VOY A DORMIR
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación; la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides... Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...
YO EN EL FONDO DEL MAR
En el fondo del mar
hay una casa de cristal.
A una avenida
de madréporas
da.
Un gran pez de oro,
a las cinco,
me viene a saludar.
Me trae
un rojo ramo
de flores de coral.
Duermo en una cama
un poco más azul
que el mar.
Un pulpo
me hace guiños
a través del cristal.
En el bosque verde
que me circunda
—din don... din dan—
se balancean y cantan
las sirenas
de nácar verdemar.
Y sobre mi cabeza
arden, en el crepúsculo,
las erizadas puntas del mar.
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación; la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides... Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...
YO EN EL FONDO DEL MAR
En el fondo del mar
hay una casa de cristal.
A una avenida
de madréporas
da.
Un gran pez de oro,
a las cinco,
me viene a saludar.
Me trae
un rojo ramo
de flores de coral.
Duermo en una cama
un poco más azul
que el mar.
Un pulpo
me hace guiños
a través del cristal.
En el bosque verde
que me circunda
—din don... din dan—
se balancean y cantan
las sirenas
de nácar verdemar.
Y sobre mi cabeza
arden, en el crepúsculo,
las erizadas puntas del mar.
Alfonsina , paradigma de la lucha de las mujeres por su independencia. Se abrió camino en un monstruo como es Bs As , siendo mujer, provinciana y madre soltera .
ResponderEliminarGracias por el recuerdo.
amelia
Gracias por estos poemas y por su fotografía tan bella. Siempre será bueno recordarla. Conmueve profundamente el primer poema.
ResponderEliminarCariños
Juany Rojas
La puedo leer repetidas veces a Alfonsina y siempre me fascina, quizás no sólo por su poesía, sino también por lo que comenta Amelia, un ejemplo de lucha de las mujeres.
ResponderEliminarBetty
La puedo leer repetidas veces a Alfonsina y siempre me fascina, quizás no sólo por su poesía, sino también por lo que comenta Amelia, un ejemplo de lucha de las mujeres.
ResponderEliminarBetty
Conociendo algo de esta poeta, sé que es inmensa.
ResponderEliminarLa primera poesía es la asociada a su muerte. Sabía que su cáncer (por aquellas épocas) no tenía cura. Su suicidio no fue, a mi entender cobardía, melancolía u otra explicación. Eligió dejando belleza, el momento y la forma de su muerte. Gracias por recordarla.
¡Ah, estuvo por mis pagos sanjuaninos! G. U.
ResponderEliminarSentido comentarios: sentí necesidad de traerla a la revista: son pálpitos y necesidades del editor.
ResponderEliminar¡Cómo no me voy a detener en este post de Alfonsina! Mis primeros versos estaban netamente influídos por ella. Muchas mujeres argentinas y latinoamericanas comenzaron a escribir distinto después de ella.
ResponderEliminar¡Cuántas nos hundimos en su mítico clamor :"Tú me quieres blanca, tú me quieres nívea, tú me quieres alba..."
Eligió seguir viviendo en sus libros y en una casa en el fondo del mar.
MARITA RAGOZZA