jueves, 23 de mayo de 2013

Ester Mann




El cuarto oculto

Otra vez ese sueño! Estela se despertó temprano, como siempre, para tener tiempo de tomar mate y leer el diario antes que los chicos se levanten.  Esteban ya había salido.
Mientras se lavaba y vestía siguió pensando en el sueño: repetido muy a menudo pero siempre distinto, de repente descubría al lado del ropero o  en un rincón del comedor una puerta que nunca había visto, a la que no había prestado atención, y que conducía a otro dormitorio, a ese otro dormitorio que tanto anhelaba y que solucionaría el problema de espacio del departamento, tan grande y sin embargo pequeño para sus tres hijos, un varón y dos nenas. El asunto del lugar se había convertido en una obsesión para Estela.
Disponía de poco tiempo, salía tan temprano de casa que solo alcanzaba a dejar a los chicos sentados frente a sus vasos de cacao,  sus sandwiches para la escuela preparados en sus bolsitas, la llave del departamento colgada del cuello de Sandra, la mayor, de ocho años, que asumía la responsabilidad de cerrar con llave y acompañar a sus hermanos a la escuela y al jardín.
Cada vez que apurada cerraba la puerta a las siete y diez de la mañana, lo hacía con esa opresión en la garganta que solo olvidaba cuando se sentaba en el autobús y empezaba a pensar en el día que la esperaba: el trabajo y después las compras, cocinar…
Estela creía que si tuvieran otra habitación para el varoncito todo sería más fácil: la casa estaría ordenada, cada cosa en su lugar y sería sencillo limpiar. Jorgito podría traer a sus amigos a jugar en su habitación y los hermanos no se pelearían tanto.
Y entonces el sueño, esa habitación oculta que ella no era capaz de encontrar. Muchas veces antes de dormirse daba vueltas en su cabeza a las posibles soluciones: cerrar el balcón y convertirlo en una habitación, pero entonces el salón perdería su fuente de luz;  transferir la cocina al rincón del comedor y convertir la cocina en una habitación costaría una fortuna. Las fantasías de Estela eran innumerables, costosas e imposibles de concretar.
Muchas veces cuando volvía a las cuatro de la oficina, encontraba a los chicos jugando o mirando televisión.  Entraba a la cocina y veía los vasos de cacao que seguían intactos sobre la mesa y la comida que había dejado en el horno no había sido tocada. Entonces volvía la angustia a la garganta y el cansancio la rendía. La inútil pregunta "chicos, ¿porqué no comieron?" quedaba sin expresar: otro interrogante sin respuesta.

Esteban no decía nada, él volvía a las cinco y muchas veces se iba más tarde para hacer alguna changa que redondeara el presupuesto. El debía lidiar con su propio cansancio y no podía darle consuelo. Por eso cuando soñaba con la habitación oculta, cuando abría esa puerta, la inundaba una ola de  alegría  y se despertaba feliz, no se desanimaba pensando que era sólo un sueño. Esa felicidad le iluminaba el día, y la aprovechaba.

Por supuesto, pasaron los años, se mudaron a una casa más grande, los hijos crecieron y las habitaciones fueron quedando vacías una a una… Estela nunca más soñó con el cuarto misterioso pero a través de los años entendió que la puerta -a veces verde, otras marrón, un día enorme y otro pequeñita- no llevaba a ninguna habitación de la casa si no a un sitio mágico de su propio espíritu. En ese lugar oculto y dormido en las horas del día estaba su fuerza y la determinación que le permitieron luchar, mantener su casa y su vida sin claudicar, sin traiciones ni resignaciones. El pequeño sitio secreto de su alma.

Ester Mann

8 comentarios:

  1. Muy linda historia Ester. Claro está que aiempre miras hacia adentro y conoces al ser humano. Siempre está la comprensión en tus relatos. Me gustó.
    Graciela

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  2. Ah... y además ¡Feliz Día de la Patria para vos y familia!
    Graciela.

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  3. Que lindo Nurit!! Sabes yo sueño con una casa ...siempre...y mi analista dice que soy yo ...y debe ser cierto nomas porque depende del estado de mi animo es como la encuentro.
    Un abrazo!!!

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  4. Uno de los grandes descubrimientos de Freud fue el inconsciente ( creo, mejor lo sabe Amelia ) y que suele manifestarse sin trabas en los sueños. Pero la autora logra en vivencia propia del yo literario, la perturbación y el misterio de los dos universos; el de la vigilia y el del sueño.
    Ay, ese residuo del sueño que tuvimos y que experimentamos al despertar!
    Super logrado.
    Felicitaciones, Ester y cariños.
    MARITA RAGOZZA

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  5. La ilusión por dar lo mejor choca con la realidad y lleva a la protagonista al mundo de los sueños que producen la renovación constante de la ilusión, temas cotidianos tratados con la sabiduría de la observación son la especialidad de la autora, saludos, Carlos Arturo Trinelli

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  6. Ester es un mundo de reflexiones, de juicios sobre el presente y la vida cotidiana. 'Nada de lo humano le es ajeno' y lo expresa con la continuidad de sus relatos.
    andrés

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  7. Muy humano crearse una puertita a la ilusión, pero narrado con la metáfora literaria y la irrupción de lo cotidiano lo hace más poético

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  8. Un texTO CIRCULAR QUE NOS MUESTRA NO SOLO LAS ETAPAS DE LA VIDA, SINO LA DE LOS SUEÑOS. EL SOÑAR DESPIRTO TRALADA AL DESCANSO NOCTURNO EL DESEO DE AQUELLO QUE ANSIAMOS ESTANDO DESPIERTOS. HE CONOCIDO HISTORIAS COMO ESTA CERCANAS, CASI PEGADAS A MI PIEL. ME EMOCIONÓ EL PERSONAJE DE MADRE LUCHADORA YSÓLIDA. HERMOSO. MARTA COMELLI.

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