Ilustración de Liliana Lucki - lápiz coloreado
IV.
A través de los ventanales abiertos,
escuchas los sonidos de la ciudad dormida.
Enorme, la luna llena está tan cercana
que ansías tocarla. Selene
penetra en tu cuarto.
Su luz reverbera sobre los cristales.
Las dos, tres, cuatro… de la madrugada.
Sientes el insomnio crecer y las horas que pasan.
Son las cinco. A Lo lejos,
tañen los bronces del alba
y prestos los monjes se reúnen para orar.
Oyes el primer graznido
de los cuervos.
Amanece en Jerusalén.
Los pájaros saludan el nuevo día
aunque el sueño no ha venido.
Fue otra noche de oquedad
en un falso otoño de estío.
V.
Víspera del shabat. Más
allá de la medianoche,
aún arden las velas, alumbran las lámparas del salón.
Aún resuenan las plegarias.
Se siente el gozo de la
celebración.
La cena ha sido copiosa;
el vino, abundante, glorioso.
Sobre la mesa, panes, restos de comidas.
El aroma de las especias
perdura intacto en el aire.
Aún se saborea.
A través de la puerta entreabierta de las alcobas,
se escucha la sueva respiración de quienes,
con tanto amor manifiesto,
pliegan y despliegan sus cuerpos,
cual música en el
silencio de la noche.
Luego serenamente reposan. Duermen.
Giro del reloj de arena
para que tu sueño se extienda.
XXI.
Jerusalén,
¿acaso el aire denso del desierto o el azafrán
de tus piedras trastocan cuerpos y mentes?
Pregunto porque temo perder
la cordura
en el círculo rojo del insomnio.
Olvidar quién soy
y desbordarme cual torrente hacia el mar,
que en vano me aguarda.
Sólo me quedan preguntas y ese oscuro deseo
que tibiamente se asoma en el sueño;
pero grande es mi miedo
de permanecer en él y sublimar la locura.
Aquí, todo es posible y simultáneo:
El reverso y el anverso de la trama.
Sueños que se sienten reales y,
a veces, la realidad es sólo un sueño.
Aquí, en un adormecer, he recuperado el amor
perdido en la nostalgia del tiempo y la muerte.
Dime tú adiós, si decirlo no logro.
Morir no es nada; difícil es
perderte.*
*Umberto Saba
XXVI.
Cuando la luz se esconda
tras su ropaje de sueños;
cuando las voces se quiebren
por el cansancio,
y las calles detengan su andadura
sosegándose,
el silencio avanzará sobre la noche,
la envolverá con el aroma de la rosa
prendida en su traje.
Blanco de ilusión, rojo de amor, negro de muerte.
Será la hora en que el
Todo se funda con el Uno.
La geografía de un pecho será blanda almohada;
la oscuridad, belleza.
Y la paz anegará el cosmos.
del El círculo de los sueños,
Buenos Aires, 2012.-
A medida que nos introducimos en "El circulo de los sueños" se teje un espiral de sensaciones y lentamente llegamos a un fin inesperado.
ResponderEliminardonde el pasado abre la noche y el recuerdo que aflora dejándonos invulnerables.
Celmiro
Sentí lo mismo que Celmiro , el poema va in crescendo , en intensidad y en imágenes increíbles , hasta llegar a un clímax luminoso. Muchas gracias.
ResponderEliminarLos poemas han pulsado una cuerda íntima de mi ser por la ciudad Jerusualén, seguro que desde otro punto que la autora. Con sus versos he mirado con los ojos de mi fe esa ciudad que subyuga por su historia, remueve alguna que otra orfandad, clama paz.
ResponderEliminarFelicitaciones Elvira y gracias por las emociones despertadas.
MARITA RAGOZZA