Hay olor a eucaliptos y
ronroneos de gatos en la vieja casa del pueblo.
Al asomar la luna se escucha
la risa de Frida que llega con su blusa bailando sobre las caderas mientras
corre.
Marco la sigue con su pecho
desnudo tratando de disimular latidos.
En la vieja casa, entre risas
y jadeos, se duermen sin usinas ni lamparitas, sólo la luna afloja la
oscuridad.
Los primeros rayos del sol
descubren a Frida y Marco cuando salen abrazados.
Corren por el césped hasta
llegar al asfalto y ven una multitud de personas que gritan, insultan, golpean
y queman.
Ellos siguen, se miran y un
guiño les anticipa que al atardecer, cuando asome la luna, tienen que volver a
la vieja casa del pueblo, para dormir abrazados; hasta que despunte el sol.
Betty Badaui