Premio
“Antonio Esteban Agüero”
Convocato
Entregamos
nuestro primer PREMIO ANTONIO ESTEBAN AGÜERO, basado esta vez sobre el libro de
Agüero "Un hombre dice su pequeño pais", en las categorías ensayo y
relato. En cada categoría se eligieron un ganador, 10 menciones de honor, y una
mencióin especial. siendo las siguientes:
RELATO: PRIMER PREMIO.
“La voz del
mate”, de Amelia Arellano, San Luis, ciudad
Concurso de “Adaptación de poesía a Prosa” (relato)
“…ubre dulce me fue,
mi vino verde, mi pan primero, mi nodriza amante…”
ANTONIO ESTEBAN AGÜERO.” Digo el
mate.”
Porque sábado es hoy y la mañana como fruta madura desde
el tala cae…” pero también me cubre todo,
una llovizna de tristeza. Cae como
puñales, y me acuchilla el alma .Y todo yo, soy un ánima en pena, un
deshecho.
Hoy es sábado…y
aunque la mañana me florece por los poros como fruta en sazón.
“Y soy fuerte y sano” siento que soy como un árbol seco que ya no dará frutos.
Mi sangre, es como el mar que no conozco. Mar y relatos
de barcos y música de las tarantelas de mi abuelo aun
me acarician el vientre.
El
abuelo tano que aprendió a tocar la guitarra como el mejor criollo, le enseño
el tío Zoilo, lo escuchaba tocar horas, no me cansaba. Mi abuela
le ofrecía en pago un espumoso mate y un beso más casto que el niño que
espera la Carmen.
Hoy
el vientre me resuena como guitarra rota;
como cuando murió mi abuela.
El
viejo no lloró, tomó la guitarra y tocó con manos sarmentosas una cueca y seguramente mi abuela se volvió
otra vez pájaro como cuándo bailaba a
los saltitos la cueca cuyana.
Yo
lo veía tocar al abuelo y el corazón me sangraba como un pichón degollado. Esa
vez no hubo mate. Fui a la cocina y había un mate cebado, le coloqué mas agua y
hojitas de beramota, los palos de la yerba flotaban como palitos en la
crece. El abuelo no dijo nada, lo tomó y
dos grandes goterones corrieron por su rostro arrugado y cayeron dentro del
mate.
Sentía
que había remplazado a mi abuela.
Mi
abuela, ah, mi abuela, criolla trenza y rasgos aindiados, aun la escucho decir
cuando en la escuela dibujamos las carabelas:-
-
Esas son perras mentiras, no hay nada que
celebrar, la muerte no se celebra -
Mi
abuelo la miraba con tristeza y le decía:-
- El hambre tampoco Chabela…tantas
mentiras, tantas -y
mirándome decía – mire m’hijo yo vine
con una mano atrás y otra delante y mire usted, cuando llegamos aquí, a mi me
decían el gringo y a su abuela la india. Hasta el comisario vino y dijo que
eran tierras fiscales. Y ella dijo,-que fiscales, ni fiscales -y me miró y
exclamó: esta tierra no es de nadie, Orestes, aquí nos quedaremos y plantó un
palo de algarrobo en el patio como
señalando el lugar… y nos quedamos nomás-
Mientras
pienso, me doy cuenta que estoy despedazando un terrón de tierra con mis pies,
como si la tierra fuera la única culpable de mi desgracia. Y no puedo celebrar
la ceremonia del mate, porque la Carmen es tierra y mate, tierra
y mate al mismo tiempo.
Las
lágrimas me nublan la vista y otra vez una lágrima cae en la yerba recién
colocada. El olor de la yerba es el olor de la Carmen y la curvatura del
porongo no es otra que la que su vientre de mestiza, hinchado ahora.
Hinchado
como la luna llena.
He
acompañado sus vuelos de torcaza y he bebido la vida de sus pezones, duros y
oscuros, como madera de roble. He ingresado en su corazón bueno y se ha
entregado a mí como el huérfano hambriento al pan.
Y
se ha ofrecido como mate espumoso, y he sido picaflor y la he
libado, al alba y a la noche.
Y
acaricio el porongo de la abuela que no se porque lo he sacado y aun no me
animo a cebar, delicadamente como tantas veces acaricié sus senos de “curva adolescente y grácil” y le hablo al
mate.
Le
hablo y me escucha. Y me responde.
Le
pregunto, y me amonesta y me regaña.
Y
aquí estoy, de luto en estas soledades, llorando, como un gaucho flojo.
Pensando. Recordando. Lamentando.
La
grapa es traicionera y aunque había prometido no beber mas, no solo vine a la
madrugada cura’o, sino que su enojó
aumentó el mío. Contesté como mi padre
–con falsa guapeza de criollo-
-A mi nadie me grita ¡Carajo!-
Y
aunque no le pegué levanté la guacha amenazante. Su silencio fue mi peor
castigo, tomo sus ropas y salió de la pieza
-Pucha si me cortaría la mano! Digo en voz alta.
-Y la carmen es dulce como la miel pero
filosa como espina de chañar!-No va a volver-
Y
la memoria se torna verde como la yerba mate y recordar a la Carmen , es recordar a mi
madre.
Me limpio los mocos y las lágrimas con el
dorso de las manos y vuelvo a Merlo cuando era changuito y aun no tomaba mate.
