desató el fuego y una
vez que la fiera salió de la jaula no hubo forma de sujetarla, ardió un
depósito de camas desvencijadas que había en planta baja y de ahí trepaban las
llamas furiosas al primer piso donde estaban las habitaciones de las pupilas,
Melisa lloraba cuando Carroña la interrogaba.
¿No era periodista?
En la campaña las funciones son vagas,
alguien le encomendó la investigación del asunto y por una botella de cerveza
Carroña es capaz de indagar al propio juez.
¿Qué averiguó, Alecito?
Nada, ¡qué querés que descubra semejante
coso! La Cantante Calva
hizo una relación de los bienes perdidos, empezando por sus faisanes totalmente
carbonizados. En eso apareció una de las locales acusando a Melisa de hacer
macumba y, dijo, eso ocasionó la furia de la Virgen que causó la fogata.
¿La Virgen terminó implicada?, seguí, Alejandro, esto
se pone bueno, ya tenemos la reyerta de las pupilas, el reportero-fiscal, una
Virgen pirómana…
No bien la mencionaron, alguien muy
oficioso fue a llamar al cura.
¡Don paí, vaya urgente, están diciendo
que la Virgencita
quemó el quilombo!
¿Te das cuenta? En cuestión de horas
todo el mundo y su representación estuvo involucrado en el caso. Ahí quería
llegar, Juancho: todo está íntimamente relacionado en la realidad en la que
vivimos.
¿Cómo es eso?
Este asunto que empezó como una simple
disputa entre putas por cuestiones de índole comercial, rápidamente se
convirtió en un caso periodístico, policial, judicial si contamos ese
remedo de juicio; después se volvió espiritual cuando interviene el cura y
teológico cuando invocan a la
Virgen. Nada “pertenece a los otros” cuando se agitan las
pasiones, Juancho.
¿Cómo terminó?
El dipsómano le dio la vuelta de tuerca
que faltaba: denunció una conspiración opositora en la actitud del comisario
reticente; en la capital se transformó en un claro caso político.
Lo que faltaba: del puterío volvimos a
otro puterío.
No existen hechos de una sola dimensión,
Juancho. Todos los actos humanos se parecen al dios Proteo de los griegos:
tiene mil caras, mil formas que van de una a otra gradualmente y hasta una
cuestión burdelesca puede terminar en la catedral como sucedió con el incendio.
¿Te acordás de lo que discutíamos con
Berti en la
Biblioteca Mariño ?
Sí, él decía que según Proclo todas las
cosas en principio fueron parte de la
Unidad que les dio origen diversificándose en la materia del
Mundo.
Exacto. Eso mismo Alecito.
El burdel también es parte de Dios que
originó todo.
Amén.
Alejandro Bovino Maciel
Alejandro Bovino Maciel
Me gustó mucho. Una muy buena metáfora de lo que es y lo que nos hacen creer en este continente rico en metamorfosis donde un animalito se transforma en florcita, para que no lo encuentren, digamos que el bichito ya inventó la máscara
ResponderEliminarCristina Pailos
Una metáfora ágil y humorística que entretiene con sus personajes y donde el narrador no deja situación sin explorar, excelente, Carlos Arturo Trinelli
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