Alejandro Drewes |
Alejandro Drewes
UN PAISAJE
Sabes, hubo en tiempos aquí
bosques tan erguidos, bosques
como inmóviles flechas
y entre ramas nuevas
se abrigaba el canto
de pájaros de oro: era el alba
Hubo una vez un remoto lugar
y un paisaje tan verde, unos años
grabados en la memoria dañada
dela tribu. Pero
al cabo no engaña
el signo crepuscular de la hora
ni vuelve atrás el flamígero viento
infinito que sopla y que pasa. Todo
es la mísera raíz de cuanto ha sido,
todo arena o ceniza deste yerto paisaje.
Sabes, hubo en tiempos aquí
bosques tan erguidos, bosques
como inmóviles flechas
y entre ramas nuevas
se abrigaba el canto
de pájaros de oro: era el alba
Hubo una vez un remoto lugar
y un paisaje tan verde, unos años
grabados en la memoria dañada
de
el signo crepuscular de la hora
ni vuelve atrás el flamígero viento
infinito que sopla y que pasa. Todo
es la mísera raíz de cuanto ha sido,
todo arena o ceniza deste yerto paisaje.
PERO ERES PIEDRA Y
HAS DE SALTAR
Canto III
En tiempos de bárbaros reyes del norte la viera tal vez
sobre piernas desnudas, guardando el misterio de la vida.
De otros labios nunca supo, ni como besar ese anillo entre brumas.
Y era tan alto el temblor de estrellas que borraba su imagen del mundo.
Su historia en algún lugar se ha perdido, como la ruta en viejas
En tiempos de bárbaros reyes del norte la viera tal vez
sobre piernas desnudas, guardando el misterio de la vida.
De otros labios nunca supo, ni como besar ese anillo entre brumas.
Y era tan alto el temblor de estrellas que borraba su imagen del mundo.
Su historia en algún lugar se ha perdido, como la ruta en viejas
cartas de náufragos. Y sin embargo estos ojos la buscan ojos aún
en la clave
de los grimorios. Erguida como la delgada luz de un amanecer
en Gaza la hubieran amado, país donde los ladrones ya no
entran ni roban.
Seres que dejan al mundo en su declinante curva silenciosa
entre arduas guerras de un sombrío trazo siempre ajeno
como suspiro fugaz de los siglos por el espejo de la tierra fueran,
sin inmutar el camino del cielo en ilusorias horas quietas.
El tiempo fluye terso y no apresa siquiera esta red de palabras
ni olvido en vastas moradas. Hay soles errantes por la hierba celeste.
Mañana serán nostalgia o tal vez campanas que doblan a muerto.
Y los que caminaron conmigo el gastado camino y son piedra y no han de saltar.
El viento de la luna que acalla todas las voces y salva la sola voz
de los amantes. Y a veces graba unas simples palabras de amor en el cristal
Seres que dejan al mundo en su declinante curva silenciosa
entre arduas guerras de un sombrío trazo siempre ajeno
como suspiro fugaz de los siglos por el espejo de la tierra fueran,
sin inmutar el camino del cielo en ilusorias horas quietas.
El tiempo fluye terso y no apresa siquiera esta red de palabras
ni olvido en vastas moradas. Hay soles errantes por la hierba celeste.
Mañana serán nostalgia o tal vez campanas que doblan a muerto.
Y los que caminaron conmigo el gastado camino y son piedra y no han de saltar.
El viento de la luna que acalla todas las voces y salva la sola voz
de los amantes. Y a veces graba unas simples palabras de amor en el cristal
de otra noche. Ellos aprenden la obra de las manos y dura su
llama el oscuro tiempo
de Dios y el aliento en el frío milenario de sus cuerpos –tan alto cantan los grillos-.
de Dios y el aliento en el frío milenario de sus cuerpos –tan alto cantan los grillos-.
octubre 2004 – diciembre 2009
PERO QUIEN DE NOSOTROS
A la hora oncena
cuando se escucha muy cerca
el susurro de las bestias
de la noche
Y en el baldío
país de la vida
cala el mismo viento
los huesos
Pues algo crece allí
dentro muy dentro
como una mancha oscura
sobre lo blanco del mundo
Crece y se extiende
como la sombra afilada
de las barcas
sobre el agua
Algo de esto queda
palabras como círculos de humo
fuera un denso muro de fuego
en torno a nosotros
diciembre 12 2008
DIOSA MADRE
I
Algo aquí queda
como la respiración queda
de un animal en la oscuridad
-del silencio un suave poso leve-
La muchacha se ha perdido
en el bosque de sus años
apenas se habla de ella
por el negro anillo de lobos
mas todo el camino ha sido llegar
un mero a ese instante. Y la furia
ciega del viento y luego el cierzo
sudario blanco de los cuerpos.
II
Escribo ante unos ojos
cada noche iluminados
como extraños astros
gravitando detrás del espejo
Habito aún la casa del viento
y avanzo como los ciegos
avanzan, reflejo el agua clara
en la mirada de los tristes
Hacia ti voy, bajo el dosel
de una luna semivestida de nubes;
hacia ti voy a través de los pinos
-en olvido yacen las otras Amadas-
III
Por mi voz habla el poema
y todo ha sido dicho eternamente.
Pasa el tiempo como el humo
pasa sobre el rostro de los muertos
Al fin he llegado: Diosa-madre, ¿me acogerás?
ENTRE EL HUMO
Todo el mundo entrevisto en el humo azul
de un café y un aire danzante por la cintura
de las camareras, extraña curva de un sol
fantasmal bajo la sombra fiel destas calles.
Declinante luz al filo de otros dados y una íntima
voz para evocar las calles de otro tiempo
como el remoto camino que a esta noche
precisa entre todas las noches condujo. Exacta cifra
en la baraja marcada del infinito azar
de los tiempos: ya en la noche cerrada se hunden
los pasos del viejo y detrás otros pasos. Y qué negro
parece ahora tu mar, qué lejos del Faro, Alejandría.
Todo el mundo entrevisto en el humo azul
de un café y un aire danzante por la cintura
de las camareras, extraña curva de un sol
fantasmal bajo la sombra fiel destas calles.
Declinante luz al filo de otros dados y una íntima
voz para evocar las calles de otro tiempo
como el remoto camino que a esta noche
precisa entre todas las noches condujo. Exacta cifra
en la baraja marcada del infinito azar
de los tiempos: ya en la noche cerrada se hunden
los pasos del viejo y detrás otros pasos. Y qué negro
parece ahora tu mar, qué lejos del Faro, Alejandría.
Alejandro Drewes
las palabras como arena dinamitan el camino a recorrer y el recorrido a través de la noche y la cintura cimbreante que junto al mar se hace rojo y a veces negro.
ResponderEliminarPoemas de una época anterior vigentes.
Alejandro siempre me revuelco en tu poesía y salgo airoso.
"Pues algo crece allí
ResponderEliminardentro muy dentro
como una mancha oscura
sobre lo blanco del mundo"
"Habito aún la casa del viento
y avanzo como los ciegos
avanzan, reflejo el agua clara
en la mirada de los tristes"
El camino a tientas buscando "el alba", de aquel que habita en "la casa del viento", es a mi entender, el núcleo que centra la poesía de Alejandro. Su belleza y musicalidad, acaricia y conforta a los "tristes" que buscamos un sentido en el sinsentido del mundo.
Gracias Alejandro,
Ofelia