sábado, 6 de julio de 2013

Marita Ragozza de Mandrini


. . .  Caían  las palabras  como piedras. . .
-       
Lo tuyo es pura intelectualidad sin nada de pasión.
-         Es que no encuentro emociones para ti.
-         Por qué no hablas conmigo?
-         Déjame. . .
-         Pero debe hacer un mes que estoy agonizando dentro tuyo.
-         Déjame tranquilo.
-         Es que no puedes, tu lengua está muerta para mí.

Elvio  quiere recomenzar. Varios intentos  terminaron   en bollos de papel crispados, mientras pasan las horas sin resultado alguno.

La noche plena de estrellas llama a la impotencia. Con la cabeza aprisionada entre las manos trata de arrancar de su mente ese algo que al ritmo de la sangre pueda extraer las palabras que se le esconden.
-         ¡Hazme vivir, no me abandones!
Así murmura la criatura como un martilleo.

 Para Elvio el dolor aumenta y  comienza a descender por un túnel oscuro en busca del reino de las intuiciones. Palpa recuerdos, acaricia su imaginación, flota en un mar puro, pero su mente herida  comienza a escurrirse entre  grietas.

Olvidar también es penoso, es casi una despedida. Se balancea en un espacio más allá del silencio, casi en el límite de la nada.

- ¡Ayúdame, ayúdame, no quiero morir sin haber nacido!
Así sigue el lamento.

Entonces Elvio se aferra al monitor, y sin organizar párrafos ni mayúsculas, olvidado de la ortografía, comienza a trabajar con frenesí. Logra recopilar las  palabras necesarias, mientras escucha el aliento débil de su personaje.

- Espera , ya  te tengo y serán tuyos todos los sonidos perfectos.

Concluye Elvio la última hoja y regresa al  túnel por el  cual había  bajado. Una vibración aguda lo aturde, las hojas impresas se le escapan de sus manos, se deslizan por sus piernas. Caen, una, diez, setenta, cien, ciento cincuenta palabras. . .con un ruido como piedras. Sus manos se  apuran para recuperarlas. Los ojos llenos de ansiedad recorren las líneas. . . y lee:

“Elvio Martinez Elvio Martinez Elvio  Martinez. . . “
Cientos de miles de veces lo mismo.

En esas horas de gloria sólo había escrito su nombre. Arroja las hojas, clava con fuerza sus uñas  en las palmas de sus manos y pierde el conocimiento. Cuando despierta no existe ningún murmullo. El personaje  se ha ido. Elvio sólo recuerda ecos de palabras hirientes, una circunstancia  extraña, apenas un intento sin pasión.
Desde entonces Elvio transita por el borde de la cordura.

Marita Ragozza De Mandrini





10 comentarios:

  1. Marita !! Siempre sorprendes!! Pobrecito Elvio...yo confío...puede dar un pasito mas acá del abismo. Gracias por tu sensibilidad!!!

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  2. Que tierno, Marita, esto de que “Olvidar también es penoso, casi una despedida. Se balancea en un espacio más allá del silencio, casi en el límite de la nada”. Y si Elvio de tu relato extravió su personaje cuando las palabras se hirieron cayéndole como piedras, tal vez, atravesando el borde de la cordura, alcance sus limites…y su espacio. Se lo deseo de corazón a tu personaje. Abrazo. ElsaJaná.

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  3. Creo que la frase final es el fin de la literatura ...como si la locura fuese el único indicio de creación, ese que vive en el personaje de ficción.
    Es casi el juego fatídico que asume¡n los roles de una avalancha de letras perdidas que existen en el diccionario pero se revelan a salir de la mente del escritor.
    Un juego de piedras interesante.

    Gracias.Celmiro

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  4. Muy bueno, Marita. "No quiero morir sin haber nacido" me va a repicar toda esta tarde de domingo. Gracias
    Cristina Pailos

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  5. El personaje se ha ido...
    Hermoso Marita!

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  6. un mundo, un submundo, la exigencia y la cordura. magistral, simplemente. susana zazzetti.

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  7. Un personaje favorecido por los límites de la cordura y que posee la gracia de escribir cientos de veces su nombre. Elvio supera la cración. Como siempre, inteligente y sensible, saludos, Carlos Arturo Trinelli

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  8. ¿Es que insinúas que la locura no camina junto a la escritura?
    Bueno, es posible que tengas razón...Que un poco de locura nos acompañe siempre

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  9. Me parece que describe, bellamnete, el fin de una relación y en relación a la palabra, claro. Muy lido relato. Me ha gustado mucho
    Graciela

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  10. El creador se inclina sobre sí y penetra en las "oscuras cavernas del ser", donde se reconoce, donde se nombra.Recién entonces puede dar vida a sus personajes, que surgen de las napas más profundas de su interioridad.
    Bravo Marita, como siempre
    Ofelia

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