sábado, 31 de agosto de 2013

Carlos Arturo Trinelli

                                   
    





COMO CHANCHOS  (1)                                                                        

   Por Melín Trupá (2)

   
  Me llamo Carlos César Vico, nací en 1950 ¿sigo hablando o usted me pregunta?
      Así es, pasan los años y algunos recuerdos no crecen, quedan ocultos, apretados, convertidos en olvido. Ahora viene usted con esta inquietud por conocer y dar a conocer…Un día sabrá usted que los años nos obligan a intentar no asumir fracasos para que la vida sea posible. También establecemos una visión romántica de nuestro pasado. Aclaro esto que pienso porque no seré objetivo. Lo sencillo sería afirmar lo que la gente espera leer que Rodolfo Senta fue un asesino impune, que R.S. cometió crímenes de lesa-humanidad y que yo callé, no lo denuncié cuando lo supe y él vivía, callé luego cuando él murió…
     Qué cómo lo conocí. No hay problema, hizo bien en interrumpirme. Vea usted ¿sabe cuándo uno toma conciencia de la edad? Bah, una de las tantas tomas, es cuando se argumenta demasiado.
     Conocí a R.S. a los seis o siete años, qué le parece pasaron unos cuántos ¿no? Yo era mayor por dieciocho días. Cuando se conoce a alguien de esa manera es difícil discernir sobre sus virtudes o miserias y es que se convierte en parte de uno. Nos distanciamos en los 70 con el tema de la militancia, yo tomé para el lado de la JP (3) y él para el de la JPerra(4). Mi militancia fue barrial, la de él burocrática.
     Ah, ¿quiere saber algo de antes? ¿Cómo era R.S.  de muchacho? Fue un destacado número ocho, con quite, gambeta y tiro de media distancia. Daba gusto jugar con él, poseía el don de la geometría del juego. Manejaba el cuerpo en lo gestual de una manera que uno sabía dónde ubicarse para recibir el balón.
     Con las mujeres era un tímido, es decir, era tímido. De grandes me contó que una tía política lo había violado a los catorce años. Yo conocí a la mujer en esa edad que para nosotros era una vieja. Hoy creo que apenas superaría los treinta. Para cuando tuvimos dieciocho o veinte él ya se dejaba violar según sus dichos en los años ochenta. Para esa época vivía retirado en un campito en Los Cardales, criaba chanchos, los engordaba con basura y los vendía. A mi ya no me buscaban, si es que lo habían hecho, cosa que estimo pudo ser porque muchos compañeros conocidos fueron chupados. Apenas ocurrido el golpe estuve con él y me aconsejó que me borre. Andaba con un grupo armado, entró en el negocio en el que yo trabajaba y me dijo algo así, bórrate  flaco porque se viene la guerra, estamos apretando a todo el zurdaje para que den nombres incluso a los de Guardia(5) aunque con ellos esté todo bien, el propio Gallego(6)autorizó el apriete. Entonces me fui.
     No, al exterior no, cómo me iba a ir sino tenía manera. Me escondí en lo de un pariente en Santa Cruz, en Comandante Luis Piedrabuena. Allí estuve hasta el 84 creo. Pude haberme ido a El Chaltén, una aldea de montaña que se fundó en la época de Alfonsín pero la democracia me tenía intrigado y regresé a Buenos Aires, a mi barrio, Caballito.
     Sí, tanto mi familia como la de él eran peronistas. No, ninguno era militante. Eran el pueblo, el pueblo peronista. Los de Perón y Evita. Lo aclaro porque en ésa época hubo mucho evitismo y se armaban lindos debates.
     Bueno, vuelvo a R.S. Hicimos la primaria y la secundaria  siempre como compañeros. A él le debo el haber aprobado exámenes definitorios. Era gracioso como me puteaba por lo bajo, hijo de puta no estudiaste un carajo. Él era aplicado, un excelente alumno, me atrevo a decir que poseía una inteligencia superior a la media. Es decir, se destacaba en todos los deportes, era habilidoso con las manos donde dicen comienza la inteligencia. Razonaba cualquier inconveniente sin ponerse nervioso. Era tranquilo y pacífico pero capaz de enfrentarse a cualquiera sino podía evitarlo.
     Fueron sus padres los que me dijeron donde estaba y lo fui a ver. Me parece que fue en el invierno del 84. Sí, él murió en enero del 86. Se alegró de verme pero si antes hablaba poco ahora casi nada. Si antes no bebía ahora era alcohólico. Eso me sorprendió. Comenzaba el día con unos mates pero enseguida se clavaba una ginebra. Hasta las facciones le habían cambiado, estaba hinchado. Nada de lo que le cuente significa que le haya perdido el afecto. La verdad es que no sé qué le ocurrió para llegar a hacer las cosas que se atrevió a contarme. Una desgracia, la desgracia de la Argentina que viene desde el fondo de la historia. Discúlpeme la emoción creo es también por la edad. No, no declaré en las causas que lo involucraban, para qué, sobraban los testimonios y además yo no había puesto el cuerpo.
     Donde yo estaba nunca supe de la contra ofensiva. Hoy me animo a decir que no hubiera participado. Una cosa es la heroicidad y otra distinta el martirio. Claro que tampoco me hubieran convocado yo no estaba relacionado con los cuadros militares de la Orga. También es cierto que a veces vemos el abismo pero por lealtad, convencimiento o compañerismo saltamos sin que nos importen las consecuencias.
     No, yo no le pregunté nada. Resultó que en las noches nos sentábamos en unas sillas bajo el techo de una galería que recorría el frente de la casa. Cada uno envuelto en una frazada y con una botella de whisky apoyada en el piso entre los dos. Se podía intuir la helada en el resplandor acerado de la Luna. Así, sentados en la oscuridad casi invisibles el uno para el otro salvo en el instante cuando alguno encendía un cigarrillo y la cara se le hacia visible entre las sombras; quiso o tuvo necesidad de hablar. Recuerdo una imagen de una bruma iluminada en el horizonte como si la tierra respirara vahos de vapor…
     Está bien, disculpe, voy al punto pero permítame antes una salvedad que valoriza las confesiones que me hizo.¿Por qué? Porque fueron hechas antes de las leyes de impunidad (7) y en una etapa en que nadie todavía lo acusaba.
     Lo asimilaron como agente de inteligencia y reportaba al ejército. Al principio parece ser que solo chupaba gente y los llevaba a Campo de Mayo pero enseguida vislumbró el negocio, si el secuestrado era de familia acomodada lo mantenían en cautiverio en un aguantadero y si cobraban un rescate lo devolvían sin garantía de inmunidad. La idea le surgió en oportunidad de aprovechar la infraestructura que disponía junto a sus secuaces para secuestrar a un marido golpeador. La historia me la contó así, uno de su grupo tenía un problema familiar, una sobrina era golpeada por el concubino. El padre fue a pedir explicaciones y el hombre le dio una paliza. Entonces fueron el padre y el hijo y los dos fueron fajados lo que le otorgó al problema la entidad de irresoluble.  Allí se hicieron presentes, se llevaron al golpeador, lo ablandaron con los métodos que practicaban y solucionaron el problema doméstico a cambio de un canon. Fue el puntapié inicial de una seguidilla de negocios. Algo así como que el capital no tiene bandera.
     Por supuesto, una hijaputez. No, para mí la hijaputez no es una cuestión de grado. La sociedad fue bastante hija de puta con lo que sucedía.
     Duele reconocer que alguien a quien se conoce tanto haya descendido moralmente a esas instancias. Me acuerdo que dijo algo así como que matar a una persona era más o menos como matar a un chancho (si tu mamá mata un chancho ¿te asustas? Le decían a uno cuando era chico, el interlocutor palmeaba sus manos cerca de tu cara y parpadeabas).
     Soporté dos noches más y me fui.
     Intuyo que murió accidentalmente, estaría en pedo, tropezó, se golpeó y quedó tirado en el playón de los chanchos. Quizá estuviera muerto, quizá desmayado. Tardaron más de quince días en descubrir lo sucedido y para ese entonces los chanchos se lo habían comido…


