Ernesto Tamírez |
Inauguración
Con la postrera exhalación el moribundo cerró
universalmente los ojos. Consumó así el participio que inauguró un silencio
futurible a todo el infinito. Y asumió su condición con tal naturalidad que ni
siquiera recordó haber usufructuado de un estado antónimo en futuro pretérito
alguno.
Libre albedrío
Todas, madre, tías, amigas, cuñadas, vecinas; durante
todo el embarazo, pasándole la mano por el vientre que iba mutando como una
seta tras la lluvia, le prodigaron: “dios lo crie”, “dios lo proteja”, “dios lo
bendiga”, “dios lo ampare”. Cuando nació, no conservaba ni rastro de su ateísmo
primigenio.
Fin en sí mismo
Cansado de no poder superar a su enemigo un día decidió
cambiarlo aplicando la máxima de Francis Bacon “el conocimiento es poder”. A
partir de ese día no dejó de aplastar a quien fuera su mejor amigo.
Este loco me dejó pensando, ya hace varios días que le doy vuelta en la cabeza y no caigo...Pero no importa, con la ayuda de Dios (con mayúscula, hombre!!)ya se hará la luz.
ResponderEliminarAsí son las con este Ernesto: o escribe sábanas extensas, o poemas de la vida real sin ficciones, o estos breves que condensan actos de la conducta y los orejuicios de los homo sapiens.
ResponderEliminarandrés
Breves consigue desnudar conceptos e íntimas convicciones del autor, saludos, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarBrevemente: Ernesto es infalible en sus quejas. Pero atesora palabras para influenciar en el sino de su decir.
ResponderEliminarUn abrazo
Celmiro
Ernesto: Me gustan los breves dos veces buenos, nombres nuevos originalidad del autor, un tanto de ironía, buena dicción, hacen al conjunto. y como Ester en algunos conceptos patiné pero insisto. Muy bueno. mi afecto. marta comelli
ResponderEliminarMe gustó el libre albedrío...
ResponderEliminary me gusta esto que dice Celmiro de que sos infalible en tus quejas, ja ja, es así.
Lily Chavez