Poetas
de Chile
Gabriela Mistral
verguenza
Si tú me miras, yo
me vuelvo hermosa
como la hierba a que bajó el rocío.
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje el río.
Tengo verguenza de mi boca triste,
de mi voz rota y mis rodillas rudas;
ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpé desnuda.
Ninguna piedra en el camino hallaste
más desnuda de luz en la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.
Yo callaré para que no conozcan
mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mi frente tosca
y en la tremolación que hay en mi mano...
Es noche y baja a la hierba el rocío;
mírame largo y habla con ternura,
¡que ya mañana al descender el río
la que besaste llevará hermosura!
como la hierba a que bajó el rocío.
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje el río.
Tengo verguenza de mi boca triste,
de mi voz rota y mis rodillas rudas;
ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpé desnuda.
Ninguna piedra en el camino hallaste
más desnuda de luz en la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.
Yo callaré para que no conozcan
mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mi frente tosca
y en la tremolación que hay en mi mano...
Es noche y baja a la hierba el rocío;
mírame largo y habla con ternura,
¡que ya mañana al descender el río
la que besaste llevará hermosura!
nocturno
Padre Nuestro que
estás en los cielos,
¡Por qué te has olvidado de mí!
Te acordaste del fruto en Febrero,
al llagarse su pulpa rubí.
¡Llevo abierto también mi costado,
y no quieres mirar hacia mí¡
Te acordaste del negro racimo,
y lo diste al lagar carmesí;
y aventaste las hojas del álamo,
con tu aliento, en el aire sutil.
¡Y en el ancho lagar de la muerte
aún no quieres mi pecho oprimir!
Caminando vi abrir las violetas;
el falerno del viento bebí,
y he bajado, amarillos, los párpados,
por no ver más Enero ni Abril.
Y he apretado la boca, anegada
de la boca que no he de exprimir.
¡Has llagado la nube de Otoño
y no quieres volverte hacia mí!
Me vendió el que besó mi mejilla;
me negó por la túnica ruin.
Yo en mis versos el rostro con sangre,
como Tú, sobre el paño, le di.
Y en mi noche del Huerto, me han sido
Juan cobarde y el Angel hostil.
Ha venido el cansancio infinito
a clavarse en mis ojos, al fin:
el cansancio del día que muere
y el alba que debe venir;
¡el cansancio del cielo de estaño
y el cansancio del cielo de añil!
Ahora suelto la mártir sandalia
y las trenzas pidiendo dormir.
Y perdida en la noche, levanto
el clamor aprendido de ti:
¡Padre Nuestro que estás en los cielos,
por qué te has olvidado de mí!
¡Por qué te has olvidado de mí!
Te acordaste del fruto en Febrero,
al llagarse su pulpa rubí.
¡Llevo abierto también mi costado,
y no quieres mirar hacia mí¡
Te acordaste del negro racimo,
y lo diste al lagar carmesí;
y aventaste las hojas del álamo,
con tu aliento, en el aire sutil.
¡Y en el ancho lagar de la muerte
aún no quieres mi pecho oprimir!
Caminando vi abrir las violetas;
el falerno del viento bebí,
y he bajado, amarillos, los párpados,
por no ver más Enero ni Abril.
Y he apretado la boca, anegada
de la boca que no he de exprimir.
¡Has llagado la nube de Otoño
y no quieres volverte hacia mí!
Me vendió el que besó mi mejilla;
me negó por la túnica ruin.
Yo en mis versos el rostro con sangre,
como Tú, sobre el paño, le di.
Y en mi noche del Huerto, me han sido
Juan cobarde y el Angel hostil.
Ha venido el cansancio infinito
a clavarse en mis ojos, al fin:
el cansancio del día que muere
y el alba que debe venir;
¡el cansancio del cielo de estaño
y el cansancio del cielo de añil!
Ahora suelto la mártir sandalia
y las trenzas pidiendo dormir.
Y perdida en la noche, levanto
el clamor aprendido de ti:
¡Padre Nuestro que estás en los cielos,
por qué te has olvidado de mí!
ultimo
brindis
Nicanor Parra
Lo queramos o no
Sólo tenemos tres alternativas:
El ayer, el presente y el mañana.
Y ni siquiera tres
Porque como dice el filósofo
El ayer es ayer
Nos pertenece sólo en el recuerdo:
A la rosa que ya se deshojó
No se le puede sacar otro pétalo.
