Un artista plástico elige su obra favorita: León Untroib y su puesto en Plaza Dorrego
Por Andres Compagnucci
En el año 1990 había empezado a pintar cuadros cuyo único tema eran los colectivos de La Plata y Buenos Aires. Y así fue como a través de la constante búsqueda por las terminales de colectivos me encontré con el filete.
Paralelamente estudiaba Diseño en Comunicación Visual en la Facultad de Bellas Artes de La Plata y estaba interesado en muchas cuestiones gráficas, sobre todo pensaba descubrir por dónde podría iniciarse un estilo argentino o porteño. Sentía necesario encontrar una personalidad propia en gráfica como veía que la tenían Suiza o España.
El fileteado sería el punto de partida para esa nueva gráfica. No pensaba que hubiera que copiarlo, sólo rescatar su espíritu. Entonces, me propuse dedicarme al estudio formal del filete. Tuve suerte. Conocí al mejor fileteador: León Untroib, quien pasaba sus fines de semana en un puesto en la Plaza Dorrego. Para mí ese lugar era una especie de santuario, un manantial de ideas y creatividad. Esas pinturas tenían un valor extra, eran la conexión entre el pasado y el futuro. Era el mejor resultado posible de años de trabajo de maestros fileteadores.
Decidí que lo mejor era recorrer los espacios en donde estaban las obras de León para verlas y disfrutarlas antes de que desaparecieran. Muchos eran carteles. Entonces le pregunté por las localizaciones y organicé como trabajo de la facultad una especie de guía turística de Buenos Aires, sólo para ver sus filetes más notables.
El fileteado estuvo presente en muchos de mis cuadros. Durante años pinté imágenes con filetes, mezclando los recuerdos de viajes, de infancia y de colectivos.
De mis encuentros con León me quedan anécdotas risueñas. Yo quería crear una especie de diccionario formal del filete. Un catálogo para que luego pueda ser utilizado, combinando formas y armando composiciones, como se arma un edificio con Rastis. Había leído todas las notas que existían sobre el tema. En base a estas notas y escritos le preguntaba a León por ciertos nombres de las formas del filete que allí figuraban. Por ejemplo, un arabesco circular al que se le llamaba “espianta musca”. León me explicó que no se refería a ninguna forma en particular sino que recordaba una anécdota en un asado mientras pintaba un camión, cuando sus amigos le decían “pintate una espianta musca” porque al hacer movimientos circulares con el pincel espantaba a las moscas.
Otra de las historias que recuerdo es que un conocido profesor de Bellas Artes había comentado en una de sus clases teóricas que los fileteadores llamaban a la sombra del fileteado “champán”, porque tenía ese color amarronado transparente de la bebida. Hablando con León me dijo que el nombre se debía a que la tinta negra que mezclaban con barniz para lograr los sombreados venía en una pequeña caja que decía “Made in Japan”, de ahí a champán había sólo un paso (lunfardo mediante).
Hay más, pero qué sentido tendría seguir con esas anécdotas y ese diccionario.
León Untroib fue para mí un eslabón fundamental en mi trabajo. Su gráfica fue el disparador de un estilo que me hubiera gustado desarrollar. Todavía me recuerdo vagando por colectivos y terminales, buscando filetes que resultaran fuentes de inspiración para mis obras. Imágenes bien argentinas, con espíritu porteño.
Testimonio recogido por Mercedes Pombo
León Untroib nació en Polonia en 1911. En 1923 llegó con toda su familia a Buenos Aires y a partir de los trece años se convirtió en fileteador. Untroib pintó carrocerías, cajas de camiones y colectivos, logrando un fileteado que se transformó en icono nacional. En 1975 la Secretaría de Transportes de la Nación prohibió expresamente el fileteado en los colectivos, considerando esta ornamentación como excesiva. Esta ley impulsó la creación de los “filetes de caballete” y llevó a Untroib a vender sus tablas en un puesto del Mercado de Anticuarios de la Plaza Dorrego. En 1994 Untroib murió, dejando un tendal de fileteados dispuestos a sobrevivir como símbolo de la vida porteña. ■
Me encantó este artículo. Un homenaje y la convicción de continuar para que la esencia del filete no se pierda. Muy bueno
ResponderEliminarCristina
Informativo e interesante artículo para el rescate de la cultura popular, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarLeón Untroib llegó al Río de la Plata en 1923, el mismo año que mis viejos. Llegada de inmigrantes de Europa a la Argentina, impulso de la cultura y el arte de masas, un tempestuoso verdecer de la literatura rioplatense. Fue la casualidad que participé de su sepelio invitado por Saulito Drajer y José Judkovski. Untroib, Fijman, los hermanos Discépolo y tantos miles de inmigrantes que supieron darle la tinta de la inmigración a sus creaciones,
ResponderEliminarGracias querido Andrés,me desburró mucho el texto, qque rescata la cultura popular ,como dice Trinelli.
ResponderEliminarSoy , esencialmente ,provinciana, a mucha honra.
Un abrazo.
amelia
Admiro esa capacidad tuya, Aldao, de rescatar estas memorias de tu gran producción de recuerdos y homenajes de corazón, que nos permiten saber y saber lados interesantes del Buenos Aires, con tanta presición de sentimientos. Muchas gracias. ElsaJaná.
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