TREPANDO MUROS
Trepando muros, no tanto por subir alto, sino para florecer mejor con el sol o la lluvia, la enredadera de campanillas azules se asomaba hacia la vereda, buscando la admiración de los transeúntes que pasaban por esa calle de barrio.
Algunos chicos jugaban a una ronda... algunas vecinas con sus bolsas de la feria se cubrían el cuello con la bufanda en esa tarde de invierno. Algunas hojas retrasadas del otoño aun se aferraban a las ramas resecas.
María Soledad, de la mano de su novio, caminaba lentamente en su arrobo de adolescencia.
El viejo se dio vuelta a mirarlos, - y pensó que ya no le quedaba nada por delante, solo recuerdos. Nunca se había casado y no tenía una familia.
Era el tío solteron que ya nadie visitaba, porque sus sobrinos habían emigrado a otros países
.
Había amado a muchas mujeres, pero no recordaba demasiado de ninguna.
Con un suspiro continuó con su paso cansado. En su cuarto le esperaba la tele, un programa anunciado que parecía iba a ser bueno...
Había amado a muchas mujeres, pero no recordaba demasiado de ninguna.
Con un suspiro continuó con su paso cansado. En su cuarto le esperaba la tele, un programa anunciado que parecía iba a ser bueno...
Una familia es todo, pensó... lo demás humo, humo que se lleva el viento…
Entretanto, acariciaba a el perro que movía la cola, se servia un vaso de vino, prendió el televisor y se acomodo en el viejo sillón.
Entretanto, acariciaba a el perro que movía la cola, se servia un vaso de vino, prendió el televisor y se acomodo en el viejo sillón.
Mientras, la enredadera de campanillas azules se agitaba con el viento frío... ■
En un relato sin tropiezos, la enredadera de campanillas azules y el viejo que se deleita con programas televisivos se relacionan en una actitud "voyuerista", que les impide ser actores en el escenario de la vida.
ResponderEliminarDelicadamente desgarrador.
Gracias Carmen Passano,
Ofelia
Gracias amiga, esa es la idea, unos instantes en la vida comun de todos los dias en una calle cualquiera compartido con la enredadera Un abrazo
EliminarUsando la enredadera como espectador de vida la calle sufre monótonas alteraciones y el clima cambia las épocas.
ResponderEliminarBreve como una brisa que deja su perfume.
Celmiro Koryto
Si me encantan los cuentos breves como un flash de camara que retrata la vida Muchas gracias por tu comentario
ResponderEliminarEsas campanillas azules indicarían alegría, el caminar lento enroscado en pensamientos sobre lo no adquirido, lo no logrado en la vida y la tristeza de la soledad final, en un breve relato, simple pero encantador. Me trajo el recuerdo siempre presente en mi memoria, de una enredadera ''dama de noche'' de flores blancas que se abrían, porsupuesto, por la noche en una vieja galería en la casa de mis abuelos, allá lejos y hace tiempo. Felicitaciones a la autora. marta comelli
ResponderEliminarCarmen, tu comentario exime de escribirlos... En él explicás con módicas palabras la soledad de los viejos, solteros o casados o viudos...
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