El subgénero de ciencia
ficción 'steampunk' se abre paso en España
Surgió en los ochenta
en Estados Unidos
"Desarrolla
la idea de futuro que se tenía en la época victoriana. Asumiendo que sería la
máquina de vapor la que impulsaría la tecnología, ya que no contempla la
existencia ni de la electrónica ni de la informática”. Así define elsteampunk (punk de vapor) Félix J. Palma, autor de la Trilogía victoriana, una de las primeras
sagas en castellano catalogadas bajo esta etiqueta. Un subgénero de la ciencia ficción
surgido a finales de los ochenta en Estados Unidos y que hoy se abre paso en
España impulsado por títulos comoLeviathan, de Scott Westerfeld, y transformado en
movimiento cultural. Porque aunque su origen sea netamente literario y hunda
sus raíces en la obra de Julio Verne, H. G. Wells o Mary Shelley, debe casi
todo su peso como tendencia a un creciente corpúsculo de seguidores que
traslada esta filosofía retrofuturista hasta su armario y la tecnología que
maneja. Defensores de una suerte de estética híbrida entre la corte eduardiana
y El gabinete del doctor Caligari de la que surgen
ordenadores con teclas de máquina de escribir o corsés mecánicos.
De hecho,
los makers (fabricantes), que confieren el aspecto
propio de un artilugio de la segunda revolución industrial a los gadgets del siglo XXI son los
verdaderos adalides de un fenómeno poliédrito en el que la producción editorial
es solo una de sus caras.
El steampunk surge en la misma época década
de los ochenta
Reverso
cándido del ciberpunk, “el género steampunk surge en la misma época
década de los ochenta y busca también ser una respuesta crítica a la sociedad
hipertecnológica y posmodernista, protestar ante esa sensación de que cada vez
estamos más dominados por la tecnología y no al revés. Pero mientras el
ciberpunk muestra un futuro apocalíptico y sin esperanza, el steampunk vuelve a
una época positivista comprendida entre 1850 y 1910 donde la ciencia todavía no
tenía connotaciones negativas y todo era posible”, explica Elisabeth Roselló,
creadora de uno de los primeros blogs especializados (Steampunk y otros
retrofuturismos) y comisaria de la exposición Steampunk que acoge actualmente el Museo de las Ideas y los Inventos de Barcelona (MIBA).
La corriente retrofuturista fue abrazada primero por
recreacionistas históricos, góticos que, como reza un chascarrillo steampunk,habían descubierto el
marrón, y cosplay (personas a las que les
gusta disfrazarse de personajes de ficción) para después dar el salto a un
público más amplio.
¿La prueba?
Ya en 2009, la exhibición de artilugios steampunk organizada por el Museo
de la Historia
de la Ciencia
de Oxford congregó a 80.000 visitantes, convirtiéndose en la más rentable de su
historia hasta la fecha.
Junto a
Reino Unido y Japón, Estados Unidos es uno de los países donde más tiempo lleva
asentado el fenómeno. Allí, Leviathan, la trilogía cuya primera
entrega acaba de publicar Edebé en España, entró directamente a la lista de los
libros más vendidos. Quizá porque ejemplifica a la perfección la mezcla de
aventura, historia y fantasía que seduce a los fanáticos del género. Su autor,
Scott Westerfeld, responsable también de la saga Traición y uno de los escritores
juveniles más vendidos de la última década según The
New York Times, no olvida tampoco otra de las máximas del
steampunk la ucrónica. Es decir, la especulación sobre
cómo sería el devenir histórico si un acontecimiento trascendente hubiese sido
diferente de como en realidad fue. En este caso, la II Guerra Mundial.
Mientras los alemanes combaten con monstruosas máquinas de vapor, el bando
aliado, capitaneado por los darwinistas británicos, contraataca con animales
rediseñados como armas y cuyo representante más peligroso es una ballena
dirigible. Todos meticulosamente ilustrados por Keith Thomson.
Persuadida
por el éxito que había conseguido fuera de nuestras fronteras y el interés que
percibió dentro, Elena Valencia, editora de Edebé, decidió lanzarlo en España,
donde las dos primeras entregas de la Trilogía
victoriana, la serie steampunk de Félix J. Palma, han
vendido ya unos 100.00 ejemplares.El mapa del tiempo,que
inaugura la saga, narra la historia de una agencia de viajes que ofrece al
hombre victoriano la posibilidad de conocer el año 2000 y le ha valido el
Premio Ateneo de Sevilla. Ha sido publicada en 24 países, despachado más de
150.000 ejemplares en Alemania y 30.000 en Japón y le ha hecho muy consciente
del tirón que este subgénero tiene también España. Tanto que acaba de compilar
12 historias sobre autómatas y zeppelines firmadas por autores como Fernando
Marías, José Carlos Somoza y Andrés Neuman enSteampunk: Antología
retrofuturista (Fábulas de Albión).
Que esta
corriente gana adeptos y funciona en España lo demuestra también iniciativas
como la Primera Semana Retrofuturista que se celebrará en el
Convento de Sant Agustí de Barcelona entre el 11 y el 16 de febrero. Pero
aunque es ahora cuando empieza a ser conocido entre un público más amplio, el steampunk tiene más de tres
décadas de historia.