(1)  Como chanchos forma parte del volumen Testimonios: La oralidad como historia  editado por Le Monde Diplomatique en castellano.
(2)   Melín Trupá aparece como periodista del citado medio. Sin embargo existen dudas sobre su verdadera identidad. Una reciente investigación del también periodista Bernardo Kesler sostiene que el nombre Melín Trupá era un seudónimo utilizado por el escritor Enrique Lotriski.
(3)  Siglas de Juventud Peronista.
(4)  Siglas distorsionadas en la jerga setentista que alude a la Juventud Peronista de la República Argentina, encuadramiento de la derecha peronista comandada por Julio Yessi y vinculado con López Rega.
(5)  Se refiere a Guardia de Hierro organización que pretendió equidistancia entre los bandos en pugna y que terminó siendo funcional al avance de la derecha. Investigaciones posteriores mencionan al hoy Papa Francisco, Jorge Bergoglio como un cuadro de la organización.
(6)  Apelativo al líder de la citada organización Alejandro Alvarez
(7)  Se refiere a las leyes de Punto Final, diciembre 1986 y Obediencia debida 1987





7 comentarios:

  1. Recreación de un episodio de nuestras épocas confusas, negras, polémicas , con las turbias intervenciones de la policía. a través de una narrativa que aparenta trivialidad, desfachatez, pero que logra llegar al meollo de la cuestión. Asombra en este autor las veces que recurre a lo poético:
    "...se podía intuir la helada en el resplandor acerado de la Luna".
    "...bruma iluminada en el horizonte como si la tierra respirara vahos de vapor…"
    Tiene una sentencia genial: la hijoputez y el capitalismo no tienen nacionalidad ( bandera ).
    Felicitaciones, Carlos , y saludos.
    MARITA RAGOZZA

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  2. Esta para mí, parábola justiciera, podría ser una de las formas de la venganza "el que a hierro mata...." pero por haber sido una guerra sucia culaquiera de "ellos" merecía ser comido por los chanchos. Me pareció muy bien planteado y desarrollado. Al final uno se pregunta quién golpeó a RS...

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  3. Un buen relato de aquélla época,tan amarga, de nuestro país. Es terrorífico (para mi, claro), escuchar cuando se matan los chanchos. Como gimen! Cuanto más lo será cuando se matan seres humanos.
    Me trasmitió angustia, por tanto creo que esta muy bien descripto.
    Graciela Urcullu

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  4. Muy bien desarrollado, pero no puedo leer imparcialmente. Me volvió la bronca y la impotencia

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  5. Luego de leer esto quedo movilizada . No me trae la sonrisa tragicómica que suelen traer los relatos de CAT. Yo , también , tengo bronca..y tristeza.

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  6. Es así, se suman la tristeza, bronca, impotencia, y queda ese gustito amargo en la boca. Pasa el tiempo e igual estos temas provocan. Excelente relato. Marta Comelli.

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  7. Trato de publicar pocos comentarios... En este caso me mantuve ajeno hasta que saltó la bronca y los recuerdos, la indignación, la impotencia. Una descripción ajustada a una época maldita e infernal: los días de la persecución y la venganza, días de sangre y crímenes. Muy bien narrado; deja un gusto amargo...
    andrés

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