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lunes, 27 de junio de 2011

VASILI GROSSMAN - Vidas rotas en Stalingrado


VASILI GROSSMAN

Luis Fernando Moreno Claros 18/06/2011

Cuantos disfrutaron con esa inmensa novela que es Vida y destino -"la Guerra y paz del siglo XX"-, del escritor ruso de origen judío Vasili Grossman (1905-1964), tendrán que leer Por una causa justa, la "primera parte" de la anterior, una primicia en castellano de idéntica magia narrativa. El célebre reportero de guerra que fue Grossman vivió en persona las más heroicas y amargas experiencias en el frente germano-soviético. Nada escapaba a su mirada, ni las tétricas escenas de devastación ni las calladas hazañas anónimas. Tanto en el frente como en la retaguardia se devoraban sus crónicas con fruición. Este gran periodista desarrollaba también una obra literaria privada, iniciada antes de la guerra y que continuó a su término, de ella forma parte Por una causa justa. A Grossman lo han comparado a Tolstói y Chéjov por su maestría psicológica y su profunda humanidad. Esto es lo que llama la atención en esta novela, publicada en 1952 en la Unión Soviética, un año antes de la muerte de Stalin. Grossman no era todavía el disidente político que llegaría a ser poco después, cuando cobró conciencia de su singularidad judía tras el Holocausto en Ucrania y el antisemitismo demostrado también por los soviéticos. Y aunque la guerra había transformado sus creencias comunistas, Por una causa justa todavía no era tan crítica con el régimen soviético como más adelante lo será Vida y destino, aunque fuera subversiva de manera indirecta, de ahí sus dificultades con la censura. Según los burócratas comunistas el autor no destacaba la importancia del partido ni el liderazgo de Stalin en la dirección de la lucha contra Alemania; lejos de ello, centraba su objetivo literario en la narración de los avatares de un vasto elenco de personas concretas, gente corriente como los miembros de la familia Sháposhnikov, a la que pertenece el físico Strum, y multitud de personajes secundarios, desde mineros y operarios industriales hasta generales, algunos de los cuales aparecerán en Vida y destino. Y es que para Grossman son los hombres y las mujeres reales, sus almas y sus acciones -casi siempre bondadosas-, quienes merecen la mayor relevancia: ellos encarnan "el pueblo ruso", con nombres y apellidos. Y son sus dignas vidas, pisoteadas y rotas por las fuerzas del mal -Hitler y sus asesinos- las que Grossman salva de entre las cenizas de la historia en sus magníficas novelas. Por una causa justa iba a titularse Stalingrado, puesto que sus personajes sufren los primeros días de aquel encarnizado asedio, pero un censor amigo de Grossman le recomendó el cambio de título por el actual, un lema del ministro Molótov tras el repentino ataque alemán a la URSS el 22 de junio de 1941. Esta fecha aciaga convulsionó los destinos de millones de personas, y a sus vidas trató de acercarse Grossman. ¿Qué mayor subversión que este sentimiento por parte de Grossman cuando el despiadado Stalin, al igual que Hitler, se creía comandante de anónimos rebaños humanos destinados al matadero como carne de cañón? ■

lunes, 9 de mayo de 2011

VASILI GROSSMAN: La 'precuela' de 'Vida y destino



'Por una causa justa', recién editada, comparte escenarios y personajes con el gran fresco de Vasili Grossman

