Un cadáver en el baldío
La encontraron tirada en un baldío de Kiriat Moshe. Yacía de
espaldas, la cabeza machucada con un avío pesado e inmersa en un charco de sangre pegajosa.
Después que la policía de Rehovot hiciera todas las diligencias, fotografiara a
la muchacha, buscaran entre sus ropas y revisaran las adyacencias en busca de
algo relacionado con el crimen (las cabezas no se machucan solas), la seccional
dio aviso a la brigada criminal de la jefatura central. La muerta era Lilaj Atari
—informó la policía—, copera de un boliche de Tel Aviv, mujer de la noche
vinculada al ambiente de la droga y la trata.
1.
Me despertó el móvil a las tres de la madrugada. Dormía con placer
aunque no recuerdo si estaba soñando... ¡Quién será el guacho que me llama a
esta hora, maldito sea!!! Busqué el móvil
tanteando la mesita...
—Holaaa
—¿Avigdor? Soy Esty de Kiriat Moshe, la hermana de Lilaj...
—Uff, muy linda hora amiga. ¿Qué te ha pasado?
—¡Una desgracia! Encontraron a mi hermanita en un baldío del barrio
cerca de mi casa... Por favor, quiero que vengas, ¿Te acordás dónde vivo, verdad?
—¿De qué me estás hablando, pero si tu hermana aún es una nena?...
—Es mi hermana más chica pero no es una nena. Mi mamá no podía
controlarla... y pasó lo que pasó, pero vení por favor y te explico, Avigdor,
vení a mi casa.
Tardé un rato en despabilarme. Me había quedado leyendo hasta
tarde y tenía un poco de resaca. Puse la cabeza debajo de la canilla; el agua
fría me hizo tiritar. Me preparé un cafe bien cargado. Recordaba a las dos
hermanas yemenitas del barrio lindante a Rehovot. Las conocí en una fiesta
hacía varios años. Me atrajeron por la simpatía y los rasgos agraciados de sus
caras. De vez en cuando encontraba a una de ellas o a las dos por el centro de
la ciudad y tomábamos una cerveza en Pinatí.
Me puse un abrigo y enfilé con el auto hacia Kiriat
Moshé. Hacía años que no visitaba este suburbio de la que fue la ciudad de los
cítricos. Tomé la ruta a Yavne y llegué en unos pocos minutos. El Kent en
ayunas me hizo toser como a un tísico: lo tiré por la ventanilla puteando al
tabaco...
Estacioné frente a la casita ubicada a dos cuadras de la ruta.
Un botón de civil estaba parado a la entrada. Lo saludé y entré a la casa. Esty
me recibió con un abrazo y los ojos enrojecidos. Me contó en pocas palabras lo
que sabía.
—Mi hermana se descarriló en el último año, comenzó a salir varias
veces a la semana y volvía después de la medianoche. La acompañaba un tipo
mayor cuya cara me desagradaba. Estoy segura que ella volvía drogada: ya no la
podíamos manejar. Dormía hasta el mediodía, apenas probaba la comida y tenía
los ojos con un brillo pálido, siempre seria e irritable. No era la Lilaj de siempre... y ahora
esto.
—No sé lo que pueda hacer, Esty, el trámite está en manos de la
policía y por ahora no puedo meterme. ¿Qué dijeron los polis?
Ella me miró compungida y con los ojos extenuados. Mencionaron
que este crimen es obra de un delincuente de la noche de Tel Aviv.
—¿Y vos qué pensás?
—Yo no sé nada, Avigdor. La vida de Lilaj era un enigma... Había
un muchacho de aquí que quería salir con ella, pero a Lilaj no le gustaba.
Le pregunté si sabía quién era: sí, es un tipo separado y
medio pollerudo...
2.
Después de hablar con Esty volví a mi casa y me tiré
sobre el sofá; dormí un par de horas y al rato , despierto, con un café negro
tomado de apuro y un Kent en la mano me
fui a tantear a mi insigne amigo policía Danny Sharabani.
