domingo, 4 de julio de 2010



JORGE BOCCANERA

ALAS DE LIBELULA Fotografía

Jorge Boccanera (Bahía Blanca, 1952),  vivió parte de su exilio en México y Costa Rica. En su quehacer literario ha publicado además textos de crónica y de ensayo. En 1976 obtuvo el Premio Casa de las Américas de Cuba y un año después el Premio Nacional de Poesía Joven de México. Hizo clases de literatura y periodismo en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (Argentina). Fue jefe de redacción de los semanarios Crisis de Argentina, [[Plural]] de México y, [[Aportes]] de Costa Rica, y editor del suplemento cultural Forja de la Universidad de Costa Rica. Su poesía ha sido vertida (traducida) al inglés, francés, italiano y otros idiomas. Durante la dictadura militar argentina (1976-1983), Boccanera se exilió en México. Regresó a su país en 1984, sin embargo, en 1989, se fue a vivir a Costa Rica, donde residió hasta 1997, año en el que retornó a Buenos Aires. Actualmente vive en Buenos Aires y trabaja en la agencia de noticias Télam. Dirige además la Cátedra de Poesía Latinoamericana de la Universidad Nacional de San Martín en Buenos Aires y es además director de la revista cultural "Nómada". Varios de sus textos han sido convertidos en letras de canciones por artistas como Mercedes Sosa, Alejandro del Prado, Lilia Vera, Raúl Carnota, Silvio Rodríguez y Litto Nebbia. Obras: Los espantapájaros suicidas, 1974. Noticias de una mujer cualquiera, 1976. Contraseña, 1976. Poemas del tamaño de una naranja, 1979. Música de fagot y piernas de Victoria, 1979.Los ojos del pájaro quemado, 1980.Polvo para morder, 1986.Sordomuda, 1991.Zona de Tolerancia, 1998. Bestias en un hotel de paso, 2001. Antología personal, 2001. Poemas, 2002. Servicios de insomnio, 2005. Jadeo del viaje, (Disco compacto, editado en México) 2007. (Texto biográfico de AL)

 BESTIAS EN UN HOTEL DE PASO
Escalas del deseo para el rinoceronte,
gran cuerno de atizar.
Hay un ancla de huesos enterrada en un cielo
distinto al de los libros,
una historia de escamas y de plumas revueltas
en abrazos y vapores de júbilo.
La gran mole ladeada acomoda la verga, echa a
 
rodar su lágrima de polvo.
Peldaños del deseo para el que corcovea y
Respinga de gozo.
Racimo de pezuñas tachonadas al lomo de la
 
tierra.
Y en la noche del cuerpo: un tambor de jadeo,
selva de cañerías,
de dos que se despiertan dentro de un laberinto
y agitan sin desmayo sus perlas oxidadas, sus
 
armaduras tristes, sonajeros de fierro.
Llueven migas de pan cuando la hembra conversa:
"Desde éste, mi lugar, puedo ver la otra orilla".
Él, callado, contesta
que en dos patas es fácil olfatear ramas altas.
Y en el cuento infinito,
el cazador apunta a la cabeza de los sueños.

HABLAN LOS OJOS DE NAZIM, HIKMET
Sobre mi mano,
la mitad de una manzana brilla.
La otra mitad está sobre una mesa a miles de
kilómetros de aquí.
Es imposible morder esta mitad
sin que duela el vacío.

EL PELUQUERO
Asentaba navajas en un listón de cuero,
porque era su trabajo arrancarle a los rostros
 
sus animales muertos.
Hacía barba y bigote para el espejo atestado
 
de gente.
Su navaja pulía aquella superficie, rasuraba los
 
rostros del espejo y haciendo su trabajo,
¿afeitaba al espejo?
Era más chico que un tarro de gomina Brancato 
mi abuelo,
pero una cabeza más alto que la muerte.
Invitaba al cliente sacudiendo una toalla
y el cliente ocupaba aquel sillón Dosetti de
 
madera y entraba en el espejo.
El estilista hablaba solamente con su tijera
y cuando ella por fin tenía la lengua desgajada
 
hacia un lado, el decía: "servido".
Mi abuelo maquillaba al espejo con estrellas de 
Talco y usaba un pulcro saco blanco.
La muerte -que es prolija- le envidiaba su colección
 
de peines.
Un día la muerte, que hojeaba una revista deportiva, 
dijo: "me toca a mí".
Y ocupó aquel sillón, despatarrada y con
 
un remolino en la cabeza.
"Tiene un pelo difícil", dijo sin voz mi abuelo.
Después, la muerte asentó su navaja y haciendo su
trabajo, ¿rasuraba al espejo?
El peluquero se marchó bajo un cielo cualquiera
 
con estrellas de talco.
El espejo se pasó la mano por la cara afeitada,
 
suave, como un recién nacido.

<<<<<<<<<<<<<<<'

4 comentarios:

  1. eXQUISITA OBRA LA DE ESTE AUTOR ARGENTINO, QUE POR SUERTE VIVE Y ESPERO QUE POR LARGO TIEMPO. QUE SU LLAMA ENCIENDAS MÁS Y MAS PALABRAS.

    EDGAR BUSTOS

    ResponderEliminar
  2. Que lindo encontrar la obra de Jorge, disfrutar hasta de los últimos versos, cuando la lectura cierra con ese:"el espejo se pasó la mano por la cara afeitada, suave, como recién nacido. Un lujo.

    Lily Chavez

    ResponderEliminar
  3. olga cabrera ladu7 de julio de 2010, 17:50

    Jorge gracias por tu poesía , es un placer leerte . Mi cariño

    ResponderEliminar
  4. Que vital sorpresa este encuentro con la poesía de Jorge Boccanera.Gracias

    ResponderEliminar