Veneno
sí, pero más feliz que nadie
2008
Inspirado en
pinturas de E. Hopper.
Aquel concierto me produjo un extraño enajenamiento. Era la
felicidad.
Escuchar un piano tan brillantemente ejecutado; contemplar a un
músico con poesía interna de tanta intensidad y que su rostro y sus manos
transmitían con justeza y ardor, me produjo algo así como una experiencia
mística, un trance paranormal. No sé. Bellísimas
manos.
Aquella noche no dormí.
Yo era muy joven y estudiaba en el Conservatorio pero estaba
segura que mi destino sería sólo la enseñanza, la teoría, la crítica .Carecía
de talento para arrancarle al piano todas sus voces y silencios. Además, mi
timidez no me permitía exponerme frente
al público. Mis limitaciones eran mi gran dolor : la música, mi mayor amor.
Al día siguiente, el concierto fue el comentario principal en el
Conservatorio. Mi amiga Constanza , hija del director y cuya casa era la
prolongación del Conservatorio porque todos allí eran músicos y reunían a más
músicos del país y del extranjero, era quien escuchaba y miraba con más
atención el arrobamiento profundo que
perduraba intacto en mí, ya fuera del teatro, como si siguiera sentada en la
butaca .
En la noche, Constanza me llamó por teléfono para invitarme a una
cena en su casa al día siguiente. –Vení elegante porque va a haber una sorpresa
para vos-
Y fue más que una sorpresa. Fue una epifanía. Desapareció mi
timidez y sentí que tendría que poner en juego todos mis recursos para que se
convirtiera en realidad mi presagio.
Allí estaba él, Marcelo, el pianista. Era tan bello como la
esencia misma de la música. Fue una noche inolvidable. Me había olvidado lo que
es sentir con intensidad. Esa noche sentí desde lo más profundo y aunque me
pareció entrever en él una mezcla de seducción y timidez, yo toqué la gloria cuando
se ofreció a acompañarme.
Me invitó a tomar algo. Fuimos a un bar cercano. El primero que
encontramos. Me llamó un poco la atención que un hombre tan elegante, tan
exquisito entrara a ese lugar de mala muerte, pero me dije – a mí no me importa
porque con él todo es bello y quizás le esté ocurriendo lo mismo. Los dos estamos
por encima de tantas soledades nocturnas, de vacíos, de gente que no puede
acceder a un mundo como el nuestro.
Escuchándolo hablar se me pasaron las horas pero también él
mostraba mucha atención a mis ideas y eso me fascinaba. Claro, siempre sobre
música, aunque como era un apasionado de la ópera, género en el que confluyen
todas las artes: la pintura, la escenografía, la danza no fueron temas menores Nos amanecimos conversando. En ningún momento
me preguntó nada personal y no daba lugar a que yo lo hiciera tampoco. A veces,
entre un tema y otro se hacían silencios que hasta me parecieron pesados e
incómodos. Llegué a sentirme mal .Mi imaginación mórbida en un momento me
sugirió el efecto de whisky, música y quizás, aunque imperceptible, también
veneno. Quizás un presagio que no supe ver.
Estaba como narcotizada: quería a ese hombre. Él respondía a un ideal .
Mi intimidad se
solaza a diario con un buen libro, o escuchando música.
Hace tres años que estamos
casados.
Estoy harta de las mujeres que pululan detrás de él: bailarinas,
cantantes, señoras elegantes de la Asociación
Amigos del teatro. No tiene pudor en evidenciar sus romances
delante de mí . Estoy segura que no le interesa ninguna y sólo excitan su
vanidad, pero me siento humillada aunque siempre me asignen un palco
preferencial.
Trata de convencerme de que la fuerza de atracción de la belleza
lo supera pero que es conmigo con quien quiere estar. Le pregunto si me ve
bella y me contesta aludiendo a mi belleza interior. Fui en un tiempo una mujer
muy linda y lo sé. El espejo no muestra que haya cambiado tanto, pero creo que
es un engaño. Me siento fea.
El sexo a veces es vehemente pero en general es casi una
cortesía.
Viaja o tiene compromisos frecuentes. Parece que ni en sus giras
ni en sus reuniones hay lugar para mí.
Me obligó a abortar. Le entró desesperación al saber que estaba
embarazada. No sé de donde sacó argumentos para convencerme de que nosotros no
seríamos buenos padres porque la música era el fin de nuestras vidas. Raro. Mientras
eso decía me acariciaba el vientre y sus ojos se nublaban.
Ayer en el teatro tuve otra revelación: El amor de Marcelo es el
escenógrafo. Seguí su mirada en el foyer y vi a aquel hombre majestuoso que
venía bajando las enormes escaleras de mármol enfundado en una capa de terciopelo
y joyas encandiladoras. Vi con la unción que se encontraban las miradas de
ambos.
Al regresar, le pregunté casi de inmediato, porque quería saber
cuanto antes si todo era como yo imaginaba , de acuerdo con lo que había visto
o había visto visiones otra vez. Me lo dijo casi en un monólogo lírico: Eso era
belleza, eso era amor desinteresado, eso era colaboración.
Es domingo en la tarde. La calle está desierta. Desde mi ventana
veo a un vecino solo que desconoce su lugar en el mundo. Ël tiene mujer, hijos,
lo que se dice, una familia “normal” y ahí está con su soledad y su abandono.
