ENERO (Inédito para Artesanías Literarias)
Era un hermoso día para morir, viviendo.
Arde el verano y la ausencia de garúa.
Un estío que atrapa lagartijas.
Uno que otro matuasto entre las pajas.
Plenitud. Soledad.
Ni una brizna de hierba entre los pechos.
Un templo. Un santuario. Oscuridad.
Y yo en ella.
Era una gloria morir en ese enero.
Parada en los umbrales de la pena. Espero.
Se aproximan los potros de la noche.
Un cuervo tiembla de deseo en su desierto.
La sangre salpica las estrellas..
Los muslos. La pasión y la memoria.
Un grito. Un grito y un silencio.
Hasta el viento callaba.
Féretro pequeño. No nato. Lagrima seca.
Sublevación.
Enredados, un pulpo, una medusa.
Un cordel de oro. Una garra. Un galope.
Dos gritos. Dos gritos y un silencio.
Era un hermoso día para vivir, muriendo
Excelente, Amelia Arellano... Usted me apabulla con tanta poesía bien escrita. Yo le entregaría la medalla al buen hacer literario. Besos y abrazos.
ResponderEliminarMe encantó:... "la sangre salpica las estrellas"... lo asocio a Picasso que hizo de esa carnicería que es la corrida de toros, motivo de vida, de inspiración y belleza en sus cuadros. Feliitaciones.
ResponderEliminarGraciela.
"Vivir muriendo", una expresión que grafica muy bien el sentimiento que muchos hemos experimentado más de una vez. Nos atrapa para sumergirnos en los versos. Tu poesía, una joya.
ResponderEliminarSaludos querida.
mmm... plenitud o pena? Saludos, Mario
ResponderEliminar...hermoso dia para vivi...leyendo tus hermsoso versos.
ResponderEliminarUn abrazo
Amelia rompe todos los clichés, es una creadora innata e intensa. Logra combinar con el lenguaje lo extraño e inverosímil con los aspectos distintos de la vida y de la muerte, del día y de la noche.
ResponderEliminarCada poema tuyo Amelia, es una pequeña revolución.
Felicitaciones y cariños.
MARITA RAGOZZA
Amelia.
ResponderEliminarSi de vivir se trata, morir se muere mejor, según tu poema, las que comparto y desmigo entre esas penas.
Pero es Enero y el año como un amanecer comienza.
Celmiro
Los versos envuelven en un juego onírico y al fin el lector se esperanza en la confirmación de que está vivo (¿el amor?) y por ello vale seguir muriendo, saludos, Carlos Arturo Trinelli
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