Como al pasar
Ese espacio, ese vergel. Debajo de las hojas intrincadas del patio, nace el
agua en mi frente.
El despiadado hacer de la zapa levanta la tierra, que cede desde mis manos.
Hay almácigos esperando las mieses y pequeños sarmientos que este verano darán
flores. Éstas, enhebrarán el colorido ritmo del jardín. La huerta es un cuento
aparte. Macetas de barro cocido, engalanan la ventana de la cocina.
Contienen orégano, perejil, albahaca y cilantro. Unos tomates cherry se unen a
otros con forma de dátiles. Y las pequeñas lechugas conviven con la rúcula y la
salvia.
Noches más tarde, comparto con la luna, el eterno aroma de los azahares. Es
marzo y los naranjos están en flor. Sin más el laurel se mantiene retraído
Me deleita escucharme pensar, mientras voy hacia lo que se fuga. Un ave
levita entre rieles de humo y queda capturada en mi silencio.
Todo eso para que no todo caiga dentro de ese ramillete de segundos que
dura la idea.
La idea que destruye la tendencia a creer que mañana lloverá y podré
omitir el riego
En las manos, el espejo de una nueva foto, en la que no me reconozco. Ese
alguien ha vivido mucho y es otro, e ignora que su vida repta por un
sol sin ganas.
La piel en la que vivo, agoniza día a día, hasta diría, casi con soltura y
su juventud en hálitos escapa. Cada beso recibido lo mantiene y se esfuma
en calendarios que bordan cada arruga.
Esta mañana, los girasoles se miran en un sol ciego y hacen camino
conmigo. Considero no ser más que un árbol en medio del campo que exige
unas gotas para elevarse. La vida, es un oficio difícil, cuando ciertas manchas
blancas comen la memoria. En tanto devoro sueños, sólo una lágrima me hace
falta para sentir el río.
Aún así, estoy cerca y tan lejos y nada más que una noche necesito para
irme.
Hoy he ido a la ciudad. Una vereda de pájaros pedalean mis pies.
Circulan chicas con blusas de otra tarde y concibo sus pieles mías. Inmerso en
el erótico nudo, en las vidrieras, ni siquiera soy reflejo.
Paseo la mirada por figuras obesas de barro y canto, mientras enhebro
camino por una aguja que vaga en el orificio de la nada.
Creo la pregunta, convertida en pájaro, en hombre, camuflado tras sus
plumas. Ruego al menos, que el adiós sea oliendo orgasmos disipados entre
hilachas de espuma.
Hermosa foto, muy pinton, y estos breves que me han sorprendido.
ResponderEliminarAhora me afecta un dios más pequeño, que bello eso Celmiro. Un abrazo
Lily Chavez
Koryto desarrolla sin pausa ese estilo entre personal y surealista que aplica a sus poemas. Cuestión de gustos y de obra hecha con un cuidado muy especial-
ResponderEliminarandrés
Sensuales imágenes en la mirada de un atardecer,
ResponderEliminaren la que nace agua en la frente del poeta y la
pregunta se convierte en pájaro.
Gracias poeta
Ofelia
Un poema con tinte bucólico , diría , diferente a los que nos tiene acostumbrados Celmiro.
ResponderEliminarUn texto que me ha transportado y sentido los perfumes de marzo , el olor a tierra a huerto.
El hermetismo final no logra opacar en mi la luminosidad del texto.
Me encantó Celmi!
Una prosa poética colmada de imágenes e ideas que, duras y existenciales, hacen reflexionar, saludos, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarEl poeta levita y con él, la naturaleza. ¡Cuánta vida en este bellísimo poema en prosa! El poeta, con su mirada masculina, recorre umbrales amparado por aromas que no son de esta tierra.
ResponderEliminarGracias, Celmiro. He visto tu silueta soñada por azahares.
Celia.
Ni poesía bucólica o pastoril , ni ecología , ni contemplación , sino hay una virginidad de mirada y metáforas ante el mundo vivo que nos rodea.
ResponderEliminarFascinante. Felicitaciones, Celmiro y saludos.
MARITA RAGOZZA