Olga Galleguita
“…durante una fracción de segundo su cabeza
alcanza la
dulce ingravidez, giró lentamente y
sus ojos
recogieron por última vez la engañosa luz de
las
estrellas, la última promesa loca de la vida.”
Juan
Marsé-La oscura historia de la prima Montse
Y aunque te conmovían los tangos,
tu cara fresca me conmovía a mi…y eso
me bastaba.
Cometiste el pecado de ser Olga, la Galleguita ,
y tu frescura caía sobre mis sueños
empapándolos de ilusiones.
Te decía con lasciva angustia que tu
pubis
era como un cuadro del renacimiento;
y que tus piernas,
pálidas y largas, eran como una
llamada de amor indio.
Vos con disgusto me crucificabas:
Andá a joder a otras con esas
comparaciones tontas,
y al decirlo recogías tu cabello
revuelto por la brisa
Meneabas ese garbo traído de las
muñeiras de Galicia,
donde tus viejos se rompieron el lomo
gallego.
Y yo disfrutaba tu pantalón ajustado…
Eras un ángel distraído que llegaste
a la calle de baldosas sueltas,
quebradas a tu paso taconeando,
en la que gorriones incestuosos se
columpiaban
entre esos paraísos que se llevó el
tiempo,
arrugados…exhaustos por inviernos
tétricos...lúgubres.
Tengo en la retina tus ojos color
difuso-almendras,
parpadeando con esa candidez
deliberada
que regocijaba mi corazón.
Eras como un frasco pintado sobre una
pared de barrio
por un artista muerto de pena y de
amor…
Sos un adulador embustero, me decías,
sacudiéndome aquel dedo ten delgado,
tan blanco
que yo llamaba aguja de colchonero.
Y entonces te hacías la rata yéndote
por largos días,
tan largos y tan tristes me parecían,
que había decidido voltearme y
dejarme morir.
Luego, siempre, volvías liada
entre un montón de sonámbulos
sacándome la lengua…
como relamiendo una costra de
chocolate.
Reaparecías como un trasgo
envuelta en la niebla que trepaba del
Riachuelo,
y yo suspirando,marmota, imberbe
aplanado por una ristra de emociones
virginales.
A veces te imaginaba taconeando
como una andaluza metida en esos timbos
bochincheros,
mientras tus piernas largas y pálidas
llamada de amor indio
se deslizaban entre las burbujas de
la tardecita de fantasías y
espejismos,
como para tomar el mate con
rosquitas..
o una taza de café renegrido con biscochitos
de grasa.
Y a veces pensándote en la cama
arrullados los dos entre las sábanas,
los sexos buscándose con premura e
inocencia
para gemir entre vaivenes agónicos e
inermes de placer.
Veía a esos tipos desgarbados,
Galleguita,
que con estulticia despareja te
desnudaban sin bochorno
con miradas concupiscentes…húmedas de
deseo.
Y me angustié el día que
sentada en la fonda de la calle Río
Bamba
susurraste: me voy Qué qué? que me
voy
y no pongas cara de cristo apuñalado
o de Che Guevara sobre el mármol
sucio y frío,
que me voy…
No supe de vos hasta que encontraron
tus piernas largas y pálidas llamada
de amor indio,
tu cara fresca y el pubis como un
cuadro del renacimiento,
tumbados en ese basural del Docke,
la sangre marchita y negra,
como el alma del violador que te
punzó tu garganta,
tan suave, tan bella, tan Olga,
Galleguita
Tus ojos color difuso rociados por
aquellos lagrimones
que resbalaban con pena, porque vos,
Olga, Galleguita,
te fuiste con tus pájaros
a saltar de rama en rama
entre los paraísos de la barriada.
El fresco pintado sobre una pared de
barrio
por un artista muerto de amor y pena,
yace consternado entre velas de
colores y lágrimas de yeso.
Ahora ya no te escucho, pucha,
decirme con aquella voz de sonsa:
Sos un adulador embustero,
sacudiéndome aquel dedo tan delgado, tan
blanco
que llamaba, entonces, aguja de
colchonero.
Y yo que quiero dejarme morir,
Galleguita
porque acuchillaron a tu inocencia y
a la mía la murieron.
© Andrés Aldao
Uff, tomo aire. Un poema muy a tu estilo, con tu carga de emoción, con tu trituradora de palabras y esos dos versos finales que tanto me llegaron.
ResponderEliminarUn abrazo enorme
Lily Chaves
El clásico adulador, porteño y canfinflero sale a relucir en los versos del poeta. Emociona, embauca, ilusiona y luego como un mazazo cae, de golpe, la ilusión de un desenlace romántico mas imperfecto. Porque la perfección está justamente en el final. El "Final de Norma".
ResponderEliminarHermoso, Profe.
Gracias
Sonia Figueras
Me gustó esto que parece un recuerdo de tu juventud, en Buenos Aires. Encuentro tu ternura en él. Muy lindo.Saludos.
ResponderEliminarGraciela.
"y tu frescura caía sobre mis sueños empapándolos de ilusiones"
ResponderEliminarLa ilusión de un amor adolescente profanado, en el estilo realista del autor. "Olga Galleguita", el ángel de la calle de las baldosas sueltas, rica en imágenes, revela nuevas ternuras cada vez que se la lee.
Gracias Andrés
Ofelia
Todos tus escritos son memoriosos y memorables, pero la aguja de coser de tu papa, Olga y también los ojos azules (sabés de cual cuento hablo)pueden con todos los recuerdos de mi cariño y de mi respeto hacia tu persona. Espero que estés muy bien. Felicitaciones por todo el contenido de la revista, cada vez se lee mejor. Un abrazo gigante para toda tu familia y un grande de oso para vos, tan grande como el esfuerzo que es hacer las cosas ahora. Hasta siempre con todo el cariño y la admiración intactos.
ResponderEliminarMaría
Volver a este poema es volver a Andrés y a la aguja que une las emociones mas bellas.
ResponderEliminarCelmiro koryto
No comento la calidad del poema sino la historia de ese texto, la historia de ese nombre, homenaje callado a Olga Gordon, que estés donde estés, en el cielo o en la tierra, fue un cumplido con esas figuras imborrables de la adolescencia. Es muy cierta la frase de Koryto.
ResponderEliminarandrés
HEY PIBITO!!!!!!!!! Viste que al final tenía razón. Me encanta que te hayas animado al poema .
ResponderEliminarEl inconfundible estilo Aldao , se deja entrever, y está la ternura , el dolor y la nostalgia. También la belleza ; Pibito. Vaya para vos un fuerte abrazo!!!
Las palabras enhebradas en la melancolía pintan imágenes que transportan al lector en un viaje épico de romanticismo, disfruté de su lectura, un abrazo, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarEl poema destila ternura y nostalgia. Pinta con sensibles palabras, sin gazmoñería o pudor hipócrita, esos destinos que duelen.
ResponderEliminarCada vez , Olga, la galleguita , se hace más querible.
Gracias, Andrés, por traerla.