¿Cuál es la diferencia entre él y yo? Que yo tengo el éxtasis ante la música,
la sorpresa frente a la creatividad, las reflexiones de su comprensión. Las
correcciones que Marcelo me hace cuando toco el piano en casa. Todo lo que me
ha enseñado. La compañía que le hago mientras estudia y hasta a veces me pide
opinión. Y después ya en el teatro, desde el palco, escucho atenta, grabo el
concierto y si algo no salió bien, se lo comento en casa y casi siempre acepta
mi opinión. Entro en su sensibilidad y siento los aplausos como si fueran para
mí.
Mi vecino no tiene nada. No tengo derecho a exagerar y decir, a
veces, que no soy feliz.
Alguien más perdió su lugar en el mundo |
Desde entonces, vivo de recuerdos. Me siento a veces junto al
piano cerrado y de a poco, hasta me fui
animando a volver a tocar y a encontrarme con amigos.
Hace cuatro días fui a un concierto dirigido por el padre de
Constanza. Fue grandioso. Me impresionó el primer violinista que tocaba con
tanto virtuosismo y estilo que hasta imaginé que así debió ser Paganini.
Anoche me llamó Constanza y me dijo que estaba invitada para ir
hoy a cenar y que tenía una sorpresa para mí, que me vistiera con elegancia. He
vuelto a ser yo y el haber vuelto a escribir es, sin duda, un buen indicio.
Constanza siempre me salva, me quiere, me entiende.
Sé que me presentará al violinista. Estoy emocionada, excitada.
Aunque,quizás sea Constanza mi verdadero amor,
después de la música, claro pero mi veneno es no poder ser libre .■
Recuerdo una vez, hace mucho , me escribiste que lo que más admirabas en el escritor es la creatividad. Hay motivos , entonces para gratificarte .
ResponderEliminarMuy bueno Cristina .
La protagonista , me parece que se enamora del amor.
Amelia
Un cuento escrito "de otra manera", sin "detalles detallados", dejando correr la pluma en una trama melancólica, singular y en la que los cuadros de Edward Hooper ponen un complemento algo enigmático. Gracias a Cristina por haberme abierto el mundo pictórico de este magnífico pintor cuyos cuadros tienen una atracción peculiar. Andrés
ResponderEliminarHay personas que despiertan nuestra curiosidad, desearíamos saber más a fondo de su vida, sus razones y sus pasiones. ¿Es la mujer del cuadro la que describes? Podría ser ella u otra, pero tu relato me propone imaginar más...
ResponderEliminarNo es casualidad el haberse inspirado en E. Hopper. El artista norteamericano, que con un descarnado realismo, plasma en su obra el drama del hombre contemporáneo. El habitante de las grandes ciudades, el que vive aislado en medio de la gente. Ensimismados, sus personajes nunca se relacionan, abatidos sufren la gran desilusión de la vida, no pueden amar. No es casual, digo, la elección. El artista plástico, en mi opinión, está ilustrando la narración de Cristina. "Veneno sí, pero más feliz que nadie", ya en su título nos revela la tremenda angustia de sus personjes: el veneno mata.
ResponderEliminarGracias Cristina por tu ingenioso relato,
Ofelia
Creo que además de ingenioso, es sugerente!!! no explicita, sugiere.
ResponderEliminarOlga Ajma
La autora maneja con astucia la ambiguedad de sus personajes embotados en el monotema de la música fin y principio de sus vidas ¿egocéntricas? El final cierra el círculo, muy bueno, saludos, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarme olvidaba del plus de las ilustraciones.
Muchas gracias a todos por los comentarios. Sinceramente, me encanta observar las diferentes lecturas que cada uno hace aunque no siempre coincidan con mi propia visión. Quizás allí radique la riqueza de la lectura y también nos señale los límites de la comunicación. Todas las lecturas son válidas aunque Ofelia captó el mensaje tal como lo concebí. Amo la pintura de Hopper y no fue por casualidad que lo elegí.Ella lo explica muy bien. Tiene razón Trinelli : son egocéntricos , yo diría bastante enfermos, pero no son una rareza. Con el mismo esquema hay parejas que se unen embotadas por amor al dinero,al lujo, al poder, a la corrupción. Confieso que me costó un poco dar con el tono apropiado de esta señora tan poco comunicativa. Me alegro que Andrés haya descubierto a Hopper. Es un pintor para él.
ResponderEliminarCristina Pailos
La protagonista repite su destino o su tendencia psicológica, y sigue buscando el amor idealizado.
ResponderEliminarUna manera original de contar, con un título muy atractivo, con excelentes referencias sobre ser " normal", la felicidad y su búsqueda.
Conozco de Hopper la obra " Sol de mañana", y a mí me habla sobre incomunicación y soledad.
Excelente la inspiración de la autora.
Felicitaciones, Cristina, y saludos.
MARITA RAGOZZA
La soledad de cada uno, ese rincón del amor donde lo que se ama no es aquello que nos enamoró. Intimos conceptos que se mezclan con el disparador de la pintura, el reencuentro con los uno mismo cuando el amor está en otro sitio, la música confundiendose en los tonos del relato. Inteligencia. Poder creativo y un modo de decir que se sigue sin atascos. Bellísimo. Me gustó la pintura hablada desde tu imaginario. ElsaJaná.
ResponderEliminarUn cuento que nos hace pensar en las diferentes concepciones del amor que tenemos los seres humanos. Además está relatado con un estilo muy original.
ResponderEliminarfelicitaciones por el texto y las ilustraciones.
Enry