JUAN CARLOS ONETTI |
Texto de Cristina Pailos
Macondo, la ciudad creada por García Márquez para Cien años de Soledad se supone que tiene algún lazo con la realidad de Aracataca , la ciudad donde transcurrió la niñez del escritor en la costa norte de Colombia pero conserve o no alguno de sus rasgos, es una ciudad símbolo en la realidad de nuestro extenso continente. Apareció por primera vez en La Hojarasca , pero en Cien Años de Soledad se transforma en protagonista, en el epicentro de la novela y desde entonces será el escenario para varias de sus obras: Los funerales de la Mamá grande, La Mala Hora y El Coronel no tiene quien le escriba.
Crear una ciudad y luego meterse en cada uno de sus habitantes que se renuevan por generaciones es una empresa fundacional tan misteriosa que no la podemos dejar de comparar con las referencias sobre orígenes de todas las religiones Las historias de los personajes están moldeados por ese espacio geográfico e histórico y en cuanto a los personajes son muchas y variadas sus historias que a su vez se renuevan o persisten intactas en distintas generaciones. Sin duda, una ciudad de tales características constituye el mayor ejemplo de realidad virtual hasta `para que Dios la vea’, si nos atenemos a lo que dice Maria Moliner en su diccionario tan elogiado por Garcia Marquez “: Virtual (f. virtualidad) 1 adj. Se aplica a un nombre para expresar que la cosa designada por él tiene en sí la posibilidad de ser lo que ese nombre significa, pero no lo es realmente: ‘Con esta finca tiene un capital virtual’. 2.Fis. Existente como supuesto físico necesario en la producción o desarrollo de un fenómeno, pero no con existencia real: ‘Foco virtual’. 3 Se aplica a lo que tiene existencia aparente . Se dice sobre todo de las imágenes, sonidos o sensaciones en general que, creados por medios informáticos, producen en quien los recibe ilusión de realidad: ‘Realidad virtual’ “
Y el colombiano no fue el único demiurgo continental.
Santa María fue la ciudad donde el pesimismo y el existencialismo de Onetti se asentó para aparecer y reaparecer en sus obras. Ambos escritores admitieron siempre su profunda admiración por William Faulkner donde el transcurrir de la decadencia en el sur de los Estados Unidos por varias de sus obras, a partir de Sartoris, constituyó una fuerte influencia para los latinoamericanos o, al menos, les hizo ver en la ciudad o región de Yoknapatawpha un mojón que los empujó a detenerse en el camino e inventar lo que , quizás, de todos modos, hubieran llegado a hacer.
Vargas Llosa en su libro El viaje a la ficción. El Mundo de Juan Carlos Onetti. Ed. Alfaguara, Madrid, 2008 /248 páginas sintetizó su posición expresada previamente en clases, conferencias y artículos sobre la relación estrecha de J.C. Onetti con la literatura de William Faulkner .
Por supuesto que los creadores de mundos no surgen exitosos en América del norte o del sur por la primitiva razón, según algunos, de que adoramos a falsos dioses, aunque algo de eso tengamos en alguna medida y en algunos aspectos. Son muchas las ciudades utópicas o distópicas de la literatura universal de todos los tiempos, pero estamos mencionando a grandes escritores que revolucionaron un modo de narrar.
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Juan Carlos Onetti : “Todo en la vida es mierda y ahora estamos ciegos en la noche, atentos y sin comprender”. El Pozo, obra de 1939
En este caso me parece relevante conocer la biografía del escritor, su deserción del colegio secundario en primer año y sus trabajos como portero, mesero, vendedor y oficinista, sus amores al parecer conflictivos, su adicción al alcohol y al tabaco en forma desmedida hasta dañar severamente su organismo, sus diez años o más en la cama por problemas de salud pero quizás, también, porque no quiso salir más de su encierro, lejos, en España .
Paralelamente a muchos rasgos difíciles de su vida, muy temprano se perfiló como excelente narrador y ya en 1932 los suplementos literarios de La Prensa y La Nación de Buenos Aires publicaban sus primeros cuentos. Unos años después, en Montevideo fue nombrado editor de Marcha y entró en la Agencia Reuter allí y luego en Buenos Aires donde permaneció hasta 1955. Fue prolífico en novelas y tradujo a escritores norteamericanos, especialmente a Faulkner.
Ya en Montevideo, en 1974 premió un cuento de Nelson Marra donde la policía uruguaya aparecía crudamente comprometida en torturas y secuestros. La historia se publicó en Marcha y el resultado fue su clausura mientras que detenían y golpeaban a Marra, Onetti y otros miembros del jurado. Onetti sufrió una crisis nerviosa, fue internado un tiempo en una clínica y luego partió para Madrid donde se produjo el largo encierro voluntario y no quiso que al Uruguay llegaran ni sus cenizas.
Fue acreedor de numerosos premios, entre ellos el Cervantes en 1980.
Si recorremos las fechas de sus obras, es evidente que se gestaron entre la ruina dejada por la crisis del treinta, la conmoción de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil Española en la que había querido ir a participar, golpes de Estado y los abominables largos años de las dictaduras sangrientas del cono sur. Su sensibilidad y su tiempo dieron el escritor más pesimista del continente pero de un inmenso talento que revolucionó el arte de narrar.
En su cuento El Cerdito ya revela todo su doloroso y profundo pesimismo, y aunque “Todo en la vida es mierda…” es una reflexión que no aparece allí pero por centrarse en conductas infantiles, hace que adquiera una dimensión enorme.
Santa María : el escritor se corporiza en un escritor-narrador y nos hace participar de su creación.
