la batalla
Los labios de la noche aprisionan mi lengua y el destino devora las últimas horas del día. Será tiempo aún de arrancar el último verso al ocaso, antes que los pájaros abandonen el bosque. Sin volver la cabeza para ganarle al tiempo, encontraré el grano de mostaza cernido en las migajas del banquete de aquel pan que fuera uno, y dejaré que la lluvia se deslice a su antojo sobre mi cuerpo en ofrenda. Con mi escudo de agua y mi espada de caña, presentaré armas e iniciaré batalla con los guardianes del viento.
El lucero abandona a la luna y me acompaña. Agua noche en el fondo de los ojos, hojas de otoño entretejidas en mi pelo, los guerreros se confunden en los reflejos del amanecer. Cuerpo a cuerpo a cielo abierto con mi escudo de agua y mi espada de caña.
Es hora de volver.
Recojo leños maduros en el monte,
regreso a casa,
prendo el fuego
para abrigar al Mirlo
acurrucado en mi ventana.
¡Cuánta templanza alberga el decir de Ofelia! El presente le pertenece a la poeta que enciende el fuego interior para preservar a la palabra poética, la comunicante entre lo alto y lo bajo, el mirlo que anuncia la primavera... El agua, Venus y el fuego,trilogía simbólica auspiciadora del fluir creativo de un alma que nunca deja de mirar.
ResponderEliminarEl tiempo no la acucia, ella posee certezas que no son de este mundo.
Bella poesía que nos invita a los adentros.
Celia.
Que maravilla Ofelia. Si , las mujeres somos las dadoras del fuego.
ResponderEliminarImágenes bellisimas , casi etéreas pero flexibles como una caña de tacuara y fuertes como una de bambú.
Imágenes que me llevo y alegran mi cielo y lo iluminan y me abrigan .
Gracias mil. amelia
OFE: Grandiosa batalla!!!! y maravillosa la del poeta que intenta arrancarle el último verso a l ocaso!!!!. Maravilloso!!!! Susana Macció
ResponderEliminarAquí ya es noche y pasé de largo el ocaso.Vacío.Sentí necesidad de uno nuevo. Volví para atrás las horas y me quedé con el tuyo. Gracias Ofelia
ResponderEliminarCristina Pailos
una caminata dorada y azul en el sendero de reflejos al borde del infinito.
ResponderEliminarsolo belleza,preludio diáfano del silencio ...
aleluya!
Julio Taborda Vocos
fe
ResponderEliminarLa autora materializa el deseo de aquel banquete en que el pan es uno.
ResponderEliminarPoema con sabor a infinito, en ese arrancar al mundo toda la poesía posible, con el acierto de sus símbolos tan elocuentes que la acompañan, especialmente el fuego y el mirlo.
Una delicia.
Felicitaciones, Ofelia.
MARITA RAGOZZA
acabo de leer tu poema, Ofelia: hay tanto lirismo, tanto canto poético, tanta sensibilidad que incluso yo, que soy una figura geométrica ante a los poemas (cuadrado), debo quitarme la gorra negra y hacerte una sonora reverencia: poesía en su más profunda esencia.
ResponderEliminarAndrés
Ofelia: Tu poética engalana en su letra cualquier hoja y deja la batalla infinita y el deseo simbólico en la sombra del mirlo. No queda hambre cuando el pan es ofrecido en el fuego del corazón.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Agradezco las lecturas, pienso que todos participamos de la batalla
ResponderEliminarcontra los guardianes del espíritu, cuerpo a cuerpo, con nuestro insomnio, nuestras imposibilidades, nuestra sangre.
Un abrazo a todos,
Ofelia