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sábado, 5 de febrero de 2011

Carlos Levy - poemas



Carlos Levy nació en Tunuyán, Mendoza en 1942.Publica: Inmensamente ciudadano (Intemperie 1967)La memoria y otras piedades (Bitácora 1984)Anverso reverso, con Alfredo Lorenzo (1989)
Café de náufragos (1992)Té con hielo (1997)La palabra y sus nombres (1998)Destierros (Canto rodado 2000). Apasionado por el cine gana en Paso Reducido con Alberto Cirigliano, premios a la mejor película, sonido y montaje con Hombres de vino y Fantasía en blanco (Mendoza 1980-1981). Pertenece al grupo Aleph y, junto a Carlos Carbone, Eugenio Mandrini, Marcos Silber y Hugo Toscadaray a la Sociedad de los Poetas Vivos. Fue Director de la Biblioteca Pública General San Martín. Sus cuentos y poesías fueron publicadas por diversos medios provinciales, nacionales y del exterior. En 1995 le es impuesta la Orden Mercedes de San Martín.En 1997 recibe el Premio Reconocimiento a su labor otorgado por el Gobierno de Mendoza y en 1999 la Distinción Pachamama.

II

El hombre y la mujer estaban borrachos de ginebra,
no hablaban
ni reían
ni lloraban, sólo bebían.
Fumaban y bebían:
cada trago
los hizo más transparentes
hasta que sólo quedó el humo.
Hubo cierta melancolía
en el mozo cuando dijo:
se fueron sin pagar otra vez, los fantasmas.
III
Con la última luz que se rezaga
de esta tarde de octubre que no vuelve
he muerto un poco más que de costumbre,
que de costumbre,
un poco más:
dice mi epitafio:
yace en este bar
carlos levy
bebiendo ginebra
con más tedio que otras veces.
                               IV
...vendrá la muerte y tendrá tus ojos
                                                                         C.Pavese
Después
la memoria será una inmensa piedad desparramada en la tarde.

Y alguien
Llenará un hueco del aire con tu nombre.
Después de después
vendrá la muerte y tendrá
también los ojos de la memoria.
                  El vino
No
el trago solemne del salón
digo el vino que está en la fe perdida,
en la noche que aún se estira y en los locos,
vino del silencio y los infiernos de adentro,
ese mismo que anima
a curda feroz del hombre gris que se desata.
Hablo del vino de los bares
que despuebla catedrales,
de las putas y borrachos sin más,
ese que beben los fantasmas sin descanso
como si fuera el mar de los náufragos del alma.
Vino de la vida o de la muerte, qué más da.
Digo beberlo
como el profeta descreído
que quema la biblia para iluminar su horca.
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