Cristina
Villanueva
Conocí a la Esfinge
en persona. Desafiando al tiempo, soberbia, magnífica, casi
invulnerable. Distraída ante la inmensidad de esa mujer oráculo, no escuché los
detalles que daba la guía acerca de cómo se había convertido en una disminuida
nasal En el Museo Británico encontré la explicación junto con la
nariz perdida de la esfinge.
Budapest, el río separa en dos la ciudad. Hay una explosión
de arte en muñecas, colores y bordados, como una sangre viva que narra. Erguida
a través del tiempo, una belleza que no se parece a la piedra, más bien una
pregunta de belleza. Compré una muñeca y la usé como un oráculo privado.
Atravesaron ella y la pregunta un largo viaje en tren, bajando en muchísimas
estaciones, la muñeca, apuesta o desafío, no se quedaba en los lockers, venía
con nosotros tan necesaria como el cepillo de dientes, tan mía, tan secreta.
Muñeca húngara viva con puntillas y polleras que orillan
lo impreciso, pude preguntarle lo que no me
animé a la
Esfinge.Porque para interrogarlo el otro tiene que quedarnos
a mano en una calidez de pueblo bordador. Me puse a acariciarle la zona
inaccesible de símbolo, como un horóscopo suave me respondió que se puede
sostener la belleza aunque no sea simple. Después dialogó con otros
objetos hijos de artesanos, de viajes y de un ojo distraído que tiene a veces
un sobresalto de luz para encontrarse con muñecas, títeres, máscaras, barcos,
nacidos de las manos de los pueblos a los que les sobra color y les
falta sobre todo la grandeza inmutable de la Esfinge. ♦
Cristina Villanueva
Los grandes colosos sobrecogen. Los admiramos intimidados por tantas preguntas que habrán recibido a través de los siglos, y hasta creemos ver las huellas de sus constructores posiblemente ignorantes del testimonio que dejaban para el futuro. Reflexionamos en una cultura que ya se fue y nos agrada acercarnos un poco para vivenciar , aunque sea un poco lo aprendido...pero la muñeca de colores locales, de adornos y puntillas populares está viva, como decís, yo también le confiaría a ellas mis secretos.
ResponderEliminarCristina Pailos
¡Ay Cris, el texto ronda mi mente desde hace varios días! Tu mundo interior se expresa con claves que a veces no logro descifrar,y esta vez, otra Cristina , me ha orientado en su interpretación.
ResponderEliminarLa grandiosidad está en el sudor de quienes levantaron estos testimonios de culturas pasadas, pero también , en lo pequeño, en lo sencillo,como en las muñecas, a quienes las podemos mirara a los ojos.
Una prosa poética colorida y llena de significados.
Felicitaciones, Cris.
MARITA RAGOZZA