Casi Möbius
Estamos en una estación
de trenes. Una de esas con un andén central y vías de ambos lados. En esta
estación los trenes siempre quedan detenidos un rato y a menudo la gente espera
en el medio del andén para ver qué tren partirá primero. Cuando se escucha la
señal sonora todos corren para entrar en el tren que está a punto de partir.
Aquel día, suena la
alarma de uno de los dos trenes detenidos, la gente corre y las puertas se
cierran, como de costumbre. Pero entonces, es el otro tren el que sale primero
llevando sólo a algunos haraganes que no tuvieron ganas de correr y cambiar de
tren.
La gente que acaba de
caer en la trampa está muy enojada. Abren las puertas de los vagones y salen de
nuevo al andén. Llega otro tren y nos encontramos en la misma situación. Suena
la señal, todos corren, las puertas se cierran. Una vez más, es el otro tren
que sale primero. Nuevamente algunos perezosos se aprovechan de la situación,
pero esta vez se agregan algunas personas que habían corrido al primer tren y
por una cuestión de mayor experiencia en los transportes públicos, decidieron
permanecer en el tren.
La tercera vez que un
tren llega a la estación la mayor parte de la gente permanece en el andén
incluso después de que suena la señal. Esta vez ambos trenes parten dejando a
la gente muy enojada y perpleja.
Esta situación continúa
durante días. Hay un grupo de personas que no logran abandonar la estación. Se
instalan sobre el andén para protestar y muy rápidamente se vuelven celebres.
Empiezan a recibir donaciones de comida, ropa, carpas y otras cosas útiles.
Aparecen por todos lados, en la tele, la radio, los diarios e internet. La
empresa que explota el servicio ferroviario les otorga un pase de honor, con el
cual podrán viajar gratis de por vida si alguna vez logran salir de la
estación. Los “andenistas”, como se hacen llamar, no aceptan abandonar el
recinto si no es dentro de un tren. Al mismo tiempo, no pueden subirse a
ninguno a causa de un trauma demasiado nuevo como para ser tratado por los
métodos conocidos por la psicología y la psiquiatría.
Un canal de televisión
multinacional crea un programa de tele realidad. Los “andenistas” son
filmados las 24 horas y millones de telespectadores los siguen en
todo el país. Hay momentos fuertes, se crean parejas, hay separaciones, visitas
del mundo exterior, un parto y dos casamientos. La estación se convierte en un
lugar de peregrinaje tan hacinado que los trenes deben dejar de detenerse y
finalmente se construye una nueva estación no muy lejos de ahí.
Al dejar de pasar el tren
la estación pierde su interés. El programa de tele realidad pierde su rating y
lo terminan por quitar del aire. Los “andenistas” se quedan cada vez más solos,
y ya casi nadie habla de ellos. Les empieza a faltar la comida y el grupo se reduce
considerablemente. Al final, un solo “andenista” permanece con vida y en un
momento de coraje decide subir las escaleras y salir de la estación.
Encandilado por la luz exterior, la cuesta un poco encontrar la nueva estación.
Cuando lo logra, baja al andén utilizado el pase sin límite que había recibido.
Sobre una de las vías hay un tren detenido y otro está llegando. Duda un
instante y luego sube al que está a su izquierda. La señal suena y el tren
parte.
Xafier, hay diversión y algo mucho mas en tu relato… Sos un mago en la capacidad de observación y el texto breve y preciso. Salis de la simpatia, y usando sutilmente la inteligencia, sacudis al lector con señales: se pone en marcha la reflexion y hasta por alli, generosos tesoritos entre lineas. ¿Y si hablaramos del tren de la vida? Que la proxima señal no nos encuentre con nuestro tren partiendo. Mi admiración, Xafier. ElsaJaná.
ResponderEliminarCreo que es una alegoría sobre una forma de posible existencia humana. Su lectura contagia perturbación, y y remite a otro plano. Lograr este dualismo es muy difícil.
ResponderEliminarFelicitaciones al autor.
MARITA RAGOZZA
Con fina ironía el autor explicita los equívocos y banalidades en que la sociedad capitalista se ve inmersa. C.A.T.
ResponderEliminarJavier, tus ensaladas surrealistas son impagables por lo que dicen, pero más aún por lo que no dicen. Bravo por el "andenista" que logró llegar a su destino!! Un abrazo.
ResponderEliminarME IMPRESIONÓ ESTE RELATO BREVE Y DESCARNADO QUE A PESAR, A TIEMPOS, ME HIZO SONREIR. CON LENGUAJE SIMPLE PERO CORTANTE EL AUTOR LOGRA UNA SENSACIÓN ESPECIAL E INDETERMINADA EN MI CASO, PERO MOVILIZA, E IMAGINO ESE ES EL OBJETIVO. POR OTRO LADA ALGO QUE PODRÍA ACONTECER EN CUALQUIER MOMENTO. FELICITACIONES AL AUTOR. Marta Comelli
ResponderEliminar