Los ojos que me miran detonan este quiebre que me pudo. Conocía mi origen
pero ignoraba esta realidad que arrastro. Y al estrellarme en vos, mirada, me
identifico con la desolación y el abandono de los que, por costumbre, no me había
hecho cargo. Soy tocado por tus chispas en estalactitas pendientes de añoranza.
Entonces quiero huir corriendo de mi mismo, pero me quedo. Quién sabe si aún se
pueda una salida. Hay destinos que mandan tanto como marcan. Son los que tocan
en suerte, esos que otros promueven y unos pocos fomentan.
En los viajes, el sentido de la vida. Ir y volver, la razón del movimiento. Limitado a estas fronteras cuya nacionalidad me corresponde y hasta a veces, un poquito más allá, voy y vengo sin salirme de los carriles. Me he elevado hasta las nubes y me han bajado sin piedad … Andares y pautas, prefijadas desde que nacieron mis ancestros, allá por los Caminos de Hierro, con su poco más de ocho kilómetros y medio y mucha lana para transportar. Ricachones y elegantes ellos. Muy venidos abajo y pobres, yo y mis pares. De la gala al despropósito actual medió siglo y medio y plus. La concepción de mis abuelos se produjo exactamente dos años más tarde de la idea de su gestación. Y hoy, vos y yo aquí, mayores de edad y frente a frente, casi de Retiro.
Hora de haberes y debes que ni poseo ni adeudo. Concebido para
justificar lo injustificable, pude haberme mantenido digno de no mediar esos
otros siempre presentes en cualquier parte para desvalorizar lo que sea. Y la devastación
por añadidura. Empleos perdidos, obreros despojados de su dignidad, familias
sin brújula. Y la pobreza prendida como cola de un barrilete que ya quién para remontar.
Vías en desuso. Demasiado yuyerío en torno. Y en donde todavía yo, tu mirada
que me pudo.
Veo descolgarse de tu mirar, un sentir dolido que rueda por las mejillas
pálidas de espanto y enardecidas de rabia. Nadie la seca y, entonces, merodea su
curso natural por las arrugas de un rostro aun joven ya viejo. Su curso
natural…Igual que yo: recorriendo mi propia humedad no humana por los
durmientes. Subes y bajas, mirada. De lado a lado, exploras las ranuras y agujeros
de mis cuerinas rasgadas hasta lo insoportable. Estrujas en silencio, tu
humedad indefensa, tierna, temerosa, que se espanta, envuelta en esa rojedad
denunciada en la punta de la nariz y alrededor de los párpados.
Más irritada que mi impotencia, posaste tu destello helado por las escrituras
y pintadas en mis paredes y en los otrora asientos que, hoy, despojos. Por esos
agujeros se escapa la goma espuma de los esqueletos. Húmeda entonces hasta
los mocos, me obligas a retroceder en mi
propia historia que quién podrá cambiar sin los demás. Me duelen los resortes a
la vista, los cortes adrede de los incivilizados ajenos a mi función de
servicio incluso para ellos. Rulos metálicos se saltan de entre mis hierros pinchando
traseros, como marioneta descontrolada cuando le quitan la tapa de control. Solo
lamento. Y lo lamento tanto…
Observas mis basuras olorosas que se continúan en los andenes, en los túneles
y en las escaleras como en la vida. Caras de espanto en torno…Si, siempre
espanta la pobreza. Un pibe mugroso y flaco echado como perro bajo un trozo de
mi esqueleto -que ya ni para asentaderas sirve-, tal vez soñando un colchón
bajo este trozo sucio de metales a los que ya ni asomo de pasado les queda. También
lloro mi vergüenza, mirando la tuya que me contempla. Años intentando sobrevivirle
a la agonía. Agradezco tu contemplación, mirada.
Se arrastran pies como sin destino y hacia dónde ahora. Sombras y fantasmas
recorren mis vagones durmiéndose hasta parados cuando el stress no perdona.
Mujeres con niños en los regazos extienden su mano en mis túneles oliendo a
orines. Alguna vez les cae una moneda al lado. Otras, la pura indiferencia. Y
de qué podríamos culparla, si los que tienen que dar son siempre los que
tendrían que recibir. Muchos sin casa, sobre cartones y entre papeles de diario,
ocupan el asiento en la sala de espera que ya nadie reclama, protegiéndose de
la intemperie tras la mampara de vidrios tan rotos como los de mis ventanillas.
Y el frío y el calor filtrándose impiadosos. La lluvia cayéndome adentro, como
la tuya y la mía cayéndonos, afuera.
¿Oyes el silbido insistente que se acerca? Empiezan a temblar los
tablones del andén. La barrera no va a levantar. Rápido. Ruego porque nadie ose
cruzar de todos modos. No nos hace falta más llanto; hay tanto en mis talleres
y galpones deshabitados y abandonados al andar del tiempo… Y eran tan bellos, con
tanta música de maquinarias, la calidad humana de familias generando sus
salarios. Unas primeras privatizaciones reglamentadas sumaban su aparición al
crecimiento agropecuario. Tiempo de abundancia…Medida en millones de pasajeros,
de toneladas de carga, de metros de vía…Vagón tras vagón, vagones de carga,
coches comedor, coches cama, coches cinematógrafo…la estatización del 46-48….Pan
y trabajo.
Puja que te puja tren que pujas ahumando el espacio en llamaradas de
esfuerzo y vapores de gloria…Tj-Tj-Tj, rueda que rueda portando la vida y
generando riqueza, los ferrocarriles. Y el 91.
Servicios cancelados, pueblos fantasma sin fuente de trabajo ni medio de
transporte, incomunicados…Y promesas.
Vahos de memoria que se nubla. Nombres que van y vienen temblando almas
y alertando desconciertos: La
Tronchita …de las Nubes…de las Sierras…del Fin del Mundo…Ecológico
de la Selva …Tj-Tj-Tj,
rincones, como a desgajo de alma de los que deseo renacer.
Me das la espalda junto a la puerta. Y ya a punto de abordar el andén,
miras el pañuelito de papel humedecido que se te cae. Casi te entrampa la
puerta al cerrarse cuando te agachas a recogerlo. Y retornando yo a mi curso de
rieles y alto voltaje, te veo arrojarlo en un pote de basura. Tal vez, ese papelito
extra mojado de vos, entre tanto otro hediondo, no me resultara molesto. Pero lo
significativo es que hasta partiendo, dignificas mi presencia con tu accionar,
mirada atenta. Entonces, me escurro en el tiempo con la sensación de que por
ahí, todavía se puede. Adiós. Me has humanizado en tu mirada y sus humedades.
Ahora un llanto tuyo me pertenece.
Elsa con su prosa poética pero profundamente realista siempre es parte de la vida que la rodea, esta cita resume su sensible mirada "si los que tienen que dar son siempre los que tendrían que recibir"...
ResponderEliminarMás que los ojos físicos y su mirada, una forma de captar lo que nos rodea y ponerle humanismo, en un escenario que otrora era signo de pujanza, y que dejaron tantos pueblos, tanta gente sin llegadas ni esperas ni despedidas . . sin trabajo. . .sin oportunidades. . . siempre el negocio primero.
ResponderEliminarMagnífico. Yo también , Elsa, te agradezco tu " mirada".
MARITA RAGOZZA
Querida Elsa . Leí y releí...Tu sensibilidad se hace piel . Abrazo!!
ResponderEliminarLa mirada inteligente de la poeta que narra y desgarra, que acierta y conmueve, que nos pasea y nos hace reflexionar sin fingido sentimentalismo, Carlos Arturo Trinelli
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