James
Joyce (1882-1941) —Escritor irlandés, nacido en Dublin .
Concurre a la
Nacional University donde se dedica al estudio de varias
lenguas. Se instala en parís y regresa a Irlanda, sobrevive dando clases de
idiomas y escribe quince relatos cortos dedicados a la gente de Dublín,
Dublineses (Dubliners), que apareció finalmente en 1914. La novela
semiautobiográfica Retrato del artista adolescente (Portrait of the Artist as a
Young Man), de sentido profundamente irónico, que empezó a publicarse en 1914
en la revista The Egoist y apareció dos años después en forma de libro en Nueva
York, lo dio a conocer a un público más amplio.Per su consagración literaria completa
sólo le llegó con la publicación de su obra maestra, Ulises (Ulysses, 1922),
novela experimental en la que intentó que cada uno de sus episodios o aventuras
no sólo condicionara, sino también «produjera» su propia técnica literaria:
así, al lado del «flujo de conciencia» (técnica que había usado ya en su novela
anterior), se encuentran capítulos escritos al modo periodístico o incluso
imitando los catecismos. Inversión irónica del Ulises de Homero, la novela
explora meticulosamente cerca de 19 horas en la vida del protagonista, durante
las cuales éste intenta no volver a casa, porque sabe que su mujer le está
siendo infiel
Capítulo 6
("Hades")
Leopold Bloom va
al funeral de su amigo Paddy Dignam. La temática del capítulo es la
muerte.
Mirando al sepulturero, Leopold se pierde en sus pensamientos. El señor Bloom admiró el opulento volumen del vigilante. Todos quieren estar en buenos términos con él. Un tipo decente, John O'Connell, de buena extracción. Llaves: como el anuncio de Keyes: sin miedo de que nadie salga, sin controles de salida. Habeat corpus. Tengo que encargarme de ese anuncio después del funeral. ¿Escribí Ballsbridge en el sobre que usé para disimular cuando ella me descubrió escribiéndole a Marta? Espero que no esté tirado en la oficina de cartas sin reclamo. Estaría mejor afeitado. Barba que ya sale gris. Esa es la primer señal cuando los pelos se vuelven grises y viene el malhumor. Hilos de plata entre el gris. Imaginate ser su mujer. Me pregunto cómo tiene el tino de declararse a una muchacha. Vamos, vivamos en el cementerio. Mostrale eso. Podría emocionarla al principio. Cortejar la muerte… Sombras nocturnas rondando por aquí con todos los muertos desperezándose en los alrededores. Las sombras de las tumbas cuando los camposantos bostezan y Daniel O'Connell debe ser un descendiente supongo quién era quien solía decir decir que era un raro de raza gran católico igual como un gran gigante en la oscuridad. La luz mala. Emanaciones de las tumbas. Quiero mantener su mente fuera de esto, para poder pensar algo. Las mujeres especialmente son tan susceptibles. Uno les cuenta una historia de fantasmas en la cama para hacerlas dormir. ¿Viste un fantasma alguna vez? Bueno, yo sí. Era una noche de boca de lobo. El reloj estaba por dar las doce. Sin embargo besarían dadas las circunstancias adecuadas. Putas en tumbas turcas. Si uno las pesca de jóvenes, pueden aprender cualquier cosa. Uno podría llevarse una joven viuda por acá. A los hombres les gusta eso. Amor entre las tumbas. Romeo. Especias de placer. En el medio de la muerte estamos vivos. Ambos extremos se tocan. Tentando a los pobres muertos. El aroma de bifes a la plancha para los hambrientos royéndoles las entrañas. Ganas de vivificar gente. Molly queriéndolo hacer en la ventana. Igual tiene ocho hijos.
