Muhsin Al-Ramli nació en Irak el 7 de marzo de 1967. Poeta, novelista, dramaturgo, narrador, periodista y traductor. Licenciado en Filología Española por la Universidad de Bagdad, 1989. Doctorado en Filosofía y Letras y Filología Española, por la Universidad Autónoma de Madrid en 2003. Tesis: Las huellas de la cultura islámica en el Quijote. Libros publicados: Regalo del siglo que viene, Amman, 1995; En busca de un corazón vivo, Madrid, 1997; Hojas lejanas del Tigris, Amman, 1998; Migajas esparcidas, El Cairo, 1999; Las felices noches del bombardeo, El Cairo 2003; y Todos somos viudos de las respuestas, Madrid 2003. Ha traducido al árabe algunas obras de Miguel de Cervantes, Lope de Vega y José de Espronceda, entre otros. Recibió el Premio de los Escritores Jóvenes, Bagdad, 1988, por su relato El último encuentro con un amigo y el mismo premio en 1989, por su relato Un accidente de copia. Ha trabajado como periodista en Irak, Jordania y España. Desde 1992 es miembro de la Asociación de traductores iraquíes. Ha realizado conferencias sobre la literatura iraquí, la literatura árabe, la traducción y El Quijote. Fundador, editor y codirector de la revista cultural ALWAH desde 1997 (la única revista cultural árabe en España). Algunos de sus textos suyos han sido traducidos al inglés, español, alemán, catalán y kurdo. Sus palabras: «En mi país, la poesía no se considera un complemento o un lujo sino una necesidad. No es sólo un medio de expresión sino que se convierte en una experiencia viva y, aún más, en una extensión de la propia vida. Gracias a la poesía, la persona vive lo que no le ha sido permitido vivir. La poesía enriqueció a Irak más que el petróleo, que más bien le ha traído catástrofes. La península de Arabia e Irak son los únicos lugares del mundo en el que se festejaba el nacimiento de un poeta porque se convertiría en portavoz de la tribu. Las leyes, la enseñanza, la historia se escribían en verso. Todavía hoy en mi pueblo las cartas se escriben en verso. Es el único país del mundo en que existió un mercado de poesía, el de Mirbad, en Basora, al que acudía la gente de lugares muy lejanos a comprar, (especialmente los enamorados), vender, aprender o criticar.»
Esta tinta derramada en vuestra prensa
es la sangre de mi país.
Esta luz diluviada de vuestras pantallas
es el brillo de los ojos en los niños de Basora.
Éste que está sollozando en la oscuridad
de su exilio
soy yo;
huérfano después de que hayáis matado a mis padres: Tigris y Éufrates;
Viudo después de que hubierais crucificado
la pareja de mi alma: Irak
Oh... por ti, tierra mía: crucificada
de entre las regiones.
Ay... de vosotros, señores de la guerra
Escuchadme:
No a la fiesta de los ejércitos en el tejado
de mi casa.
No al verdugo que habéis plantado
o al que vais a plantar.
No a vuestra libertad caída sobre las cabezas
de mi gente en bombas
No a liberar Irak de mí o a mí de él.
Yo soy Irak.
Mis hierbas son las letras y sé lo que quiero.
Dejadme a mí mismo, a mi rabel
y a vuestra ausencia.
Volved a vuestras películas detrás del océano.
Dejad para mí lo que queda
de los minaretes, de los mausoleos
de mis ancestros,
de las tumbas de mi familia, ...
Y bebed de las copas del petróleo
hasta que os saciéis.
Robad la miel del azufre y la arena del desierto.
Llevad con vosotros vuestros clientes.
Llevaos al dictador con cada parte de vosotros que ha comprado con mi
sangre.
Llevad lo que queráis y marchad,
dejadme solo
con lo derribado de los sueños de mi hermana,
con el incendio de las palmeras en las orillas de Mesopotamia,
con los huesos de mi padre
y el té de la merienda.
Dejadme solo
con las canciones tristes del sur,
con la danza degollada del norte
y con el pavo real de los Yasidíes.
Dejadme solo
curando las heridas de mi tierra Irak
Solo...
igual que María...
solo con mi solitario...
Mi país: el crucificado de entre las regiones.
Sabré cómo animar su resurrección.
Sabré cómo renacer de su ceniza.
¿Acaso habéis olvidado que él es el creador
del Fénix?
Ay, un infierno, para vosotros señores
de la guerra
Escuchadme:
No asustéis a las nubes de Bagdad
con vuestros aviones.
No sembréis soldados en nuestro jardín.
No quitéis la chilaba a mi madre.
No. Grito no a liberar Irak de mí o a mí de él.
Yo soy Irak.
Las aldeas han florecido de mi abrigo,
y sé lo que quiero.
Dejadme a mí mismo, a mi familia
y a vuestro olvido.
Muhsin Al-Ramli
Tomado de De Isla Negra 4/ 138 junio 2008
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Enternecedora poesía que transmite el dolor personal y el dolor antiguo de una cultura varias veces milenaria No sé para que nos enseñaron en las clases de historia, la cultura de la Mesopotamia , entre el Tigris y el Eufrates, si las imágenes globalizadas de la "brutalización" nos muestran la muerte, la tortura, el avasallamiento como si nada más esa tierra mereciera. Y lo peor que previamente rociados de anestesia, miramos esas imágenes televisivas desde la mesa en la que disfrutamos de la cena; desde la cama donde gozamos el amor. A nosotros también están matando.
ResponderEliminarCristina
En una época en que vivir nos hace "viudos de las respuestas" su poesía es la rebelión del pensamiento libre que aún persiste en Irak.
ResponderEliminarTal vez el Tigris como el Eúfrates laven con sus aguas la miseria y el dolor de una región que lleva demasiados años bajo la bota de caudillos internos o externos y que destrozan sus pueblos.
Celmiro Koryto
La rebeldía y la tragedia injusta de una cultura avasallada, convertida en infierno, crucificados sus habitantes en un Poema que logra transmitir grito y aullido, también al lector.
ResponderEliminarEl poeta es TODO IRAK en esta obra.
Felicitaciones.
MARITA RAGOZZA