martes, 27 de agosto de 2013

Elvira Levy



Ilustración de Liliana Lucki - lápiz coloreado


IV.



A través de los ventanales abiertos,
escuchas los sonidos de la ciudad dormida.
Enorme, la luna llena está tan cercana
que ansías tocarla. Selene penetra en tu cuarto.
Su luz reverbera sobre los cristales.

Las dos, tres, cuatro… de la madrugada.
Sientes el insomnio crecer y las horas que pasan.

Son las cinco. A Lo lejos,
tañen los bronces del alba
y prestos los monjes se reúnen para orar.

Oyes el primer graznido
de los cuervos.
Amanece en Jerusalén.
Los pájaros saludan el nuevo día
aunque el sueño no ha venido.

Fue otra noche de oquedad
en un falso otoño de estío.



V.


Víspera del shabat. Más allá de la medianoche,
aún arden las velas, alumbran las lámparas del salón.
Aún resuenan las plegarias.
Se siente  el gozo de la celebración.

La cena ha sido copiosa;
el vino, abundante, glorioso.
Sobre la mesa, panes, restos de comidas.
El aroma de las especias
perdura intacto en el aire.
Aún se saborea.

A través de la puerta entreabierta de las alcobas,
se escucha la sueva respiración de quienes,
con tanto amor manifiesto,
pliegan y despliegan sus cuerpos,
cual música  en el silencio de la noche.
Luego serenamente reposan. Duermen.

Giro del reloj de arena  para que tu sueño se extienda.



               XXI.

               

 Jerusalén,
¿acaso el aire denso del desierto o el azafrán
de tus piedras trastocan cuerpos y mentes?

                   Pregunto porque temo perder la cordura
en el círculo rojo del insomnio.
Olvidar quién soy
y desbordarme cual torrente hacia el mar,
que en vano me aguarda.
Sólo me quedan preguntas y ese oscuro deseo
que tibiamente se asoma en el sueño;
pero grande es mi miedo
de permanecer en él y sublimar la locura.

Aquí, todo es posible y simultáneo:
El reverso y el anverso de la trama.
Sueños que se sienten reales y,
a veces, la realidad es sólo un sueño.

Aquí, en un adormecer, he recuperado el amor
perdido en la nostalgia del tiempo y la muerte.

Dime tú adiós, si decirlo no logro.
Morir no es nada; difícil es perderte.*

 *Umberto Saba

                                          

XXVI.


Cuando la luz se esconda  tras su ropaje de sueños;
cuando las voces se quiebren  por el cansancio,
y las calles detengan su andadura
sosegándose,
el silencio avanzará sobre la noche,
la envolverá con el aroma de la rosa
prendida en su traje.
Blanco de ilusión, rojo de amor, negro de muerte.

Será la hora  en que el Todo se funda con el Uno.

La geografía de un pecho será blanda almohada;
la oscuridad, belleza.
Y la paz anegará el cosmos.



                       del  El círculo de los sueños,  Buenos Aires, 2012.-

3 comentarios:

  1. A medida que nos introducimos en "El circulo de los sueños" se teje un espiral de sensaciones y lentamente llegamos a un fin inesperado.
    donde el pasado abre la noche y el recuerdo que aflora dejándonos invulnerables.

    Celmiro

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  2. Sentí lo mismo que Celmiro , el poema va in crescendo , en intensidad y en imágenes increíbles , hasta llegar a un clímax luminoso. Muchas gracias.

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  3. Los poemas han pulsado una cuerda íntima de mi ser por la ciudad Jerusualén, seguro que desde otro punto que la autora. Con sus versos he mirado con los ojos de mi fe esa ciudad que subyuga por su historia, remueve alguna que otra orfandad, clama paz.
    Felicitaciones Elvira y gracias por las emociones despertadas.
    MARITA RAGOZZA

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