Era media mañana y Rejovot ya bullía de caminantes que hacían
camino al andar. Entré a la seccional y pregunté por Danny. Me vino a ver y
salimos a tomar un café a Pinatí. Le dije que la familia de la muchacha
asesinada me había llamado: conozco a las dos hermanas desde hace mucho
tiempo —le expliqué.— Me pidieron ayuda: les aclaré que el asunto está
en manos de ustedes y que solo puedo preguntar. Decime, Danny ¿hay alguna pista?
Parece que le causé gracia, me miró como a un mono del zoo.
—La mina ésta no era ninguna ingenua —dijo—. Vivía la noche en
los antros de Tel Aviv y es casi seguro de que algún rufián le rompió la cabeza
por deudas de droga, Nuestra investigación va para ese lado Podés decirle a la
familia que esa chica no era una santita y listo. Le agradecí, le pedí que me
llamara cuando tuviera alguna novedad y me fui a mi oficina.
Subí los tres pisos de dos en dos y me acomodé en la silla
giratoria. Cerré los ojos y estuve meditando un rato. Por la manera en que la
mataron no me pareció que algún matón de Tel Aviv lo hubiera hecho. Los tipos
del hampa usarían un bufoso o una sevillana: una piedra o un fierro en la
cabeza es algo inusual para esa gente.
Esty la yemenita me llamó cerca del mediodía. No le dije
lo que insinuó Danny y pregunté si estaba en su casa. Me dijo que sí, que no había
ido a trabajar. El día era gris y ventoso, la lluvia estaba al caer, me puse un
piloto fuera de moda —odio los paraguas—. Le di arranque al Renault. El motor
tosió como yo cuando prendo un faso...Se largó Un chaparrón pero los parabrisas
permanecieron inmóviles: me había olvidado de instalarlos.
Antes de entrar a la casa recorrí la calle donde vive la familia
de Lilaj. Fui caminando a paso tardo observando las veredas, los recovecos, la
zanja del borde. Advertí en el perímetro de tierra de uno de los árboles una
piedra grande que desentonaba. La observé con atención y me pareció ver algunos
cabellos adheridos a pesar de mi miopía. Los separé y puse los pelos y la
piedra dentro de dos bolsitas que llevaba en el portafolio.
Le pregunté a Esty si conocía a la persona del barrio que quería
salir con la hermana. Me dio algunas vagas señas y de paso me dijo que quería
que me encargara de la investigación sin relación con la policía de Rejovot. Y
que cuánto le iba a cobrar...
Me sentí incómodo: era gente conocida y la Lilaj era amiga. No te
preocupes, ya veremos —le contesté
3-
Había dormido poco y regresé a la oficina; no me aguardaba nadie,
ni siquiera moscas o pulgas. Volví a casa y me tumbé sobre el camastro. Me
pareció un lecho de plumas y rosas; no tardé en borrarme de la realidad. Dormí
un par de horas, tomé un vaso grande de café; una ducha rápida y caliente me
repuso el vigor y me fui a la agencia de investigaciones avigdor almog.
Iba a esperar hasta la noche para acercarme a la vivienda del tipo que quería
arrastrarle el ala a Lilaj. No se me ocurrió una idea mejor...
Necesitaba comparar los pelos encontrados con otros que hallé en
la vincha que solía usar la yemenita. Se los podía dar a Danny pero me iba a
apretar con preguntas y no quería darle
una respuesta clara. Sin embargo decidí contarle mis sospechas y entregarle la
piedra y los cabellos.
4.
Viajé a la seccional de policía, encontré a Danny en su oficina
y le pregunté cómo iban las investigaciones en los pabs de Tel Aviv.
—La muchacha hacía más de diez días que no aparecía por los
tugurios de la calle Allenby (calle comercial de día e institutos de masajes y
pabs de noche.
—Escuchame Danny, yo pienso que hay que investigar en el mismo
barrio: la hermana me dijo que alguien del vecindario la cortejaba e iban
a boliches de la zona y me dio los datos del personaje: es un
mecánico de autos que vive cerca de mi casa, de nombre Asher Gutman.
—Estuve merodeando cerca de la casa del tipo –le dije a Danny-,
es un vecino de Kiriat Moshé, y encontré algo que quiero que veas.
