Noche oscura en que garúa
Salgo en esta
noche oscura que garúa se acentúa y me moja de a poco.
Qué importa.
Cada tanto es
preciso que el agua fresca me riegue la cara como a los tomates de mi
pseudohuerta.
Ya se empapan los
zapatos sobrevivientes de mi gran vestuario.
Qué importa.
Éso es bueno.
Necesito lavar mis culpas y es mejor empezar desde abajo.
Mi piloto azul
que pide sustituto, no logra que no se saturen de agua helada el sueter que
soporta años y los pantalones que piden otros.
Qué importa.
Es mucha agua y
tengo frío. En el bolsillo debo tener unas monedas... tomo el bondi y regreso a
mi cuarto. No. No tengo monedas. Ni una.
Qué importa.
Me siento en el
umbral de “la Dominguito ”,
mi escuela de cuando era chico, de Echeverría y Trinvirato y espero... ¿qué
espero? A la seño Estela y le pido un caramelo. ¿Y si no está más? espero.
Qué importa.
No hay apuro.
EL OMBÚ
Salgo a caminar. Del conventillo
salgo, del bandoneón del Negro y los gritos de la China.
El ombú espía con verdor profundo
hasta marearme y ya tomé bastante.
Allí estás con las manos que mesan tu
pelo de cobrizos reflejos. Dan brillo a la negrura de la noche oscura.
Sos vos, soy yo. Me mirás, te miro.
La noche nos une, la edad nos separa.
¿Recordarás hoy muchacha lo nuestro
bajo el manto verde del ombú “gomía”?
Yo sí.
Dije, es el final. “Dejé a mi “jermu”
y enfilamos abrazados a nuestra felicidad.
EL
HOMBRE
La tarde declina. Frío inmoral quema las manos gastadas paspadas
en el arrastre de de carretillas cargadas con pesados tablones.
La sirena suena interminable estridente. Ya cesan los ruidos
dantescos en los golpes de las mazas. Lento con pausa cansino, moja su cabeza.
Y la rutina lleva sus pies helados, con llagas y besa la frente
de su niño dormido. Cuatro chapas una lona por
cortina manso, replegado.
Con la respiración entrecortada se entrega sumiso a su destino.
Ya no piensa, sueña. Un día fue hombre. Hoy no sabe de dolores.
Hoy espera simplemente dejar de respirar y en larga fila espera
el plato de comida. Negros rostros desamparados pies arrastrados,
llanto en los ojos, bajos los brazos, en sus despojos. Cunde el horror.
Esta noche tiene miedo
los ojos negros
mojados de agua
salada
y el cuerpo,
chiquito,
indefenso.
Muchos no vuelven...
…quizás algunos...
retumba el aire. . .
Gritos... la bronca excita
el desaliento de las mujeres
cierra la mina no
habrá trabajo
aunque haya
marcha.
la bestia no se detiene …
y lloró.
Hermoso. Pocas palabras, grandes imágenes y muchas historias detrás...
ResponderEliminarRoberto
Una revolución de sensaciones! me encantaron ! Cariños!!!
ResponderEliminarArrollan estos cuentos tan breves y también con cadencia poética.
ResponderEliminarMaravillosos. Felicitaciones, Sonia.
MARITA RAGOZZA