jueves, 23 de mayo de 2013

Andrés Aldao



La Incongruencia De La  Pantalla Vacía



La miro con una expresión de cariño. Un puchero de contrariedad asoma, apenas, en los impalpables labios de la pantalla. Ella sigue quieta, muda, inexpresiva. Las ideas no surgen. Los temas permanecen inmersos en la nada de la entelequia cerebral. Pliso la frente, entrecierro los ojos (enrojecidos por el trasnoche) pero es inútil: el páramo cerebral es la respuesta.

Es comprensible, especulo. Buenos Aires me ha quedado a tantos años de distancia. Años luz de la realidad que me inundó en las caminatas por aquellas calles que cambiaron su rostro añejo por una modernidad lujuriosa.
Contemplo la pantalla. Desolado. Ningún signo, opaca, lisa y callada; mi S.O.S. no la conmueve y mi cerebro sigue displicente, las ideas no se vislumbran, los intentos se apelmazan en las tuberías inalámbricas del núcleo del pensamiento.
Desisto. Tiro la toalla pero no cuelgo los guantes. La pantalla se siente victoriosa aunque me niego a aceptar su imposición maligna.

Es cuando interrogo a mi conciencia, ¿estoy decididamente acabado? ¿ya no volveré a escribir un par de frases que valgan la pena? ¿me aguardan los bancos de los parques, el ocio de un decidido crepúsculo, la exclusión de la vida activa?

Vuelvo a mirar a la pantalla y es como si percibiera mi historia, como un inmenso, profundo y largo cubilete cuyos dados plasman en cada una de sus caras lo acontecido en estos largos años de mi vida. La participación en los avatares políticos del siglo XX, sus guerras y revoluciones, los romances juveniles, los fracasos y las prisiones, la camaradería, las largas reuniones donde se pretendía arreglar el universo y que nunca llevaron a nada, como si una poderosa fatalidad rigiera los destinos de la vida y sus conflictos.

Quería escribir un texto literario y con algo de historia, una especie de reseña de los hechos pero la pantalla, en su exasperante mudez y atonía, invalidaba mis esfuerzos e intenciones enviándome mensajes ininteligibles y burlones. Ásperos e hirientes.

Con una taza de café bien negro, cargado y fragante, quise reanimarme, darme estímulo. Me quitó la modorra, el fastidio y la rutina, pero la imaginación, (la muy zorra) seguía atrofiada. Las ideas se columpiaban con placer en las portezuelas del pensamiento: era un juego diabólico y obstinado que no se dejaba arquear ni someter… ¿Qué hacer…? Abandonar el bote? ¿Lamentarme? ¿Echarme a llorar? ¿Dedicarme a juntar estampillas o zapatos viejos? No tenía respuestas…
De pronto se iluminó la pantalla, mejor dicho los candiles de la imaginación, reacios y solapados, y pude continuar mi escrito sin problemas… Entonces mis ojos, pegoteados por espesas lagañas, se abrieron a gatas, parpadearon con pesadez. Lancé un suspiro quejumbroso: no estaba delante de ninguna pantalla: había sido una solapada alucinación en medio del sueño de la noche.
Por las dudas, me levanté del catre, prendí la compu,  a los segundos el brillo galopante del monitor corroboró que había tenido una pesadilla.





11 comentarios:

  1. Primera vez parece y 'ultima tambi'en parece como los sue;os, cuanod uno despierta no existe mas que el recuerdo., felicitaciones Aldao, es muy bueno, toda la revista est'a muy buena.
    Afectuosamente Sandra

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  2. Ja ja Pesadilla por la que transitamos muchas veces como una oscura realidad de la que volvemos a despertar...pero nunca sabemos hasta cuando! Un cariño, Andrés! Susana Macció

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  3. La pantalla vacía, la hoja en blanco, la pesadilla del escritor, y la significación de los bancos de los parque:el fracaso, el ocio y la exclusión. Sin embargo, el personaje rescata de la propia situación la posibilidad de escribir un relato, utilizando como recurso "el despertar" de un mal sueño.
    Muy bueno Andrés, Gracias
    Ofelia

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  4. Bloqueo y nostalgia en la distancia. Tensión ante el monitor. No llega la idea, la creación. El escritor es un dios en sí mismo, no inspirado por el Señor o las Musas, él mismo se dicta y crea.
    Un relato empático, como una confesión que humaniza al autor como artista y lo coloca en esa ansiedad, la cual no suele tener tintes heroicos.
    Andrés, llegas a lo más profundo y con valentía. Excelente.
    Felicitaciones y un gran abrazo.
    MARITA RAGOZZA

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  5. Ay Pibito como te entiendo!! Y a veces ! "la vida es sueño "!! A mi me pasa cdo ando clifata suelo mira la pantalla en blanco . Te quiero Pibe !!

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  6. El desamparo del monitor con su brillo burlón como el de las estrellas,la pesadilla que significa para la pretensión de escribir se me hace lo más parecido a la eternidad donde todo es eterno y sin embargo, nos sobreponemos y un día llegan las tres frases que nos justifican. Aguda observación escrita con maestría, abrazo, Carlos Arturo Trinelli

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  7. Cuanta nostalgia de tu País. lña pesadoilla ya pasó. Te lo aseguro. ¿recuerdas los lemas de 68 como "la imaginación al Poder?
    Buno siempre hay altibajos, me parece.
    Cariños desde tu patria.
    Graciela

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  8. De eso que "la realidad supera la ficción" surgió un soberbio relato con varios entrelíenas. Un placer acompañar la peripecia

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  9. No siempre tenemos hambre, ni sueño, ni ganas de bailar o charlar
    eso se extiende a todo tambien a las musas, peroaveces achacamos las cosas a los años

    pensemonos jovenes llenos de ilusiones, soñemos.

    A veces todo me sobra
    las reunions sociales
    la risa, pero me queda todavia
    dormirme con sueño, robar unos jazmines
    perderme entre las letras
    y querer un tiempo mas
    para seguir los sueños
    y llenar las carillas

    Carmen Passano

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    1. hermoso comentario, Carmen Oassano. Muchas gracias a tí y de paso a todos los que han comentado este relato algo sicodélico (andrés)

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  10. En esa pantalla blanca que te pesadillaste, te veo a vos, Aldain, repleto de cosas siempre para contar y hacer. La veo con mucha luz, porque estas en ella. Y ya ves, un minuto de pantalla blanca y enseguida, tan sentido relato. Abrazo. ElsaJana.

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