JOSE PABLO FEINMANN ANTICIPA LAS CLASES
SOBRE “LITERATURA Y COMPROMISO POLITICO”
“El estilo diferencia al escritor”
El novelista, ensayista y
filósofo eligió a tres grandes escritores argentinos para mostrar la relación
entre el oficio de escribir y la política: Jorge Luis Borges, Rodolfo Walsh y
Héctor Germán Oesterheld. El curso comenzará el 7 de agosto en el teatro SHA.
Por Silvina
Friera
Tres grandes escritores argentinos –por encima de las
diferencias estéticas e ideológicas acaso irreconciliables– son los exponentes
de la relación entre literatura y política: Borges, Walsh y Oesterheld. José
Pablo Feinmann se inclina por este “terceto” narrativo para lanzarse sin
desmayo a la arena de la discusión. “Literatura y compromiso político” es el
título convocante de las ocho clases magistrales que dictará en el teatro SHA a
partir del martes 7 de agosto hasta el 25 de septiembre, cuando invitará, a
modo de cierre redondo, a Elsa Oesterheld y a Juan Sasturain. “Me parece fuera
de lugar cierta asepsia de los escritores argentinos –afirma Feinmann–. Hay que
hacer una ficción a lo Facundo, siempre recurro al libro que más me ha
deslumbrado en la
Argentina. Sarmiento no olvida la literatura; la pone en
función de la política, pero no la subordina. El escritor se diferencia por el
estilo. Y como vivo en América latina, la literatura debe encienagarse, pero a
la vez debe transformar la ciénaga y expresarla con una obsesión clara por el
estilo. Que el estilo no se aligere por la realidad oprobiosa que se quiere
denunciar.”
Las ocho clases magistrales están
concebidas como una red que se expande y al mismo tiempo succiona la potencia
literaria y política de Borges, Walsh y Oesterheld. “Quizá muchos piensan que
Borges no está comprometido en su literatura, pero de ningún modo es así.
Borges es uno de los escritores políticos más profundos del país y uno de los
que mejor maneja la contradicción esencial de civilización y barbarie, marcada
desde el Facundo –subraya Feinmann en la entrevista con Página/12–. Hay textos
como ‘La espera, ‘El sur’ y sobre todo el ‘Poema conjetural’, que es donde se
produce una unión entre civilización y barbarie. Cuando (Francisco) Laprida
sabe que los montoneros de Aldao lo están por matar, se refiere al ‘íntimo
cuchillo’. Y dice: ‘Al fin me encuentro con mi destino sudamericano’. ‘El
hombre de leyes’ sintió que recién en el momento en que la montonera bárbara lo
asesinaba se completaba su destino sudamericano, que no era solamente el de ser
un hombre culto, sino también de participar de la ‘democracia bárbara’, como la
llama Alberdi.”
–¿En qué otros textos de
Borges detecta esta contradicción esencial entre civilización y barbarie?
–También en un fragmento de “El sur”,
que dice –estoy citando de memoria–: “El almacén, alguna vez, había sido punzó,
pero los años habían mitigado para su bien ese color violento”. Ese pasaje se
entiende conociendo la ideología del unitario Borges, porque es un insulto a
Rosas, ¿no? El punzó es un color violento, es el color de la Mazorca ; es un cuento profundamente
político y conceptual. Juan Dahlmann, cuando sale a la llanura con el cuchillo
“que acaso no sabrá manejar”, en realidad siente un júbilo porque se da cuenta
de que será mejor morir en la llanura, casi como un gaucho matrero, que haber
muerto en la clínica. Aquí también hay una gran contradicción entre la
civilización y la barbarie. En Borges hay una seducción por la barbarie. De
alguna manera es como un reciclaje de Sarmiento, que estaba enamorado de la
barbarie y por algo escribe sobre Facundo y no sobre Rivadavia.
–¿No se puede pensar la
política argentina sin Borges?
–Es evidente que enriquece el
pensamiento político, pero se inspira en Sarmiento... Me animaría a decir que
no se puede pensar la política argentina sin Sarmiento, no sé sin Borges. La
unión de los conceptos de civilización y barbarie en una síntesis totalizadora
que es lo sudamericano –lo bárbaro y lo civilizado juntos– es una de las
contribuciones de Borges. Esto estaba ya en Alberdi, en el tomo quinto de sus
Escritos póstumos, donde habla de la “democracia bárbara”. El problema de la
democracia culta en la
Argentina es que no puede integrar la democracia bárbara y se
obstina en destruirla, cuando la gran tarea de una nación es la integración de
las dos democracias, cosa que todavía no se ha hecho. En el cuento “El otro”,
Borges se encuentra con Borges, un tema típico de él. Y un Borges le cuenta al
otro cómo está el mundo. Y le dice que Rusia está apoderándose del planeta y
que América –por Estados Unidos– no se resuelve a ser un imperio. Ahí está toda
su ideología: un programa de defensa de la cultura occidental ante el avance
del comunismo. El antiperonismo de Borges en realidad era anticomunismo;
trascendía al peronismo. El miedo al peronismo era una estrategia de la Guerra Fría. Se
corría grandes riesgos de que surgieran fuerzas del comunismo, porque el
peronismo estaba basado en las masas. Y las masas, para la derecha macartista,
son muy peligrosas.
