domingo, 27 de mayo de 2012

Arturo Haffner * (por la copia Andrés Aldao


EL RUFIÁN MELANCÓLICO


Sobre autores, lectores y la sombra de Roberto Arlt, mi creador...


El señor César Aria es todo un pedagogo de la literatura, repartidor de laureles, calificaciones, palos y úkases al voleo. Aunque no es el único... (Me hubiese quedado tranqui, pero cuando involucran a mi creador, Roberto Godofredo, y escriben tantas guachadas, la bronca sube y sube. Y entonces reviento, como los testículos de mi antiguo compinche el Astrólogo)


“No sé si yo era un chico inteligente− confiesa Aira con un mohín coqueto−. o Borges tiene algo que también sabe atrapar a la juventud  Yo era jovencísimo, pero aun así sentí toda la grandeza, la elegancia, la exquisitez de sus textos, eso que es casi un veneno porque nos mal acostumbra y después todo lo demás en literatura parece no estar a su altura” ...”Eso marcó mucho, de allí salió toda una vertiente literaria, sin ir más lejos, Cortázar. Aquí podría yo parafrasear a Oliverio Girondo y decir que el mejor Cortázar es un mal Borges” (sic).
 “Para empezar −prosigue su descarga espermal César Aira −, debo decir que todos mis libros son experimentos. Son pensados como tales, pero no se trata de experimentos hechos con la seriedad metódica de un científico sino con la seriedad ametódica de un sabio loco o de un niño que juega al químico y mezcla dos sustancias para ver qué pasa...Con Mil gotas intenté narrar [...] una huida de esas gotitas que van a todo el mundo pero atraviesan distintos niveles de significación, de lo literal a lo alegórico, a lo simbólico [...]  y dan una idea de una dispersión verdaderamente multidimensional”. (Más claro, alquitrán −acotación del  autor.)
”Mi literatura viene de esa línea intelectual, borgeana, pero con unos vigorosos afluentes arltianos. De Arlt he tomado el expresionismo, esa cosa que a Borges lo horrorizaría. Aunque a él le gustaban las viejas películas expresionistas alemanas, pero casi como una aberración intelectualmente interesante. Arlt es el escritor que sin saber nada del expresionismo es un expresionista nato, deformador a ultranza”.(Reportaje a César Aira publicado en Suplemento cultural de ABC)

Respiración Artificial de Ricardo Piglia es otra de las muestras de esa literatura de las palabras, plomazo en la que la acción, la trama, la historia, la narración (al estilo de Arlt, Cortázar, Soriano, Onetti etc.), son excrecencias anticuadas, arcaísmos de ancianos, cuentos de Samaniago en los que el sapo es el protagonista, la jirafa la vecina del sexto, el topo un sátiro, la leona la mina del cabaret y el zorro una especie de Philip Marlowe. 
Alguien pontificó que Piglia y/o Aira son los herederos de Roberto Arlt. Doy vuelta la página o me secciono la lengua. Recuerden que soy un cafishio...


Del Juan José Saer de “Responso”, su primera novela,  van quedando despojos, vestigios, con esa escritura cada vez más grata para los roedores de las academias, y de los censores literarios, auténticos escalpelos que hacen cirugía retórica mayor sin haber estudiado medicina literaria. Los lectores que admiraron la prosa del Saer de otros tiempos, entre los que me encuentro, lo han puesto en el índex de los indescifrables.
Cuando la socióloga argentina Beatriz Sarlo, crítica y académica, calificó la obra de Arlt como literatura de la crueldad, tal vez tuvo alguna razón. Su escalpelo mitrista penetró en los “organos internos” de la obra literaria de Roberto. Pero a la literatura arlteana no hay que sumergirla en formalina. La vida que fue no necesita de sus juicios de valor académicos: a Arlt se lo debe leer, no hacerle autopsias... Y al que no le gusta su escritura, que no lo lea, que se consagre a la deconstrucción o al placer solitude.

Pienso que, en última instancia, cada autor tiene la prerrogativa de escribir de acuerdo a su concepción de la literatura como arte, a sus experiencias personales, en el estilo literario que le resulta más adecuado y según el placer que le procura. Y también a los lectores les corresponde igual prerrogativa: leer lo que les genera deleite, satisfacción e interés. Considerar a la literatura como fuente  de placer íntimo y estético es el anhelo inmediato del lector. 
Una literatura para disfrutar y valerse de todos los sentidos para leer y gozar deleitándose.
Rastrear en la mente del escritor para descubrir su perfil sicológico, el impulso más secreto, la motivación edípica o el complejo de Electra, tiene una connotación de placer solitario similar al onanismo... Me hago cargo de todo lo que he escrito: recuerden que fui el rufián melancólico según me caracterizara Roberto… ¡Gran tipo el loco!

Arturo Haffner


* (a “el Rufián Melancólico”). Para los que no lo saben: participé y fui uno de los personajes principales de “Los siete locos” y “Los Lanzallamas”. 


(Por la copia. Andrés Aldao)



5 comentarios:

  1. La obra, siempre la obra, sin caer en el intento pseudo-psicologista o cholulo sobre el autor.
    ¿ Para que seccionarse la lengua, Andrés? si tienes el remedio: " Rajá, turrito, rajá".
    MARITA RAGOZZA

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  2. Esta es una de las sorpresas que nos depara la Literatura cuando queriendo engrandecer la limosna el santo se desnuda...

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  3. Un logrado juego literario, inteligente y mordaz, C.A.T.

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  4. Me encantó el artículo.
    Creo que vale para todos los escritores, leerlo. Sin intentar hacer biopsias O sesgos.
    Amelia

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  5. "El rufián melancólico" se desprende de su creador originario y pretende tomar vida propia de la mano de A.Aldao...Ya liberado se enfrenta a una crítica literaria,muchas veces refugio de escritores fracasados, que se nutre deshaciendo, desintegrando,ofendiendo y quitando sentido a la unidad de la obra literaria.
    Coincido con C.A.T.,excelente juego literario.
    Gracias Andrés

    Ofelia

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