Las cartas por jugar
Son solamente dos:
El presente y el día de mañana.
Y ni siquiera dos
Porque es un hecho bien establecido
Que el presente no existe
Sino en la medida en que se hace pasado
Y ya pasó...,
como la juventud
En resumidas cuentas
Sólo nos va quedando el mañana:
Yo levanto mi copa
Por ese día que no llega nunca
Pero que es lo único
De lo que realmente disponemos.
Sólo tenemos tres alternativas:
El ayer, el presente y el mañana.
Y ni siquiera tres
Porque como dice el filósofo
El ayer es ayer
Nos pertenece sólo en el recuerdo:
A la rosa que ya se deshojó
No se le puede sacar otro pétalo.
Las cartas por jugar
Son solamente dos:
El presente y el día de mañana.
Y ni siquiera dos
Porque es un hecho bien establecido
Que el presente no existe
Sino en la medida en que se hace pasado
Y ya pasó...,
como la juventud
En resumidas cuentas
Sólo nos va quedando el mañana:
Yo levanto mi copa
Por ese día que no llega nunca
Pero que es lo único
De lo que realmente disponemos.
A Roque Dalton
Enrique Lihn
Soy un poco poeta
del chambergo flotante,
de los quevedos flotantes, de la melena y la capa española;
un viejo actor de provincia bajo una tempestad artificial
entre los truenos y relámpagos que chapucea el utilero.
Si mal no recuerdo, monólogo, me esmero
en llenar el vacío en que moldeo mi voz,
y la palabra brilla por su ausencia
y el drame me es impenetrable.
Envejezco al margen de mi tiempo
en el recuerdo de unos juegos florales
porque no puedo comprender exactamente la historia.
De: La musiquilla de las pobres esferas.
de los quevedos flotantes, de la melena y la capa española;
un viejo actor de provincia bajo una tempestad artificial
entre los truenos y relámpagos que chapucea el utilero.
Si mal no recuerdo, monólogo, me esmero
en llenar el vacío en que moldeo mi voz,
y la palabra brilla por su ausencia
y el drame me es impenetrable.
Envejezco al margen de mi tiempo
en el recuerdo de unos juegos florales
porque no puedo comprender exactamente la historia.
De: La musiquilla de las pobres esferas.
FRONTERA DE LAS
DESPEDIDAS
Rafael Farías Becerra
Todos
mis sueños han corrido como agua
Edith Södergran
Edith Södergran
He cruzado la
frontera
alambrada de las despedidas
como se atraviesa el último
umbral hacia el paredón,
con el equipaje de mis sueños
yendo al encuentro de un boleto
para una bella plaza sembrada
de palomas. Me voy,
quizás me pierda
en el viejo laberinto de Creta
y demore en hallar
la puerta de salida.
He concluido la última hoja
de un calendario archivado
en mi pared y no tengo
otra lectura que me postre
al sillón apolillado,
me voy, quizás retorne
en una tarde violeta
cuando los pañuelos
enjuguen las aguas del olvido.
De: Tras el espejo o las bellezas que somos alli
alambrada de las despedidas
como se atraviesa el último
umbral hacia el paredón,
con el equipaje de mis sueños
yendo al encuentro de un boleto
para una bella plaza sembrada
de palomas. Me voy,
quizás me pierda
en el viejo laberinto de Creta
y demore en hallar
la puerta de salida.
He concluido la última hoja
de un calendario archivado
en mi pared y no tengo
otra lectura que me postre
al sillón apolillado,
me voy, quizás retorne
en una tarde violeta
cuando los pañuelos
enjuguen las aguas del olvido.
De: Tras el espejo o las bellezas que somos alli
medidas extremas
Mario Meléndez
Ando con la peluca
de Dios en el bolsillo
se la quité cuando dormía a pierna suelta
Él ya no sale a la calle
tiene vergüenza de que le griten "cabeza e tuna"
"Me moriría si los ángeles supieran" le oí decir
mientras chateaba con un primo de Alemania
"ya no hacen pelucas como aquéllas":
reconoció con nostalgia
Y ahora ¿quién podrá defenderlo?
