Abaporu (del tupi-guaraní “hombre que come”), un personaje salvaje y solitario, es el rostro emblemático del movimiento antropofágico brasileño. Obra de la pintora brasileña Tarsila do Amaral realizada en 1928 con fuerte influencia cubista aunque con mayor compromiso social en sus temas que otros representantes de dicha tendencia.
Pintura que en su origen fue el regalo para el cumpleaños de su esposo entonces, el escritor Oswald de Andrade se convirtió en una de las pinturas más valoradas del mundo y emblema de aquella significativa vanguardia de Brasil. En 1995 fue adquirida por el coleccionista argentino Eduardo Costantini a un precio altísimo y se expone en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA).
Se considera que esta composición: -un hombre, un sol, un cactus- inspiró a Oswald de Andrade para escribir y desarrollar el Manifiesto Antropofágico , con la intención de “deglutir” la cultura europea ,las culturas indígenas y negras para que el producto de esa digestión se transformara en la auténtica cultura brasileña. Tarsila no fue sólo una talentosa ilustradora de las formulaciones teóricas del movimiento antropofágico. Si bien estaba imbuída de los lineamientos de la vanguardia europea, sus tonos fuertes: amarillo, verde, azul, naranja y morado, el uso estilizado de formas redondeadas nos presenta un universo “salvaje”, mágico, onírico salido de las leyendas indígenas y africanas, profundamente arraigado en la cultura popular y una anticipación de lo que será mucho más tarde el realismo mágico. Podría decirse que ella se anticipó a este movimiento vanguardista que encabezaría Oswald de Andrade y que abarcó la literatura, la pintura y la música.
Hemos mencionado a Tarsila do Amaral en las artes plásticas y a Oswald de Andrade entre los escritores, pero no podríamos olvidar a Hector Villalobos en música. Imbuído de ese mismo espíritu de búsqueda desde lo brasileño con una mutua influencia de lo clásico a lo popular y de lo popular a lo clásico afloran sus famosas bachianas brasileñas.
De cómo la antropofagia se convirtió en positiva y creadora
Un tango argentino sobre la identidad cultural de América latina diría sabiamente que quinientos años no es nada porque las búsquedas de verdades históricas ocultas o la valoración de la creatividad sin preconceptos de eurocentrismo continúan, se suceden unas a otras, se producen debates y desencuentros pero cada movimiento, en cualquiera de los países del continente, en procura de dichos objetivos siempre fue un paso superador en el autoconocimiento, la identidad creadora y el incentivo para la investigación académica.
Muchos lectores estarán pensando: la palabra antropofagia no es atractiva ni evoca imágenes estéticas,¿ cómo se le puede encontrar una connotación positiva?
Sin embargo, con este nombre se conoce a uno de los momentos culturales más importantes de la cultura brasileña en el siglo XX que fue lanzado en 1928 con el “Manifiesto Antropofágico” de Oswald de Andrade. Fue una verdadera revolución cultural que no sólo apelaba al encuentro de la verdadera identidad brasileña hacia adentro, hacia sí misma, sino también a colocar la cultura del país en el escenario universal. Anteriormente, bajo el movimiento romántico, en primer lugar, poetas y escritores habían reparado en el rito caníbal e “I Juca Pirama” de Gonçalvez Diaz fue un verdadero poema épico sobre el indio.
Los europeos seguían horrorizados con los relatos de los verdaderos caníbales y también con este movimiento que parecía reivindicarlos. De alguna manera se rescató una interpretación del rito caníbal por la cual se dice que comerse al enemigo debería ser casi un honor para el que se transforma en manjar y también para los comensales porque eso habla del respeto al otro, de la consideración que se le tiene por su valor y de la heroicidad que implica tener un enemigo de semejante estatura de héroe. En fin, el movimiento antropofágico buscaba una sólida identidad brasileña, distintas voces dialectales, distintas identidades en una en un país tan extenso y de variada geografía, de diferentes pueblos indígenas, negros y blancos pero sin el misterio o las fantasías exóticas generadas en otras culturas.