Feinmann plantea que la policial de
enigma es “una novela capitalista en la cual el crimen es la alteración del
orden establecido”. “La función del detective es restablecer ese orden, atrapar
al asesino y entregarlo a la policía. Esto es lo que hacen los grandes
detectives de tendencia británica, desde el caballero Dupin, Sherlock Holmes,
Philo Vance, hasta Poirot. Pero ninguno se preocupa por el orden social
–aclara–. En cambio en la policial negra, el orden social es el delictivo. El
detective suele ser enemigo de la policía. La novela negra no es la apología
del orden establecido; al contrario, es un orden corrupto en el cual un
detective no ligado a la policía, sino solitario, alcohólico, triste y final,
como Marlowe, es también parte del mundo corrupto.” Variaciones en rojo,
Operación masacre, ¿Quién mató a Rosendo? están incluidos en el menú de las
clases. Pero hay más. “Me parece que está muy olvidado ‘Un oscuro día de
justicia’, un cuento de Walsh al que se le tiene miedo.”
–¿Por qué se le tiene
miedo?
–Ese cuento es una historia contra los
líderes salvadores; que el pueblo no espere que venga un líder a rescatarlo. En
el cuento se espera que venga el tío Malcolm, el tío de Collins, a salvar a los
pibes internados en un colegio de curas irlandeses. Ahí se nota en Walsh el
afán de escribir muy bien, a lo Borges, pero no copiándolo. Se percibe la
influencia de Borges en la adjetivación y en algunos recursos narrativos. Y
hacia el final, creo que hay una exageración innecesaria al hablar de los
alumnos del internado como el pueblo. El lector ya sabe que los chicos son el
pueblo.
–¿Se podría trazar un
paralelismo entre la espera del tío Malcolm y la espera de Perón?
–Sí, en “Un oscuro día de justicia” la
espera del tío Malcolm es la espera de la vuelta de Perón. Walsh lo escribió en
el ’67, pero lo publicó en el ’73. El texto dice, implícitamente, “va a venir
Perón, pero no crean que nos va a salvar”. “Nos tenemos que salvar nosotros
solos”; el pueblo se tiene que salvar a sí mismo, que era la línea del
ongarismo, del peronismo que se planteaba independiente de la conducción de
Perón. “Un oscuro día de justicia” es un gran cuento que dice lo que tiene que
decir.
–¿Por qué decidió incluir
a Oesterheld en un plano de igualdad con Borges y Walsh?
–La gran originalidad del curso es que
por primera vez Oesterheld está ubicado en la línea de los grandes escritores
argentinos. Me pone muy contento hacerle justicia a Oesterheld, porque era un
inventor de historias maravillosas. Oesterheld fue decisivo no sólo en mi
formación, sino en la de (Roberto) Fontanarrosa, (Juan) Sasturain y (Guillermo)
Saccomanno. Voy a tomar el concepto de “literatura dibujada” de Oscar Massota
para plantear que la historieta es literatura dibujada, pese a que siempre se
la llama historieta –como una versión degradada de la historia–, cómic o tiras
cómicas. Textos como El Eternauta II son una visión hecha desde la
clandestinidad de Oesterheld. Juan Salvo es muy similar a cualquier dirigente
montonero. Cuando tiene que tomar una decisión extrema como salvar a una
población o salvar a su mujer y a su hija, salva a la población. Y permite que
maten a su mujer y a su hija. Este desgarramiento total por la militancia está
muy presente. El dibujante (Francisco) Solano López ya no sabe cómo dibujarlo
porque es tanto lo que Oesterheld pone en el texto; habla de los “ojos abismo”
y dice una frase clave, teniendo en cuenta que la historieta empezó a salir a
fines del ’76: “Esto es mucho peor de lo que imaginábamos”...
Interesante entrevista. Me parece muy esclarecedor lo que dice Feinmann sobre Borges y que se puede aplicar a otros artistas para quienes lo contrario de su mundo , ejerce una gran fascinación.
ResponderEliminarNo olvidemos que nos han impuesto " cucos" en una época, como por ejemplo el comunismo.
MARITA RAGOZZA
Conceptos que ayudan a reflexionar y a leer desde otro lugar los cuentos citados, Carlos Arturo Trinelli
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ResponderEliminarSería por demás interesante asistir a las clases de Feinmann a quien suelo escuchar en canal Encuentro y con su gran nivel pedagógico, hace mucho más por mí que todas las clases de pedagogía a las cuales asistí. Tres escritores diferentes, tres hombres políticos distintos, no enseñados como debió hacerse aún. He leído con mucho interés esta entrevista y la oportunidad de oír a Feinmann, "el bueno", sería de una experiencia fructífera.
Gracias Ester por el acceso a la lectura de Silvina Freira