En “La Vida Breve ” de 1950 , el protagonista , Brausen, es un publicista que está por escribir una novela o un guión cinematográfico y su obsesión pasa de esa obra que quiere encarar a otras situaciones personales que perturban su vida al mismo tiempo. Sus personajes van apareciendo y los instala en una ciudad que sólo visitó una vez en su vida (...)”un día apenas, en verano, pero recuerdo el aire, los árboles frente al hotel, la placidez con que llegaba la balsa por el río” (…)
Van tomando cuerpo sus personajes y a través de ellos se va convenciendo que aquella placentera imagen bucólica de la ciudad no es tal y también se profundiza el dolor, la tristeza y las sensaciones contradictorias de pena, asco, abandono que le asaltan ante su propia mujer aquejada de cáncer de mama .
La ciudad se transforma en una metáfora; su construcción es la ilusión de un orden que pueda transformarse, deshacerse y armarse; de una geografía inventada que se prolongue en su novelística como las ciudades del mundo real y como la vida misma que a veces es necesario inventarla. No existe un fuerte argumento pero alcanzamos a respirar el clima denso que se cierne en esa ciudad de Onetti, o, quizás sería mejor decir, en el universo de Onetti porque Santa María aparece una y otra vez en sus obras mostrando facetas diferentes pero donde el fracaso y el sin sentido se reiteran.
En “Juntacadáveres” de 1964, Larsen , un personaje que visita esta ciudad en varias novelas de Onetti, abre un prostíbulo cerca del río, casi como el basural donde se tiran los deshechos del pueblo. Quizás la escena que todo lector recuerda nítida es cuando las prostitutas deciden salir a pasear por la ciudad en el único día libre semanal. Pretenden provocar a los habitantes que las condenan aunque las usen. Regresan con un temor inmenso que supera en gran medida aquella especie de clandestinidad vergonzante.
Larsen va a aparecer nuevamente en “El Astillero” de 1961. Aquí está dispuesto a administrar un astillero, y una vez más, las ilusiones se transforman en fracasos . En este caso el deterioro y la corrupción se transforman en alegoría de la decadencia de las sociedades y de los hombres.
Onetti colocó en Santa María su pesimismo, el vacio existencial y mostró que su verdad no perdona ni la ficción ni su propia vida. ■
No entiendo la razón por la cual no veo la nota. Debo el comentario
ResponderEliminarPedro Altamirano
El alarde de Cristina de servirnos en bandeja la ciudad antológica de Onetti, ha recreado recuerdos de textos de las obras del uruguayo que ha pintado, en una, las dos orillas rioplatences en una urbe de su invención. Magnífica reseña, Cristina: valío la pena esperarte.
ResponderEliminarAndrés
Gracias Andrés pero todavía se mantiene la indicación del espacio que me reservás para estas entregas. Pienso que puede llegar confundir.Quizás la estén sacando ahora , si es así, disculpa mi apresuramiento.
ResponderEliminarCariños a ustedes y a los lectores que se ven y a los que no se ven
Cristina
Cristina, esa reserva no está. Se cruzaron en el Mediterráneo sobre las Baleares...
ResponderEliminarTenés razón, Andrés. Gracias por darme el lugar exacto del desencuentro. ¿No sabés a cuantos nudos iban nuestras embarcaciones? La mía, creo que a bastantes porque admito que estuve acelerada.
ResponderEliminarCristina
La libertad se logra a veces creando esos sitios que pueden manejarse, en el caso de Onetti con un gran talento. Como siempre señora Cristina Pailos un placer leerla, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarBravo, Cristina! Aunque Onetti no es santo de mi devoción me dió ganas de volver a leerlo. Muchas gracias.Ester Mann
ResponderEliminarCristina querida , muy bueno tu texto!
ResponderEliminarCreo que a veces se confunde persona con personaje, a mi , en lo personal , me gusta Onetti como escritor, en cuanto su persona creo que fué un atormentado , como tantos escritores.Un abrazo Cris.
amelia
Santa María de Onetti es una ciudad exagerada porque contiene a todas las grandes urbes, con sus personajes y sus situaciones. La visión de Cristina nos la muestra ligada muy profundamente al autor y para ampliar la comprensión nos hace recorrer sus principales obras.
ResponderEliminarComo conclusión destaco las palabras de Cristina cuando dice:
"La ciudad se transforma en una metáfora; su construcción es la ilusión de un orden que pueda transformarse, deshacerse y armarse; de una geografía inventada que se prolongue en su novelística como las ciudades del mundo real y como la vida misma que a veces es necesario inventarla"
Felicitaciones Cristina
MARITA RAGOZZA
Me siento como una santiagueña. No voy a trabajar dejando el comentario porque Marita lo dijo todo y tan bien!!
ResponderEliminarBravo Cristi, muy bueno lo tuyo y como Ester, pese a que Onetti es considerado uno de los grandes, no es santo de mi devoción pero a veces me pregunto si las cosas no tienen su causalidad y tal vez traerlo hoy, como dice Ester nos de ganas de buscar su obra y releerla. Hay que tener en cuenta que uno a veces toma un libro y su disposición no es, la que a ese libro corresponde. Y en otro momento, nos abre la cabeza. Muy bueno!!
Lily Chavez
Había prometido volver pero un problema hepático que me ha tenido de médico en médico me cortó la intención. Como siempre, se disfruta con estos textos que nos informan y como dicen otros comentarios nos despiertan las ganas de dar una vuelta por algunos autores. Felicitaciones Cristina
ResponderEliminarPedro Altamirano