Palabras…esto es lo que, con mucha gentileza, Ester Mann
nos ha posibilitado volcar en la página abierta, para cerrar la revista que
«nunca duerme»: un ciclo literario ha llegado a su fin…Pero ¿cómo decir adiós
con solo decirlo? Así, con la irrelevancia del saludo cuando uno se cruza con
otro, sin intención de brindarle ningún minuto para más que lo que se llama «saludito
al vuelo», y mejor que vuele rápido. Incluso, suele bastar con la velocidad de un
«Hi» o «chau» o « ¿qué tal?» y apenas una mano en alto a las corridas, que
nunca va por respuesta. Podría decirse: una brevedad que ni siquiera ofende porque
es simplemente: así, por uso y costumbre y por nada más. Y es justamente en
este «punto» donde, más que nunca, necesito mis suspensivos que, a decir de
algunos, dicen mucho. Es que en verdad, no alcanza un adiós… Hoy y aquí, «lo
breve si breve» me suena a imperfecto e inadecuado para este espacio tan cálido,
en el que se ha compartido además del arte de escribir, cariño, respeto,
reconocimiento, valores,...porque a mi
querido (y tan nuestro) Aldaíto Aldaín, no le voy a dar esa palabra…ni tampoco
a las Artesanías Literarias –con nombre y apellido como debe ser-. Al capitán de esta nave de artesanos literarios,
que ha rescatado talento y náufrago –y cuántas veces, a la deriva-, y que
orientó la brújula en modo escritura hacia un destino al que todos íbamos, navegando
placenteramente… Claro que no voy a decirle esa palabra a tus manos que
timoneaban de sol a sol, asegurando que ningún tesoro hiciera agua, ni que
alguien, como reiteradas veces yo, se perdiera por borda casi hasta ahogarse en
lo insondable de un mar de enredos, que no el de las letras de todos…sino un desierto
personal con motivos innecesarios…esos que me ausentaban por un tiempo, para
reaparecer en decires de espuma, que como mar visitante de playas, a sembrar
caracoles con rumores de viento en la arena…Y allí, vos, capitán, tirando una
vez más la soga para ayudarme a subir, y diciendo: «Ah, volviste, nena, ¿a ver
qué traes de nuevo? Mirá si dejaras de enroscarte en esos enredos que…»
Abel Z¨L / QPD, Andresito querido de todos tus
artesanos, Avi-maistro entrañable, papi elegido que nunca sabré cómo soportaste
tanto y, hasta me convidaste «latkes hechos con tus propias manos» que «no a
cualquiera», según decir de Nurit, tu amada compañera de la vida: a vos no,
seguro que no puedo decirte adiós. Permitime entonces, en lugar de adiós inventarte
un: «en mí» (que no es lo mismo que «mi», ese posesivo que empecé a perder bien
de bebé y ya no supe recuperar.) Así que, tu cuerpo al polvo; y lo mejor de
vos, a la memoria de todos los que te conocimos y amamos. Pero a este «maistro Aldaín»
que me diste un nombre en tus páginas y un lugar en el camino, solo puedo
llevarte en mí. Me señalaste un camino, sabiendo poner el reto donde hizo falta
y el regalo de tu sonrisa plena de ternura cuando mis papeles borroneados te
hacían feliz. Tantas veces y sin hacer ojos ciegos, disculpaste mi inconstancia
en la revista a la que, sí entregué lo mejor de mí, pero nunca todo que hubiera
sido capaz, de no haberme dejado llevar de a ratos por un oleaje en balsa «salvanadas»…
A vos, Aldaín, hombre de valores y convicciones,
luchador incansable por las cosas y las causas que defendías en la vida, mano
amigo lista y hombro fuerte allí donde hacía falta, dueño de la justeza de
algún enojo allí donde había que auxiliar baldosas flojas y enseñar fortalezas:
a vos «el Andresito Aldao» y a tus páginas literarias que siempre en mí, solo
les digo: muchísimas gracias. Nunca cobraste un peso y nos leyeron y comentaron
en todas partes. Exigías el buen modo de decir, pero jamás el qué decir: en
ello, tu lealtad a las letras que deben expresarse, y tu aceptación y
bienvenida sin más distinciones que las del arte de la palabra…
En tanto que una de las diferentes voces que contamos
en Artesanías Literarias primero y Artesanos Literarios después, aquí dejo mi sincero y
enorme cariño por esta «revista que nunca…» durmió, a la que le ha llegado el
tiempo de bajar las persianas de relatos, en aras del merecido descanso. Así
como también, la profunda tristeza de saber que a su mentor, hacedor, y capitán,
dador ocupadísimo en que todos tuviéramos un lugar: Andrés Aldao, le tocó su
hora de cerrar los párpados, definitivamente.
Para vos, Abel: Avi Ben Shlomo en mí, Andresito en
mí, Aldaíto…aquí en mí, latiendo
en el corazón que aun late dentro de mí y hasta el reencuentro… muy buen descanso.
ElsaJaná, o como te gustaba: ElsaJana Trillo Romero
-23/02/2020-
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