El cuarto oculto
Otra vez ese sueño! Estela se despertó temprano, como siempre,
para tener tiempo de tomar mate y leer el diario antes que los chicos se
levanten. Esteban ya había salido.
Mientras se lavaba y vestía siguió pensando en el sueño: repetido
muy a menudo pero siempre distinto, de repente descubría al lado del ropero o en un rincón del comedor una puerta que nunca
había visto, a la que no había prestado atención, y que conducía a otro
dormitorio, a ese otro dormitorio que tanto anhelaba y que solucionaría el
problema de espacio del departamento, tan grande y sin embargo pequeño para sus
tres hijos, un varón y dos nenas. El asunto del lugar se había convertido en
una obsesión para Estela.
Disponía de poco tiempo, salía tan temprano de casa que solo
alcanzaba a dejar a los chicos sentados frente a sus vasos de cacao, sus sandwiches para la escuela preparados en
sus bolsitas, la llave del departamento colgada del cuello de Sandra, la mayor,
de ocho años, que asumía la responsabilidad de cerrar con llave y acompañar a
sus hermanos a la escuela y al jardín.
Cada vez que apurada cerraba la puerta a las siete y diez de la
mañana, lo hacía con esa opresión en la garganta que solo olvidaba cuando se sentaba
en el autobús y empezaba a pensar en el día que la esperaba: el trabajo y
después las compras, cocinar…
Estela creía que si tuvieran otra habitación para el varoncito
todo sería más fácil: la casa estaría ordenada, cada cosa en su lugar y sería
sencillo limpiar. Jorgito podría traer a sus amigos a jugar en su habitación y
los hermanos no se pelearían tanto.
Y entonces el sueño, esa habitación oculta que ella no era capaz
de encontrar. Muchas veces antes de dormirse daba vueltas en su cabeza a las
posibles soluciones: cerrar el balcón y convertirlo en una habitación, pero
entonces el salón perdería su fuente de luz; transferir la cocina al rincón del comedor y
convertir la cocina en una habitación costaría una fortuna. Las fantasías de
Estela eran innumerables, costosas e imposibles de concretar.
Muchas veces cuando volvía a las cuatro de la oficina,
encontraba a los chicos jugando o mirando televisión. Entraba a la cocina y veía los vasos de cacao
que seguían intactos sobre la mesa y la comida que había dejado en el horno no
había sido tocada. Entonces volvía la angustia a la garganta y el cansancio la
rendía. La inútil pregunta "chicos, ¿porqué no comieron?" quedaba sin
expresar: otro interrogante sin respuesta.
Esteban no decía nada, él volvía a las cinco y muchas veces se
iba más tarde para hacer alguna changa que redondeara el presupuesto. El debía
lidiar con su propio cansancio y no podía darle consuelo. Por eso cuando soñaba
con la habitación oculta, cuando abría esa puerta, la inundaba una ola de alegría
y se despertaba feliz, no se desanimaba pensando que era sólo un sueño.
Esa felicidad le iluminaba el día, y la aprovechaba.
Por supuesto, pasaron los años, se mudaron a una casa más
grande, los hijos crecieron y las habitaciones fueron quedando vacías una a
una… Estela nunca más soñó con el cuarto misterioso pero a través de los años
entendió que la puerta -a veces verde, otras marrón, un día enorme y otro
pequeñita- no llevaba a ninguna habitación de la casa si no a un sitio mágico
de su propio espíritu. En ese lugar oculto y dormido en las horas del día estaba
su fuerza y la determinación que le permitieron luchar, mantener su casa y su
vida sin claudicar, sin traiciones ni resignaciones. El pequeño sitio secreto
de su alma. ■
Ester Mann
Muy linda historia Ester. Claro está que aiempre miras hacia adentro y conoces al ser humano. Siempre está la comprensión en tus relatos. Me gustó.
ResponderEliminarGraciela
Ah... y además ¡Feliz Día de la Patria para vos y familia!
ResponderEliminarGraciela.
Que lindo Nurit!! Sabes yo sueño con una casa ...siempre...y mi analista dice que soy yo ...y debe ser cierto nomas porque depende del estado de mi animo es como la encuentro.
ResponderEliminarUn abrazo!!!
Uno de los grandes descubrimientos de Freud fue el inconsciente ( creo, mejor lo sabe Amelia ) y que suele manifestarse sin trabas en los sueños. Pero la autora logra en vivencia propia del yo literario, la perturbación y el misterio de los dos universos; el de la vigilia y el del sueño.
ResponderEliminarAy, ese residuo del sueño que tuvimos y que experimentamos al despertar!
Super logrado.
Felicitaciones, Ester y cariños.
MARITA RAGOZZA
La ilusión por dar lo mejor choca con la realidad y lleva a la protagonista al mundo de los sueños que producen la renovación constante de la ilusión, temas cotidianos tratados con la sabiduría de la observación son la especialidad de la autora, saludos, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarEster es un mundo de reflexiones, de juicios sobre el presente y la vida cotidiana. 'Nada de lo humano le es ajeno' y lo expresa con la continuidad de sus relatos.
ResponderEliminarandrés
Muy humano crearse una puertita a la ilusión, pero narrado con la metáfora literaria y la irrupción de lo cotidiano lo hace más poético
ResponderEliminarUn texTO CIRCULAR QUE NOS MUESTRA NO SOLO LAS ETAPAS DE LA VIDA, SINO LA DE LOS SUEÑOS. EL SOÑAR DESPIRTO TRALADA AL DESCANSO NOCTURNO EL DESEO DE AQUELLO QUE ANSIAMOS ESTANDO DESPIERTOS. HE CONOCIDO HISTORIAS COMO ESTA CERCANAS, CASI PEGADAS A MI PIEL. ME EMOCIONÓ EL PERSONAJE DE MADRE LUCHADORA YSÓLIDA. HERMOSO. MARTA COMELLI.
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