IGNACIO VIDAL-FOLCH - Barcelona - 21/04/2011

Rechazado por miope como combatiente voluntario, Vasili Grossman, entonces de 35 años, presenció como reportero de Estrella Roja, la revista del Ejército, los combates contra los ejércitos invasores alemanes desde el rápido repliegue de los primeros días de la Operación Barbarroja, pasando por la defensa de Moscú, la batalla de Stalingrado, donde permaneció cinco meses, la contraofensiva por Ucrania, hasta la toma de Berlín; llegó hasta el despacho de Hitler en el búnker de la cancillería y se llevó de recuerdo varios tampones personales: "Orden del Führer", "El Führer confirma"... En esos cinco años solo leyó una novela: Guerra y paz, la obra maestra de León Tolstói sobre el pueblo ruso ante la invasión napoleónica. La leyó dos veces. Y se propuso volver a escribirla.
Su novela río Vida y destino, muy conocida entre nosotros, se proponía, como su modelo, tejer un tapiz épico en el que se alternasen con naturalidad las peripecias de los numerosos protagonistas con los avatares de la patria en sus momentos de mayor peligro, oscilar entre los destinos individuales de los personajes, la descripción precisa de las batallas decisivas y la meditación sobre la naturaleza humana, su grandeza y miseria sometidas a la prueba de la historia. Algunos destacados hombres de letras españoles juzgan que en efecto Grossman consiguió emular a Tolstói, que la comparación entre ambos escritores no es grotesca, aunque curiosamente las élites culturales rusas no consideran Vida y destino como un "clásico del siglo XX".
Por una causa justa, que acaba de publicarse (Galaxia Gutemberg), algo así como la precuela de la gran obra, está ambientada en el primer año de la invasión nazi de la Unión Soviética y concluye cuando se libran los primeros combates en Stalingrado; participa de la misma ambición épica y coral de Vida y destino, y el lector de esta novela encontrará aquí algunos de los personajes de la otra: Víctor Shtrum, el físico que opera como álter ego del autor, el comisario Krímov, los Shaposhnikov, el clan familiar en torno al que se articula el relato... El punto de vista es también el del tradicional narrador omnisciente que observa y describe con la misma facilidad lo que sucede en el campo de batalla, en el cuartel general de los dos ejércitos y en la mente de los combatientes. (El narrador está incluso al corriente, y nos cuenta, de lo que pensaron Hitler de Mussolini y viceversa, reunidos en un cónclave secreto mediada la campaña: "Mussolini conjeturó que el invierno y la cruel derrota sufrida en el asedio a Moscú habían hecho mella en Hitler". En cuanto a este, "al echar un vistazo al Duce barruntó que al cabo de cinco o seis años aquel ya habría entrado de lleno en la decrepitud").
¡Asombrosa facultad de meterse en la conciencia de dos personajes históricos!... Quizá hubiera debido disimularla un poco, por mor de la verosimilitud... Bromas aparte, lo cierto es que el autor tenía ya aquí el mismo modelo tolstoiano, el mismo conocimiento de primera mano de los mil detalles significativos de la materia que trata, un caudal de anécdotas, episodios y conocimientos técnicos sobre la guerra, y disponía del mismo talento literario para mantener en vilo al lector entre amores y batallas y para movilizar un enorme número de personajes: dotes y talentos que dan amenidad a las mil páginas de esta novela y que desplegaría majestuosamente en Vida y destino.
Pero a diferencia de su celebrada obra Por una causa justa, que comenzó a redactar después de la rendición de Von Paulus en Stalingrado, en 1943, sí pudo ser publicada, y además en el año 1952, en vida de Stalin, con lo que eso significa sobre la ecuanimidad de su juicio crítico de los acontecimientos que narra y sus protagonistas. En aquellas fechas el más tenue signo de escepticismo estaba fuera de la ley, y ya desde el mismo título la ambigüedad queda descartada y se afirma la intención de la obra. De cara a la publicación, Grossman fue obligado a reescribir una docena de veces algunos episodios, a corregir y a podar para adaptarse a la conveniencia del discurso oficial sobre la "Gran Guerra patria" y a la estética del realismo socialista. Aquí no pudo haber ninguno de los atrevidos paralelismos entre los campos de concentración alemanes y soviéticos, ni la sombra de una crítica al poder bolchevique, aunque de todas maneras se deslizaron entre las mallas de la censura algunas frases quizá involuntariamente chocantes y significativas, como este elogio de la honestidad del tesorero de un koljós: "En toda su vida jamás había sido llevado a juicio ni interrogado".