No era un movimiento nacionalista sino de indagación sobre una verdad no filtrada por teorías acuñadas por Academias de otras latitudes sin el conocimiento de los mitos y leyendas verdaderos o inventados, por qué no, pero siempre desde la realidad variopinta de lo auténticamente brasileño. Se trató de una ruptura de los discursos desde otras culturas, pero para que llegue sin distorsiones a otras culturas. [1]
Los escritores y artistas del primer gran movimiento cultural brasileño del siglo XX no estaban alejados de las vanguardias europeas. Todo lo contrario. Las consideraron muy positivas en ese proceso de desentrañar otros valores culturales y otra apreciación estética y Tarsila do Amaral estudió en Paris con maestros europeos pero tenían en claro que más allá de horrorizarse ante un canibalismo americano autóctono que no siempre se pudo comprobar, los oriundos del viejo continente seguían indiferentes a las cortadas de cabeza, o de orejas como trofeo que llevaron a cabo los españoles o portugueses encargados, entre otras cosas de introducir la sagrada religión. También había que hacerles recordar en Europa que el manifiesto del Dadaísmo firmado por Francisco Picabía se llamó “Manifiesto Caníbal”. De todos modos, Antropofagia no fue un movimiento compacto sino bastante heterogéneo, de grandes contrastes y transgresiones. Lo que sin duda queda en evidencia es una potente y luminosa vitalidad en todos sus seguidores
Macunaíma de Mário de Andrade
A modo de advertencia, aconsejo no confundir a Oswald de Andrade que escribió y desarrolló el Manifiesto Antropofágico con Mario de Andrade , el autor de Macunaíma, la novela más emblemática de aquella generación. El mismo apellido pero ningún lazo familiar entre ellos.
Mario de Andrade fue un destacado narrador y poeta. Una de sus novelas: Amar, verbo intransitivo (1927) causó cierto escándalo en su momento por tratar la iniciación sexual de un adolescente por una mujer madura, una institutriz alemana contratada por el padre del joven pero con su segunda novela, escrita en una semana, Macunaíma (1928), produjo el estandarte que buscaba el Manifiesto Antropofágico y una de las novelas más importantes de la literatura brasileña. Florencia Garramuño, especialista en la cultura de Brasil e investigadora del Conicet dice al respecto: “En la Antropofagia , la celebración de la modernidad y la incorporación de todas las conquistas europeas encuentra en el antropófago la figura emblemática de un país nuevo que venía a devorar y renovar las energías de y renovar las energías de una vieja Europa entonces en decadencia”[2]
La inspiración le vino de la lectura de la obra de un etnógrafo alemán, Koch Grünberg que desde los primeros años del siglo había recopilado leyendas e historias de los indios taulipangues y arecunás de la Amazonia brasileña y venezolana y que por esos años murió de malaria. De Andrade prefirió que su obra fuera presentada como rapsodia y no como novela; quizás porque el término tiene más resonancias de tradición oral o también porque además de escritor fue un musicólogo indagador de la música que brotaba de este país que más bien parece un continente. Y sí, desde siempre contiene la exageración que quizás sea su rasgo que más resalta: flora, fauna, frutas , colores, variedades lingüísticas , mar que se acerca a costas larguísimas, sonidos que brotan de instrumentos y ritmos variadísimos.
La novela consta de diecisiete capítulos y un epílogo. En ella, el héroe, o antihéroe , Macunaíma, descendiente de la tribu de los Tapanhumas, es sólo fuerza natural, amoral y salvaje . Puro instinto y pasiones . Parece desconocer la razón. Es un personaje sin raza, ya que pasa de una a otra durante la novela y sin edad. Es inocente, casi el prototipo del “buen salvaje” pero no tan inocente como para dar a conocer sus secretos naturales y prodigiosos poderes. Es sensual, apático y su frase preferida será: ” Ai! que preguiça!” ¡que pereza! y no quiere trabajar si encuentra otras formas de conseguir dinero.