Le entregué las dos bolsas; Danny, puestos los guantes de látex,
examinó la piedra y me dijo que le parecía ver algunas señales oscuras que podían
ser de sangre, y que iba a mandar todas las muestras al laboratorio de la
policía. Me agradeció la gauchada y yo le pedí que me avisara cuando tuviese
los resultados. Sonrió con sorna y dijo: ¿seguís jugando al detective...? No
le di pelota y me fui.
Averigué dónde trabajaba el mecánico... Había un taller con
entrada sobre la ruta, a media cuadra de Sheshet a Iamim (los Seis
Días), la entrada al barrio Kiriat Moshé. Me acerqué al lugar. Además del taller
mecánico había otros dos galponcitos, un chapista y un taller de electricidad.
Pregunté por Asher y me lo señalaron.
Le dije quien era yo, le pregunté dónde estuvo la noche del
crimen. Con Esty, respondió sin vacilar. La respuesta me sorprendió... ¿Cómo
es eso? —le dije.
—Conozco a Esty desde hace bastante tiempo: soy amigo de la
familia.
—¿No le echaste el ojo a la hermanita? Negó con la cabeza. Le pregunté si sabía algo
de la chica asesinada. No aportó nada nuevo a la pesquisa.
5.
Al día siguiente llegaron en una ambulancia los restos envueltos
en un lienzo. En varios vehículos viajamos al cementerio de Rehovot. Entre
otros estaba el mecánico. Reunidos alrededor de la tumba escuchamos el largo
rezo de un religioso del cementerio. Esty y elmecánico estaban parados en
distintos lugares pero pude ver miradas entrecruzadas entre ellos. Me llamó la
atención.
La policía interrogó al mecánico, lo retuvo un día entero y
finalmente lo dejaron libre. Se mantuvo firme en su declaración; Estuve esa
noche en casa de Esty y me fui antes de la medianoche...sí,la vi a
Lilaj...llegó antes de irme...sí, estaba viva...solo nos saludamos y volvió a
salir...no, no volví a verlas...no, no se llevaban bien las hermanas...cuando
subí al coche vi a Lilaj caminando hacia
las sombras del barrio...sí,me pareció raro.
Resistió el interrogatorio, las presiones y los trucos de la
policía, todo el tiempo repitió la misma versión: lo interrogaron de improviso,
le cambiaron las palabras y él los corrigió...yo no dije eso...nunca dije
eso...ustedes me quieren confundir... Al final le indicaron que se fuera. no
dejes la ciudad,le recordaron.
Danny me contó todos los detalles y se quedó sin sospechosos. Permaneció
empantanado con un crimen que parecía de fácil de solución y ahora estaba en
cero.
6.
Tuve una corazonada... Fui a la casa de Esty, conversamos sobre
lo ocurrido, la atmósfera era densa y triste; le pregunté, sin vueltas dónde
estuvo ella esa noche...
Esty me miró algo inquieta: ¿por qué me hacés esa pregunta? dijo. Por curiosidad, repliqué. Tal vez metía la
pata pero entendí que la pregunta la desconcertó. Se quedó muda y al rato se
echó a lagrimear. La lágrima se hizo llanto, el llanto histeria...
—No quise hacerle nada!
Le recriminé su conducta y entonces
quiso pegarme con una piedra, nos agarramos, no sé cómo la piedra estaba en mi
mano y le di un golpe en la cabeza, cayó al suelo, se dio vuelta pero no se
pudo levantar... estaba quieta, acerqué mi oído a su boca... no respiraba, no
supe qué hacer, la dejé tirada y volví a mi casa... eso es todo lo que pasó
Avigdor.
— Tenemos que ir a la policía: y contales a ellos lo mismo que me contaste a
mí...—. Sollozó y yo no pude consolarla.
La policía se iba a
encargar; Otro episodio resuelto por mí sin que pueda ver un solo mango.
