Buscadores de cualquier parte
Acostado en el banco de piedra. Así lo vi. Y
no solo. Con otros dos. Cada uno en su banco, durmiendo a pata ancha. Igual que
hermanos en camas trillizas de habitación a puro cielo. ¿Para qué mantas y colchón?
Sobre la mesa de piedra, palomas picoteaban un atardecer de pan con mucha miga
entre bolsitas de nylon, dejando huella.
Abandoné el ombú a cuya sombra leía, cuando lo
que empezó como un chisporroteo de verano bienvenido y refrescante, pasó a
gotones pesados que, ensimismada en la lectura, no vi pasar en el cielo de
celeste a marrón. ¡Y qué grato olor el de parque en lluvia!
Nadie corría para escapar del aguacerito más
aspaviento que mojaduras. Llegó oportuno, cual verdadero ritual de fin de año
por el que transitábamos sin prisa. ¡Y si, señor, muy bienvenido! ¿Para qué
duchas, chaparrón bendito no esperado?
Cada quien iba ocupando sitio en el restaurante
de Luki Venga. Es que luego de festejar –y aún cuando no pasaren recolectores
de basura-, los celebrantes de leyes ajenas sacarían los consabidos
desperdicios en bolsitas de nylon, previniendo hogares de tufos innecesarios. De
ahí, que mejor hacerse de un lugar y a no descuidarlo. En noche de Finde, es
como ley sentarse a la mesa.
Más tarde, celebrantes y quién sabe quiénes
irían a dormir sus mezclas y sus monas. Otros, amaneceríamos por allí con
resabio de Finde sabiendo a hiel. Pateando enojos y broncas como tachos, tantos
de nosotros, en cualquier parte por todos lados…idéntica desolación indignada. Tal
vez, intentando conservar un resto de honor o ya qué importa...
Pateando cemento, me resisto a abrir bolsas y descubrir
los manjares de quienes celebraron hasta la mona. Uno de esos quienes otrora también
fui, saliendo tras del brindis, a repartir sidra y sándwiches de miga entre los
que merodeaban los alrededores a la espera de las bolsitas de nylon. Rehaciéndonos,
pataleamos pateando broncas de impotencia…
Y me niego. Es imperioso conservar ese resto
de honor mañana… Cuántos quienes van en
derredor, hurgando interiores de bolsas repletas de mucho de todo lo que no
hizo falta… Todavía no pertenezco a este lugar aunque parezca habitarlo mientras
lo transito… Solo pateo pataleando en mis miserias.
Igual volveré… A ser apenas uno… Uno más. Volveré
a ver…porque dicen que los guardaparques cierran entre rejas las entradas al público,
impidiendo el ingreso de invasores ”¿mal vivientes?”… ¿Por qué no decir
correctamente: ”de los que viven mal sin saber cómo y dónde un vivir mejor?“
Ellos (¿o me incluyo?), los buscadores de vidas que se dilatan en un mundo cada
vez más indecente que los caratula de “…”
Si, claro que estoy volviendo al parque. Pura curiosidad
que ¿matará al gato? Quiero ver qué de los mal viviendo cuando cierran las
puertas de acceso público, sin permitirles llegar a sus bancos de cama a puro
cielo… Pataleando pataleo también buscando, y dónde entonces los tres hermanos
del comienzo… Sólo me acerco para ver… Y si me invitaran a entrar ¿Qué hago?
¿Acepto? ■
Muy bueno el cuento de los "malvivientes" de nuestra sociedad de consumo. Y pensar que en la gran democracia del norte 4 millones de personas quedaron sin casa en la última crisis!...
ResponderEliminarQuedar sin casa puede ser parte de una crisis económica, espiritual,de responsabilidades incumplidas, y tantas más, pero allí están los que mal viven por cualquiera fuere el hecho que a ello los llevó, tan bien descriptos por Elsa, felicitaciones, esos los eternos Miserables de Víctor Hugo, y los actuales miserables,..otros, de nuestro siglo veintiuno. Leyendo el relatouno vive y revive las miserias humanas, las propias. Felicitaciones otra vez Elsa. marta comelli
ResponderEliminarUn hotel abierto en cualquier parte y los mendigos de dios de la miseria ensamblados en tu letra de pan de miga acurrucada en la tristeza de la vil realidad.
ResponderEliminarMe gusto el estilo
Celmiro
El cielo se abre más en los parques, refugio de los excluídos, a los cuales la autora acompaña con sus letras, su sensibilidad y hermoso relato , devolviéndoles dignidad y libertad.
ResponderEliminarGracias, Elsa, por tu voz y mirada humanitaria.
Felicitaciones y saludos.
MARITA RAGOZZA
Muy bueno! Pura metáfora en blanco y negro, si escondrijos. Muchos merodeamos-merodearemos los parques, los que los cierran deben mirar a través de las rejas una vida ajena
ResponderEliminarMuchas gracias a todos por los tiernos comentarios. Navegando con ustedes en Artesanos, me siento muy bien. Abrazo. ElssaJana.
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