Macunaíma es lo mejor y lo peor de Brasil a principios del siglo XX que intenta desprenderse de un pasado colonial para reencontrarse consigo mismo pero no es fácil la identificación con una mezcla de ciudad pujante encaminada hacia la industria y una selva impenetrable e inexplorada.
Nuestro personaje en Sao Paulo se enfrentará a una realidad diferente que intentará comprender desde su mirada selvática. Considera que en la ciudad todo lo que le rodea es una especie de máquina que no es tan diferente a los animales de la selva o las estrellas del cielo. Después recorrerá todo Brasil. Será perseguido por diversos personajes y esa será una forma de unificar el territorio de Brasil –como una serie de simples puntos de referencia unificados por personajes históricos pero que esconden verdaderas historias diferentes. Finalmente, el héroe regresará a su tierra trayendo de la ciudad algunos objetos de la “civilizaçao paulista” que más le habían interesado: un reloj, un revólver- .
Las fuentes en las que se basó Mario de Andrade fueron las leyendas populares por transmisión oral que recogió en el país, y también textos publicados por el etnógrafo alemán T. Koch-Grünberg, y estructuras estilísticas clásicas europeas, narraciones populares americanas, leyendas o otros documentos que son el paisaje de fondo. De esta manera, el autor digiere multitud de textos y estilos quedándose con aquello que le sirve para aplicar a su narración como a su protagonista, “sin carácter”, según el autor. Esta falta de carácter, se convierte en una estructura novedosa que se adelanta tanto al realismo mágico latinoamericano , como al surrealismo. Se trata de una cultura brasileña que no se termina de comprender a sí misma. Exceso de bailes, de frutas, de animales, de leyendas, de dioses, de monstruos, odiseas sexuales, engaños, de cuentos populares. País de abundancias que desbordan, de un territorio excesivamente grande y diferencias entre regiones, pero al final muestra una evolución hacia la identidad.
Recién en el capítulo cinco Macunaíma se referirá al espacio donde está como una unidad: Brasil.
Al final, Macunaíma es el verdadero héroe de Brasil que desde la situación más primitiva logra convertirse en el emperador, vencer a un gigante, enamorarse de una diosa y el mismo al final de sus días convertirse en una constelación. Pero a diferencia de los héroes clásicos, morirá pobre, cojo y amenazado por la lepra. Muchos de sus grandes logros serán mentiras y engaños. Traicionará a su familia y perderá la oportunidad de la inmortalidad. Incluso al final de sus días, el único ser que lo recordará será un papagayo o una cotorra a la que le ha contado todas sus aventuras.
Macunaíma vuelve en la década del 60
En la década del 60 surge el Tropicalismo ,otro gran movimiento de vanguardia brasileña que abarcó todas las artes, la literatura y el cine y traspasó las fronteras de Brasil. La magnitud y las características de este estallido creativo merecería una nota aparte. Pero Macunaíma no pudo resistirse a la magia del cine y en este nuevo golpe vanguardista y aunque un poco metamorfoseado respecto de su protagonismo en la novela, vuelve en 1969 en la película del mismo nombre dirigida pro Joaquím Pedro de Andrade y la actuación de Grande Otelo, Paulo José y Jardel Filho.
Surrealismo, realismo mágico, parodia, es un poco todo eso. (Es muy interesante. Pueden bajarla por Internet)
[1] La conquista de América- El problema del otro de Tzvetan Todorov
Nosotros y los otros de Tzvetan Todorov
[2] Antropofagia y Tropicalismo: dos momentos por Florencia Garramuño, Revista Ñ . 418. 1ro. de octubre de 2011
[3] Estrategias Mitogenéticas en Macunaíma de Mario de Andrade por Marcin Kazmierczak- Universitat Abat Oliba CEU
El Indio, la antropofagia y el Manifiesto Antropófago de Oswald de Andrade de Mariano Dubin. Universidad Nacional de La Plata y Universidad Nacional de San Martín
Lamento que me hayan sacado los comentarios. Felicitaciones Cristina. Soy lectora y los leo bastante, pero no tienen muy buen humor los que se enojan. ¿Tan grave es olvidarse del nombre? Estoy ponderando no criticando este texto. Y después de todo, mi nombre no es importante.