Y
me viene el recuerdo de las cuatro
mujeres, como un torbellino que me ahoga y me quema como el agua hirviente:
Mi abuela, que cebaba el mate con la devoción
que rezaba el rosario. La tetera hervía en el bracero de tres patas. La
cucharita de alpaca iba y venía con yerba o azúcar. Luego hacía una cruz en la
boca del porongo de plata, el mismo que
yo tengo ahora, y recién entonces
colocaba la bombilla.
Las
veces que mi abuela me dio mate a escondidas.
Luego
que partió la abuela, el viejo se nos fue al poco tiempo.
Yo
lloré escondido tras unos chañarles cuando se lo llevaron, los hombres no
lloran, decía mi padre.
Esa
noche el mate no “volvió liviana la
fatiga “de mi padre.
Las
manos silenciosas de mi madre; iba y
venían, en silencio y sin mirarlo, le entregaba el mate.
Nunca
olvidaré ese día, tenía 13 años. Había
varias cebadoras y me ofrecieron un mate. En casa recién a los catorce años se tomaba mate en público mi padre me miró y dijo.
-Reciba-
Y
me sentí importante. Con ese mate sentí que me entregaban el cerificado de
adulto y con el recuerdo, un gusto agridulce recorre mis venas. Dulce como las
reuniones familiares, en donde a veces faltaba la comida, pero jamás el mate.
Agrio como esta sensación de vacío que me muerde el pecho.
Luego
llegó la Carmen …
Era
de la Punilla
y vino a ayudar a mi madre.
Creo
que me enamoré cuando la vi por primera vez, era negrita y delgada con piernas
fuertes, de caminadora.
Unos
ojazos oscuros que parecían soles
negros.
Después
me confesó que a ella le pasó lo mismo.
Yo tomaba el mate y su mano. Las veces que se
puso colorada, pobrecita. Yo bebía del mate el sabor de su boca.
Nos
juntamos pronto y nos vinimos a vivir al rancho de los abuelos.
Y
sigo acariciando el porongo y lamento no saber rezar, pero lo mismo pido, que
vuelvan… que vuelvan…Y “sobo” el mate como la lámpara de Aladino, cuento que
tantas veces escuché de la boca de la
abuela.
Y
ahora la Carmen
está encinta y ya no podré vivir sin sus “íntimos
sabores” y no quiero la vida sin ellas y quiero llorar y no puedo.
¿Qué será de ella?
¿Y la chancleta que se anunciaba?
Tantas veces soñamos con sus manitos morenas
llevando el mate.
Un sollozo de bestia rompe la noche
“De repente me callo porque siento, una
voz que me nombra, y acercarse,
sobre un tímido andar y una mirada, cálido,
y dulce, y nacional, el Mate...” y con él, la Carmen.
Pongo mi mejilla en su vientre abultado, tomo el mate y los bebo.
Sollozando, los bebo.
En la noche callada el alba despierta. El mate, ha
hablado. ■
Aunque no conozco la poesía original, me llegó mucho la historia. Los sentimientos,los avatares de la vida, son universales. Descriptos con bombachas o con frack, con espadas o con boleadoras, con te servido en tazas de porcelana o con un mate criollo, son humanos y como tales no nos son ajenos
ResponderEliminarAMELIA CONGRATULACIONES POR EL PREMIO, MAÑANA LEERÉ MÁS TEMPRANO EL CUENTO. IMAGINO TU ALEGRÍA TE MANDO UN ABRAZO. MARTA.
ResponderEliminarMuchas felicitaciones, Amelia.Y cuán jugoso el relato, como tan merecido es este nuevo premio que te gloria.
ResponderEliminarMuchos y cálidos abrazos
Marta Zabaleta
Esa asombrosa capacidad de plasmar poesía, prosa o ensayo hacen de vos, Amelia Arellano, una escritora múltiple y talentosa. Te premiaron por cuanto la creatividad resalta en cada párrafo. Felicitaciones...
ResponderEliminarAndrés
Me olvidé de felicitarte, un abrazo y congratulaciones!!
ResponderEliminarQueridos , GRACIAS , de todo corazón.
ResponderEliminarSi , este premio me alegró.
Todos sabemos , que un premio es un accidente mas en nuestro oficio , aplauso , medalla y beso...y luego cajón de escritorio.
En este caso era muy interesante: la edición de un libro , que YA ESTÁ editado!! y me lo entregan este finde "El exorcismo de la hoja" Poemas. Un hermosa escultura hecha por un artista de aquí , un cuadro de una talentosa artista plástica y libros y ets . etc
La mayoría de mis amigos saben que he tenido problemas , esto fue , es, una luz , como la presencia de Uds, amigos.
amelia
El mate, emblema de los rioplatenses, ha sido desde siempre testigo de encuentros que han marcado nuestras vidas. Su presencia es "cálida, dulce y nacional" cargada de recuerdos.
ResponderEliminarQuerida Amalia, Felicitaciones y gracias por tu poema.
Un abrazo
Ofelia
Felicitaciones, Amelia, por el premio.
ResponderEliminarPersonajes, tiempos situaciones y edades alrededor del " néctar verde",gran compañero, al punto de querer atribuirle las facultades de la lámpara de Aladino.
Excelente. Saludos.
MARITA RAGOZZA
Merecido premio mis felicitaciones. El mate es todo un símbolo sano compañero de todas las horas y usted ha logrado plasmar un hermoso homenaje, saludos, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarse
EliminarFelicitaciones, Amelia. Le ha sacado jugo a puro verde al relato. Así van pasando las historias de vida, endulzadas o a simple amargo, generación a generación. Aqui se cuentan con verdadero encanto y talento. Bellísimo. ElsaJaná.
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