Cristina Pailos
Las locas de siempre
Parezco la loca del Bequeló. Voy a pedir un turno a la peluquería - decía con frecuencia mi mamá cuando no toleraba sus cabellos en desordenada rebeldía. Tenía muchas expresiones graciosas pero la loca del Bequeló era para mi hermana y para mí un misterio inescrutable. ¿Quién sería esa loca ? ¿Habrá vivido en su pueblo?. Le preguntamos varias veces pero no parecía interesarse mucho en contestarnos. –Fue una mujer medio loca en un pueblo de campo que la gente recordaba cuando yo era chica pero había vivido mucho tiempo antes-
La respuesta no nos conformó y como el único pueblo de campo que conocíamos era Salliqueló en el oeste de la provincia de Buenos Aires , se nos ocurrió que la loca sería de allí.- Seguro que la abuela que todo lo habla mitad castellano, mitad italiano , inventó ese nombre de Bequeló porque Salliqueló no le sale , mamá lo empezó a repetir y así quedó . Fantaseamos bastante y hasta jugábamos a La Loca. A mamá no le volvimos a preguntar.
Pasaron muchos años y en una reunión de amigos, salió el tema de las expresiones, palabras, y referencias que el tiempo se llevó, con especial interés en las jergas de cada familia y de pronto, me acordé de aquella que yo asociaba exclusivamente con el cabello, el espejo y la peluquería. La fantasía que habíamos tejido en la infancia de que la loca debía de tener alguna relación con la familia me había habitado desde entonces, sin que yo lo hubiera advertido.
No lo podía creer: la sobrina de unos amigos y por supuesto, muchísimo más joven que todos nosotros yo, dijo, con los ojos bien abiertos y sorprendidos: Yo la conozco. Mi abuela la cantaba y según ella, la había aprendido de los gitanos que iban por la calle a golpe de pandereta y por sólo unas monedas te entretenían un buen rato, porque la canción era bastante larga . Es una vieja canción española sobre una mujer que perdió su marido y su hijo en la guerra.
Un amigo uruguayo que se encontraba entre nosotros se sonrió y dijo:
-La cantarían los gitanos por una moneda, pero la canción es uruguaya. Se la considera una melodía sentimental patriótica y es un homenaje a las mujeres en las guerras de la independencia. Aquellos sencillos versos tuvieron un enorme éxito popular por el profundo sentido social y humano que encerraban. Se extendió en las ciudades y en la campaña de ambas márgenes del Plata. Creo que apareció como leyenda a fines del siglo XIX y a principios del XX el periodista Ramón de Santiago le puso letra y José María López fue el autor de la música.
-Si me alcanzan la guitarra, ya se las canto.
Yo estaba encantada y hasta orgullosa que los pelos enredados de mi mamá hubieran generado semejante movida cultural. Y ahí arrancó:
En la ramada de un rancho viejo,
nido de gauchos, cerca del Yi,
guitarra antigua tierna lloraba
la triste historia que canto aquí:
-¿Sabéis , paisanos, por qué ando errante
Bajo estos bosques del Bequeló?
Me llaman loca; pero es mentira:
Es que no tengo ya corazón.
Venid, paisanos, venid conmigo,
diré mi historia junto al fogón.
¿Veis mis cabellos? Eran muy negros;
más que las alas del cuervo, más:
están muy secos…tan blancos,
blancos como las flores del arrayán.
¿Veis estos ojos? No tienen vida;
pues, antes puros como el cristal,
fueron dos luces que se encendieron
en una aurora del Uruguay .
Tristes, mis labios son amarillos,
como el pellejo del butihá;
¡ay! , los tenía rojos y alegres
como el penacho del cardenal.
allá en la loma, como un calvario,
veréis ruinas y un triste ombú;
fueron mi cuna, fueron mi estancia,
fueron mi nido verde y azul.
Cuando yo muera, clavad, paisanos,
bajo aquel árbol mi humilde cruz;
que allí murieron mis dichas todas,
allí he perdido mi juventud.
Tenía un esposo que, ardiente, amaba;
y un hijo bello que era mi dios.
¡Ah, que contenta perdiera el cielo
si yo pudiera ver a los dos!