Detective privado ¡que labura gratarola! No sé si reír , llorar o ir al puerto
a trabajar de estibador, o al mercado
Central como changador... Seguro que para el churrasquito a la placha no me va a
faltar
Salí de la estación de
policía a la madrugada. Enfilé con el coche hacia mi casa, Reflejos rojizos en
el horizonte anunciaban la aurora del nuevo día: el crimen que llamaron pasional
quedó atrás envuelto en las últimas sombras de la noche. Era una réplica yemenita
y femenina de la historia de Caín y Abel... Esty y Lilaj... El fratricidio... ■
Que macana !! La muerte anda suelta!! Muy buen relato pibito ...y como estamos en una cultura necrófila tendrás que llora , en otra cultura hubieras cantado!!
ResponderEliminarAbrazo Pibito lindo.
Nuestro narrador protagonista se va perfilando en cada relato.Veremos cómo se insertará el capítulo "Un cadáver en el baldío" en la trama general del enigmático cuento.
ResponderEliminarGracias Andrés
El relato de Andres, me hace pensar que, ficticio o real, es para este tiempo de violencia que vivimos, cosa de todos los dias. Llamémoslo fraticidio, crimen pasional, violencia de género o como aparezca la noticia periodística, objetiva o morbosa, es tambien en nuestra Argentina, una realidad. Igualmente, pienso, que documentar o escribir para permitir la reflexión, es imprescindible.La alusión a la nena que había crecido, a "mi hermana se descarriló en el último año, comenzó a salir...." es el reflejo de nuestra sociedad. Etapas de la niñez y adolescencia quemadas, están presentes en todas las clases sociales y derivan en estos dramas.
ResponderEliminarEl relato tiene suspenso, pero más allá de esto, me preocupa y entristece. Felicitaciones. Ángeles
No le resultó difícil a Avigdor la resolución de este crimen, observación, perspicacia y lógica que la trama le fue ofreciendo, un entretenido juego literario que se lee de manera fluída, esperaremos otra investigación y ojalá pueda cobrar alguna canonjía, abrazo, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarSobre el real o macabro relato que crea suspenso,y da paso a un Sherlok Holmes, esta el escritor, el excelente escritor.
ResponderEliminarUn abrazo Carmen Passano
Con cada línea Avigdor se parece mucho al escritor...y el desarrollo y la idea se entrega como un contrato ya firmado de antemano a una serie de televisión.
ResponderEliminarSiempre ameno y buen escrito.
Koryto CON Y y no con i
Un abrazo
Policial por el que el lector se desliza hilvanando supuestos personales. La veracidad del relato queda inmersa en un cotidiano mundial, donde el crimen instaurado da lugar a la victimizacion de la victima como primer supuesto, y le revelacion suele venir siempre al margen de la justicia legal. Siempre se necesita de un otro ojo del entrometido para develar el misterio con justeza. ElsaJana.
ResponderEliminarAndrés siempre fiel a sí mismo y a su estilo. Me gusta ese narrador natural cualquiera sea el argumento. Sin embargo, este cuento me despeja finalmente una incógnita que tenía desde hace tiempo. La mayoría de los cuentos que leí se desarrollan en Buenos Aires que recuerda con puntillosa nitidez . Los barrios, las costumbres de su niñez, el centro y hasta la confitería La Fragata de la calle Corrientes. Siempre tuve que saltar los baches de las calles, y los tropos y metáforas del arrabal y del tango al leerlo. No conocía ese amplio glosario. Me gustaban mucho pero al mismo tiempo me preguntaba: ¿seguirá el pasado en su vida? Tantos años en Israel ¿por qué no aparece alguna seña de una sociedad que conozco tan poco pero imagino que tendrá ciudadanos religiosos y ateos, buenos vecinos y delincuentes, preocupados por la política oficial o en contra o indiferentes?
ResponderEliminarAhora sé que podés viajar en el micro desde Flores al centro e inspirarte en esa sociedad conociendo muy bien su idiosincrasia . Por momentos ambas realidades se funden en un narrador que no usa un castellano neutro, sino que sigue siendo rioplatense. Ahí está la síntesis. Ahí está el escritor que usa bien sus años y sus visiones de la vida. Me gustó mucho
Cristina