El autor
estadounidense de ciencia ficción K. W. Jeter acuñó el termino en 1987 para
tratar de englobar Las Puertas de Anubis,de Tim Powers;Homúnculo, de James Blaylock, y
sus trabajos Morlock night e Infernal
devices. Obras todas ellas ambientadas en el siglo XIX e inspiradas en La
máquina del tiempo de H. G. Wells. Aunque, según Roselló, no sería hasta en
1991, con la publicación de La máquina diferencial, de William Gibson y Bruce Sterling, cuando
la crítica reconoció al steampunk con la categoría de
subgénero dentro del vasto universo de ciencia ficción. El cómic La
liga de los hombres extraordinarios, de Alan Moore, se convirtió en 1999 en
uno de sus títulos de referencia y abrió la puerta de esta corriente al gran
público. Con la ayuda —como no podría ser de otra forma en una sociedad
audiovisual y sin vapor— de éxitos cinematográficos como Wild, wild, west (1999), Van Helsing(2004) o Abraham Lincoln, cazavampiros (2012). Sin olvidar
títulos menos taquilleros como Steamboy (2004), de Katsuhiro
O-tomo, o Adèle y el misterio de la momia (2010), de Luc Besson.
En estas
tres décadas de historia ha dado incluso tiempo a que surjan subgéneros dentro
del subgénero. El weird west, que toma como referencia
elwestern, o el steamgoth, más siniestro, son dos
de los más populares a la vez que bizarros. ■
“El mestizaje entra la alta y la baja
tecnología resulta siempre muy atractivo. Sucede con La
guerra de las galaxias, ambientada en un futuro hiperdesarrollado, pero
donde terminan luchando con espadas, aunque sean láser. Además, ver cómo funciona
una máquina de vapor tiene mucho encanto y si a eso le sumas la estética de la
época victoriana, atractiva al mismo tiempo que alejada de tu realidad, resulta
exótico e irresistible”, apunta Jordi Ojeda, profesor de la Universidad de
Barcelona especializado en divulgación científica a través de la ficción
literaria.
En estas tres décadas de historia ha dado incluso tiempo
a que surjan subgéneros dentro del subgénero
Así el steampunk ha llegado a todo tipo
de productos de masas: desde la edición estadounidense de la revista Vogue al vídeo Turn me on del DJ David Gueta,saturando por el camino el taller de costura de Alassie. Especializada en vestuario
para teatro y cine, no da abasto desde hace un par de años con tanto encargo
retrofuturista. Las quedadas de aficionados que visten esta estética son cada
vez más frecuentes en España, según asegura, y fomentan la creación de foros
analógicos y digitales que, a su vez, retroalimenta la producción literaria del
género. “Frente a la producción textil a gran escala, lossteampunkers reivindican lo hecho a
mano, además de la filosofía do it yourself (hazlo tú mismo).
Recorrer los mercadillos y los anticuarios en busca de cosas, como mecanismos
de latón, que la sociedad de hoy día no valora, pero que para ti son un tesoro,
resulta muy adictivo. Mantenemos esa mentalidad antigua de aprovechar y
reciclar lo máximo posible, de no desechar nada”, apunta la diseñadora.
Una
filosofía, que, más de un siglo después, está más vigente que nunca y sirve de
concepto aglutinante tanto para los autores como para los miembros de la
comunidad steampunk a través de su crítica a
la obsolescencia programada (la planificación por parte del fabricante del fin
de la vida útil de un producto). “Supone una perversión de la ciencia y un
atentado a los logros del ingenio humano para ceder a intereses capitalistas,
que además han dañado la estructura social. En el siglo XIX nadie diseñaría una
máquina buscando que se estropease a los cuatro años para obligar al consumidor
a comprar una nueva”, sentencia Roselló.
Trilogía victoriana. El mapa del tiempo.
Félix J. Palma. Algaida. 628 páginas. 22,45 euros. El mapa del cielo. Félix
J. Palma. Plaza & Janés. 744 páginas. 21,90 euros.Leviathan. Scott
Westerfeld. Traducción de Raquel Solà. Ilustración de Keith Thomson. Edebé. 472
páginas. 16,50 euros. Traición. Scott Westerfeld. Traducción
de Nieves Nueno. Montena. 440 páginas. 15,95 euros. Steampunk:
antología retrofuturista. Varios autores. Fábulas de Albión. 320
páginas. 21,15 euros. La máquina del tiempo.H. G. Wells. Traducción
de Nellie Manso. Alianza Editorial. 114 páginas. 7,69 euros. La máquina
diferencial. William Gibson y Bruce Sterling. Traducción de Carlos Lacasa. La Factoría de Ideas. 352
páginas. 15,00 euros. La liga de los hombres extraordinarios. Alan
Moore. Ilustración de Kevin O’Neill. Planeta De Agostini. 416 páginas. 30
euros.
Me encanta el género. La contraposición del pasado que muchos olvidan o añoran con un presente y un futuro hipertecnificado.
ResponderEliminarSe pueden leer estas obras como entretenimiento, pero también son un mensaje de alerta.El año pasado vi la película muda " El gabinete del Dr. Caligari" donde la idea era denunciar al Estado alemán de los crímenes , a través de un personaje enfermo mental.
De hecho, esto ocurrió después, diez años más tarde.
MARITA RAGOZZA