Una mañana… ¡maldita sea!,
cuando esta guerra se pronunció,
mi esposo tierno me dio un abrazo;
llorando mucho, su hijo besó;
pálido el rostro, tomó su lanza,
montó a caballo triste y partió.
aún me parece, lo ven mis ojos
de lejas tierras haciendo ¡adiós!
¡Ay!, mis paisanos! En ese día
perdí un pedazo de corazón.
Pasaron meses, pasaron años,
llorando siempre, siempre peor,
cuando una tarde que al hijo amado
de mis entrañas, contaba yo
del pobre padre que no volvía
la ausencia larga su último adiós,
cruzando un campo llegó un sargento:
de su caballo se desmontó
y al solo rayo de mi esperanza
estas palabras le dirigió:
-¿Ves esta lanza? Fue de tu padre;
por su divisa, bravo, murió.
Tómala y vamos; no te demores,
que en las cuchillas se duerme el sol.
Llorando mi hijo me dio un abrazo, montó a caballo
triste partió.
¡Ay, mis paisanos! En esa tarde
quedó mi pecho sin corazón.
Ya ven dos veces que las torcaces
dulces, arrullan en el sauzal;
y los boyeros, cantando alegres,
cuelgan sus nidos del ñandubay,
pero no he visto más a mi hijo
desde esa tarde negra y fatal.
Allá en la loma, como un calvario,
veréis ruinas y un triste ombú;
cuando yo muera, clavad, paisanos,
bajo aquel árbol mi humilde cruz.
Esta es la historia que, en la enramada de un rancho
viejo, cerca del Yi,
sobre las cuerdas estremecidas
de una guitarra llorar oí.
y al escucharla, con honda pena,
mi labio trémulo, triste exclamó:
¡Ay! ¡Cuantas locas habrá en mi patria
como la loca del Bequeló!
De todas formas, la canción española que cantaban los gitanos también existe y vaya una a saber por qué magia gitana se adueñaron del nombre de esta mujer del Bequeló en el departamento de Durazno y del rio Yi en Uruguay .No importa. Esta vez los gitanos no hicieron ningún contrabando. Quizás su sabiduría muchas veces secular, les haya advertido que las madres y esposas en guerras y conflictos son figuras emblemáticas del dolor, más allá si su destino fue la lucha o terminar vagando como fantasmas en la llanura. Y es que en cualquier parte del mundo, ya sea en la realidad o en la ficción, y cualquiera sea el papel que le haya tocado cumplir – desde Juana Azurduy, luchadora, o estas sencillas mujeres que quedaron vagando como fantasmas en la llanura, o las Madres de Plaza de Mayo y las Abuelas. Son la herida abierta de guerras y conflictos; luchas populares y represiones. ■
Que prosa tan deliciosa, me hace recordar "La loca de amor" Cuantas imágenes y cuanta enseñanza.
ResponderEliminarAmelia
ME ENCANTA COMO VAS DE ESE ENIGMA- RECUERDO A LO SOCIAL.DE LA PROSA AL POEMA INCRUSTADO EN EL TEXTO CON UN BRILLO QUE SE EXPANDE.
ResponderEliminarcRISTINA LOCA PORTUS TEXTOS
C
Me gustó mucho tu prosa, y me encantó la poesía (¿cómo será la música?). Creo que se vería muy bien adaptada para un escenerio.
ResponderEliminarEste hermoso poema de Ramón de Santiago es hoy muy difundido, pertenece al cancionero campero-uruguayo y quizá la versión más conocida es la del cantautor Santiago Chalar (quién la registró en tres versiones).En cuanto a la ubicación del relato es oportuno señalar que el único arroyo Bequeló, del Uruguay, está situado en el departamento de Soriano y cercano a la ciudad de Mercedes.Allí es donde se sitúa el drama de esta mujer. En el relato dice que la historia fue ESCUCHADA de un guitarrero en las orillas del Yi (este río si es de Durazno).
ResponderEliminarEl poema no está basado en las guerras de independencia, sino en las guerras civiles que confrontaron a las divisas en Uruguay luego de la independencia. Ramón de Santiago era un periodista y escritor de la llamada generación del 45, mediados de 1800. Entre otras obras se destaca Tacuarí, nunca publicada que narra la historia de un cacique charrúa con la llegada de los españoles. Según contaba mi padre, Bequeló era un nombre ficticio. En cuanto posea más datos los publicaré.
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