ResponderEliminarSoy María Luisa Pérez E. pero vuelvo al anonimato. Me es mucho más cómodo leer y no dejar comentarios. Tras que me cuesta dejarlos...
Saludos
Mária Luisa Perez E. Tartagal
Aclaración para la Sra.Maria Luisa Perez E. Tartagal:
ResponderEliminartal vez una falla técnica, u otra razón tan común en internet han anulado su comentario: no ha habido ninguna intención premeditada para borrar sus comentario. Firmados o anónimos, bienvenidos son...
el editor
Qué poco que se sobre Brasil!!! Tu artículo me abrió la puerta a un mundo que empezaré a investigar, muchas gracias, Cristina!!
ResponderEliminarAusente por un par de números de Artesanías, Cristina Pailos nos ha regalado un texto notable, ilustrativo de la historia íntima del Brasil, de sus artistas, pintores y escritores. ¿Arriesgo una hipótesis? Este desconocimiento del país hermano se debe en gran parte por los "celos", por la xenofobia chovinista y un cuestionamiento cultural de parte de sectores avenidos a la cultura europea. Felicitaciones, Cristina, y debemos pedirte que completes tu mirada exhaustiva sobre la múltiple cultura brasileña. ¡Para coleccionar!
ResponderEliminarCristina una nota que es una enciclopedia de arte y a pesar que conocía el cuadro y algo de la literatura brasileña me es desconocido el pasado indígena de la zona pero debo confesar que la música de Villalobos es preciosa y sus Bahianas sobre todo la Nº 5 cantada o no es maravillosa.
ResponderEliminarGracias por acercarnos a lo desconocido y por tus trabajos.
Un abrazo
Celmiro Koryto
Este ensayo no solo nos nutre sino que, en mi caso, llena un vacío, desconocía a Macunaíma y a la corriente antropofágica y los mitos que recrea, excelente, mis felicitaciones a la autora y al editor, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarEs increíble que de un país hermano, vecino no conozcamos su cultura. Para mi es todo un hallazgo. Brasil siempre parece un poco distinto a nuestro continente sudamericano. La inocencia del buen salvaje que quiere sacarse de encima el colonialismo impuesto, lo convierte, según la autora- en lo mejor y en lo peor de Brasil.
ResponderEliminarHoy , quizás también tendrá que re-encontrarse con sus raíces, país que es industrial y también selva inexplorada.
Felicitaciones a la autora.
MARITA RAGOZZA
Muchas gracias por los comentarios.Es mucho lo que desconocemos de Brasil y en eso coincido con la opinión de todos ustedes. Siempre me ha llamado la atención la divulgación escasa o nula que tienen algunos aspectos de la cultura del resto de nuestro continente y en consecuencia , el desconocimiento de muchos autores. Tal como sugirió Andrés Aldao voy a continuar con algunas notas más sobre Brasil y para que quede tranquila Marita Ragozza le adelanto que mi próxima nota será sobre ese otro gran movimiento cultural brasileño de la década del 60 que se denominó TROPICALISMO. Quedan otros momentos en la historia de la creación brasileña que trataré de ir armando.
ResponderEliminarCristina
Cristina , mis sentidas felicitaciones.
ResponderEliminarEs un tema apasionante y como dices, hay una deuda histórica con las culturas de nuestro continente.
Gracias y espero la Próxima-
abrazo. amelia
Fascinante el ensayo como fascinante y desmesurado es Brasil y su cultura. Tan solar el estudio que te felicito
ResponderEliminarCris Villanueva