sábado, 31 de julio de 2010

GRACIELA URCULLU


La vuvuzela



 Amiga del silencio. Pero no por eso el ruido de la vuvuzela, en los estadios deportivos presente en todos, le molesta. Es que suena a animal herido, animal en celo… Buscando sin hallar. No hay, pareciera, gritos de las hinchadas ni de barras bravas, o no.
 Se escucha sólo aquél sonido. Y es que estamos en África, en Sudáfrica en un encuentro mundial de fútbol. Aún con tapones en los oídos, se escucha y molesta, a muchos.
Enfrentamos a los mejores, a los seleccionados  del mundo, se dicen. Orgullosa la vuvuzela, los representa, y los traiciona.
Augurio de la derrota de muchos de los equipos disputando y de la segura derrota de África, olvidada. Salvo cuando fue o es promesa para la codicia.
 Ellos, los de por allí, nunca lograron descollar como equipos de fútbol, ni equipos nacionales o continentales. Tal vez porque le hayan hecho  fama de inferiores, de alguna subespecie, y parecen habérselo creído. Tal vez porque han dividido su continente sin pedirles opinión y dividido a ellos, en continuas luchas fraticidas.
 Derrota eterna de los negros frente a otras razas, a veces bien colocadas en la escalada del poder. Y esto hablando solamente de fútbol que de lo demás, por irremediable e irredimible, ni que hablar. No nos molestemos ni en pensarlo, parece decir el mundo.

La vuvuzela suena como  animal salvaje atemorizado y acorralado por el hombre. Del negro que, de tan salvaje, no quiere renunciar a su cultura. Denuncia los  Hospitales de Niños Moribundos que existen en el continente africano. A los niños muriendo de pestes, de hambre, de  sed, de pobreza. Frente a frente la indiferencia de tantos. Frente a frente. Como en una competencia deportiva, pero al revés: el mundo se enardece con un partido de fútbol.

La nieta del reparador de heridas Nelson Mandela muere en un accidente automovilístico el día del debut África 2010, y a veinte años de la liberación que les regaló a sus hermanos ¿Queda algo por morir?

Todo se puede ver al instante por los cables de Internet llevando millones de imágenes por debajo del agua, al mundo entero. Milagro que, como todos ellos, la inteligencia no puede explicar.
 Mucho, demasiado, espectáculo.

5 comentarios:

  1. Me resultaron insoportables las Vuvuzelas Graciela, aunque también las uso para saludar a los amigos en mi programa. Pero me gustó mucho ese otro lugar donde me dejaste sentada para que escuche el animal salvaje, aterrorizado y acorralado por el hombre y sí, parecía ese grito, ese gemido, ese reproche, ese decir escuchen, es otra cosa lo que estamos diciendo. Muy bueno. Un abrazo.

    Lily Chavez

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  2. Apreciada Graciela, tu texto es breve, categórico, ilustrativo. Las huellas, las horrorosas y lacerantes huellas del colonialismo permanecen casi intactas. Depredaron, mutilaron, esclavizaron. Aún hoy desfilan los "blancos" para hacer grandes negocios y múltiples beneficios. Y creo que los naturales de África aprovecharon el mundial para castigarnos con la vuvuzela, para humillar a los "blancos", tomarse la revancha por un mes. Nadie pudo ignorar el sonido agudo que ofuscó los oídos del mundo.
    Interesante tu nota y bienvenida! Y jamás voy a olvidar las imágenes de los africanos, sus sonrisas... aunque los más pobres (la enorme mayoría) no pudo concurrir a las canchas (más bian es decir "estadio", pero soy de una escuela que se van perdiendo...
    Andrés Aldao

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  3. Excelente y verdadera mirada sobre este instrumento de una de las culturas que más sufrió en la historia y sigue sufriendo. Gracias por entender que el sonido de la vuvuzela tiene otro significado que el espoectáculo y los medios quisieron convencernos. Felicitaciones.
    MARITQA RAGOZZA

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  4. Graciela: Qué texto tan contundente. Tu óptica nos hace reflexionar acerca de las desigualdades, el papel de los medios de comunicación y los horrores de este mundo que supimos conseguir. Felicitaciones.
    Enry

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  5. Muy de acuerdo con tu texto, Graciela. En la época del Apartheid, cuando la división entre negros y blancos era absoluta y Nelson Mandela estaba preso, mucha gente hacia turismo en Sudáfrica y nadie mencionó a la vuvuzela. Supongo que pasó largo tiempo silenciosa.La minoría blanca que hasta se encargó de escribirles otra historia fundacional debe haber silenciado las vuvuzelas. Tienen derecho a hacerse oir aunque lastimen los tímpanos. Es la explosión del grito ahogado durante muchos años. Gracias
    Cristina Pailos

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