viernes, 9 de marzo de 2012

Juan Rodolfo Wilcock



Las muñecas


Es un gran armario de madera de nogal, simple, vertical, al mismo tiempo pesado y elegante, casi un símbolo de la digna estabilidad; por otra parte está siempre cerrado. Por dentro, el armario está dividido con estantecitos, y en cada uno de estos estantes vive una escritora; en realidad son las viejas muñecas que se volvieron escritoras solamente por obra de la inacción, la oscuridad y el aburrimiento. Por esa razón todas llevan trajes coloridos, a menudo los trajes de alguna región o provincia, y la cabeza ligeramente desproporcionada respecto al cuerpo, demasiado aplanada, demasiado en punta o simplemente demasiado voluminosa; salvo una poetisa que la tiene pequeñísima, y esto hace reír mucho a las demás, como si tener la cabeza pequeña fuese más gracioso que tenerla grande.

De todas formas, y como el armario no se abre nunca, y los estantes no permiten otra comunicación que la habitual entre los presos, por medio de golpecitos dados en un sistema convencional, poco a poco casi todas las muñecas se han dedicado a la literatura, y así se volvieron novelistas, poetisas, críticas literarias, críticas teatrales y consultoras de editoriales. Allí dentro todo es un continuo repiqueteo: cada una quiere hacer oír a las otras sus propias obras. Pero éstas son, de más está decirlo, obras de muñecas. Está la novelista con gafas que después de diez años de trabajo consiguió escribir esta novela, titulada Huelga: "Hacía frío. Los obreros hacían huelga. Sobre el más frío el más joven murió de huelga". Está la dramaturga de vanguardia que cada año presenta la misma comedia en un acto, titulada El otro: "ANA: Dame un beso, Edgardo. EDGARDO: No puedo, amo a otro". Está la chica teatral que cada semana redacta su veredicto: "Brava la Breva en el papel de Briva". Y está la poetisa de la cabeza pequeña, la más prolífica de todas, que una vez al mes rehace, cambiando la rima, la misma lírica:
Pobres los Pobres.
En la oscuridad, convencidas de su importancia, las muñecas de la cabeza desproporcionada se mueven, toman posturas, amenazan a los gobiernos extranjeros si éstos quisieran seguir persistiendo en el error, y pasan todo el día transmitiéndose sus propias composiciones. En vano, porque ninguna de ellas quiere escuchar lo que escriben las otras, y por otra parte no todas manejan el mismo sistema convencional de golpecitos, así que sus esfuerzos caen inexorablemente en el vacío. A veces alguien se acerca al armario cerrado, acerca la oreja a las puertas de nogal, y comenta: "¡Pero este armario está lleno de ratones!" Por eso nadie quiere abrirlo. 

6 comentarios:

  1. Un texto breve bien escrito puede ser muchos textos. Me encantó

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  2. Muchas asociaciones me inspiró este cuento, como dijo "página gris" es un cuento que encierra muchos otros.

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  3. El relato pareciera una velada crítica a ciertos círculos litearios, impecable en su originalidad y extensión, Carlos Arturo Trinelli

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  4. Con maravilla de estilo el relato nos lleva a un mundo imaginario o a una alegoría representando diversas formas de pensar.
    Sería bueno leer más de este autor.
    MARITA RAGOZZA

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  5. Me encanta el humor y el misterio del Wilcock. No es casual que haya estado personalmente vinculado a Ítalo Calvino y creo que también a Pasollini . En el caso de este relato hay varios motivos para creer que lo que dice Trinelli (como lo estoy nombrando últimamente , jaja), se acerca mucho a lo que pudo haber sido el objetivo del autor. Su relación con los círculos literarios y con cierta critica fue bastante mala. En mi caso particular, creo identificar a algunas de esas "muñecas" y en una de esas, yo también soy una de ellas y no me doy cuenta.
    Muy bueno. Gracias.
    Cristina

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  6. Un texto que me hace pensar que todas estas revistas literarias son un gran armario en el que comunicamos y nos comunicamos con mayor o menor éxito y no salimos a ver el aire del éxito.
    Es tan real como jocoso porque el mismo lector que nos sigue vive en un armario mucho mas grande y porque no tiene miedo a las supuestas ratas... se anima a leernos. Con ironía la crítica esta expuesta y los resultados predecibles.
    El tema muy bien ideado recibe mi aplauso.
    Celmiro Koryto

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