El Chapulín que colgó su chipote
o la alegría que viene o prometió que venía
y nos dejó con los crespos hechos
como gatos mirando pal matadero
Pondrá un aviso en el diario, quizás
"Al que encuentre peluca usada
ruego dar cuenta a carabineros
o dirigirse al correo
los_ pobres_ se_ van_ al_ cielo @
los_ ricos_ no_ están_ ni_ ahí .cl"
Lo que uno debe de hacer
para que entreguen su diario de vida
Mañana citaré a Dios en el mall
y en una de ésas llegamos a un trato
Pero pasando y pasando
se la quité cuando dormía a pierna suelta
Él ya no sale a la calle
tiene vergüenza de que le griten "cabeza e tuna"
"Me moriría si los ángeles supieran" le oí decir
mientras chateaba con un primo de Alemania
"ya no hacen pelucas como aquéllas":
reconoció con nostalgia
Y ahora ¿quién podrá defenderlo?
El Chapulín que colgó su chipote
o la alegría que viene o prometió que venía
y nos dejó con los crespos hechos
como gatos mirando pal matadero
Pondrá un aviso en el diario, quizás
"Al que encuentre peluca usada
ruego dar cuenta a carabineros
o dirigirse al correo
los_ pobres_ se_ van_ al_ cielo @
los_ ricos_ no_ están_ ni_ ahí .cl"
Lo que uno debe de hacer
para que entreguen su diario de vida
Mañana citaré a Dios en el mall
y en una de ésas llegamos a un trato
Pero pasando y pasando
3 Poemas de
Oscar Sarmiento
Oscar Sarmiento
de los caballos
Cuando resbalan los
caballos en la calle
en su vientre rojo
brillan los focos de los autos.
Ni sonidos ni chispas conservan los cascos
y los carreteros
lloran en sus carretas.
Esas ancas no recibirán un látigo más
ni una sola luz de semáforo
esas pupilas.
Nada esas crines
esas herraduras.
En la calle
acaba el cuerpo de los caballos
con marcas de correas
en el cuello.
en su vientre rojo
brillan los focos de los autos.
Ni sonidos ni chispas conservan los cascos
y los carreteros
lloran en sus carretas.
Esas ancas no recibirán un látigo más
ni una sola luz de semáforo
esas pupilas.
Nada esas crines
esas herraduras.
En la calle
acaba el cuerpo de los caballos
con marcas de correas
en el cuello.
las cajeras del
supermercado
supermercado
Cifras
en los ojos negros
de las cajeras.
Olor
a pesos
en los dedos.
Y
todos
los
uniformes
rojos.
en los ojos negros
de las cajeras.
Olor
a pesos
en los dedos.
Y
todos
los
uniformes
rojos.
exilios
a Guillermo Atías
A ti te halló la
muerte lejos de Chile
en un país que no era tu país
pero a nosotros tal vez nos halle aquí en Chile
en un país que no es nuestro país.
en un país que no era tu país
pero a nosotros tal vez nos halle aquí en Chile
en un país que no es nuestro país.
travesía
Leonora Vicuña
a Armando Rubio, antes de su muerte.
De la nada a la
nada, como barcos
que salen de los puertos a la suerte,
vamos de viaje en viaje con la muerte
por grises aguaceros y por charcos.
Después de navegar bajo los arcos
de la ciudad que ya no nos divierte,
sentimos que la ruta nos pervierte
y anclamos en los bares como barcos.
Allí nos transformamos en piratas
que encuentran sus tesoros en el vino
mientras la muerte entona serenatas
y el tiempo sigiloso va borrando
esta marea que nos dio el destino
y hacia la nada vamos navegando...
que salen de los puertos a la suerte,
vamos de viaje en viaje con la muerte
por grises aguaceros y por charcos.
Después de navegar bajo los arcos
de la ciudad que ya no nos divierte,
sentimos que la ruta nos pervierte
y anclamos en los bares como barcos.
Allí nos transformamos en piratas
que encuentran sus tesoros en el vino
mientras la muerte entona serenatas
y el tiempo sigiloso va borrando
esta marea que nos dio el destino
y hacia la nada vamos navegando...
Que fuerza la de estos POETAS. Próximos al mar y al desespero,
ResponderEliminarAcabo de leer un bello escritillo de Gabriela M : La charca. Una presiosura y feliz coincidencia.
Gracias
GRA UR
Gracias por esta hermosa muestra de poemas. Chile , como Argentina tiene un semillero de poetas excepcionales.
ResponderEliminaramelia
Hermosos poemas aunque mi predilecto es el la poeta Leonora Vicuña, Travesía.
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