Mirando al sepulturero, Leopold se pierde en sus pensamientos. El señor Bloom admiró el opulento volumen del vigilante. Todos quieren estar en buenos términos con él. Un tipo decente, John O'Connell, de buena extracción. Llaves: como el anuncio de Keyes: sin miedo de que nadie salga, sin controles de salida. Habeat corpus. Tengo que encargarme de ese anuncio después del funeral. ¿Escribí Ballsbridge en el sobre que usé para disimular cuando ella me descubrió escribiéndole a Marta? Espero que no esté tirado en la oficina de cartas sin reclamo. Estaría mejor afeitado. Barba que ya sale gris. Esa es la primer señal cuando los pelos se vuelven grises y viene el malhumor. Hilos de plata entre el gris. Imaginate ser su mujer. Me pregunto cómo tiene el tino de declararse a una muchacha. Vamos, vivamos en el cementerio. Mostrale eso. Podría emocionarla al principio. Cortejar la muerte… Sombras nocturnas rondando por aquí con todos los muertos desperezándose en los alrededores. Las sombras de las tumbas cuando los camposantos bostezan y Daniel O'Connell debe ser un descendiente supongo quién era quien solía decir decir que era un raro de raza gran católico igual como un gran gigante en la oscuridad. La luz mala. Emanaciones de las tumbas. Quiero mantener su mente fuera de esto, para poder pensar algo. Las mujeres especialmente son tan susceptibles. Uno les cuenta una historia de fantasmas en la cama para hacerlas dormir. ¿Viste un fantasma alguna vez? Bueno, yo sí. Era una noche de boca de lobo. El reloj estaba por dar las doce. Sin embargo besarían dadas las circunstancias adecuadas. Putas en tumbas turcas. Si uno las pesca de jóvenes, pueden aprender cualquier cosa. Uno podría llevarse una joven viuda por acá. A los hombres les gusta eso. Amor entre las tumbas. Romeo. Especias de placer. En el medio de la muerte estamos vivos. Ambos extremos se tocan. Tentando a los pobres muertos. El aroma de bifes a la plancha para los hambrientos royéndoles las entrañas. Ganas de vivificar gente. Molly queriéndolo hacer en la ventana. Igual tiene ocho hijos.
Ya ha visto una
buena cantidad de gente ir bajo tierra en su momento, tirados a su alrededor
campo tras campo. Camposantos. Más lugar si se los entierra parados. Sentados o
de rodillas no se podría. ¿Parados? La cabeza podría asomar un día en algún
terremoto con la mano señalando. Todo el campo debe estar panalizado: celdas
oblongas. Y lo mantiene muy prolijo también: corta el pasto y los bordes. El
intendente Gamble llama Monte Jerome a su jardín. Y lo es. Deben ser flores del
sueño. Los cementerios chinos donde crecen tulipanes gigantes producen el mejor
opio, me dijo Mastiansky. Los Jardines Botánicos están ahí mismo. Es la sangre
que se hunde en la tierra la que da nueva vida. La misma idea esos judíos que
dijeron haber matado al niño cristiano. Todo hombre su precio. El grueso
cadáver bien preservado de un caballero, epicúreo, invaluable para un jardín
frutal. Una ganga. Por la carcasa de William Wilkinson, auditor y contador,
recientemente fallecido, tres libras, trece chelines con seis. Agradecido.
Me animo a decir que el suelo engordaría con el abono de cadáveres, huesos, carne, uñas, osarios. Horribles. Se vuelven verdes y rosas, se descomponen. Se pudren rápido en la húmeda tierra. Los flacos viejos son más duros. Luego como ceroso con aspecto de queso. Luego se empieza a poner negro, una melaza que se les rezuma. Luego se secan. Mariposas de la muerte. Claro que las células o lo que sean siguen viviendo. Van cambiando. Viven prácticamente para siempre. Nada para comer se comen ellas mismas.
Pero deben criar un infierno de gusanos. El suelo debe formar remolinos con ellos. Se le arremolina la cabeza a uno. Esas lindas chicas en la playa. El parece bastante contento con esto. Le da una sensación de poder ver a los demás ir bajo tierra primero. Me pregunto cuál es su mirada sobre la vida. Cuenta sus chistes, además: lo pone de lo más feliz. Aquel del boletín. Spurgeon se fue al cielo a las 4 AM esta mañana. Las 11 AM (hora de cerrar). No llegó todavía. Pedro. Los mismos muertos los tipos de alguna manera querrían oír algún chiste o las mujeres saber qué está de moda. Una pera jugosa, o un jugo de frutas para damas, caliente, fuerte y dulce. La humedad, afuera. Hay que reírse a veces así que mejor hacerlo así. Los sepultureros en Hamlet. Muestra el profundo conocimiento del corazón humano. No se anima a contar un chiste de muertos por dos años, al menos. De mortuis nil nisi prius. Primero hay que salir del duelo. Difícil imaginarse su funeral. Parece como un chiste. Leer el propio obituario dicen que uno vive más. Como que da nuevos ímpetus. Un nuevo contrato para vivir.
Me animo a decir que el suelo engordaría con el abono de cadáveres, huesos, carne, uñas, osarios. Horribles. Se vuelven verdes y rosas, se descomponen. Se pudren rápido en la húmeda tierra. Los flacos viejos son más duros. Luego como ceroso con aspecto de queso. Luego se empieza a poner negro, una melaza que se les rezuma. Luego se secan. Mariposas de la muerte. Claro que las células o lo que sean siguen viviendo. Van cambiando. Viven prácticamente para siempre. Nada para comer se comen ellas mismas.
Pero deben criar un infierno de gusanos. El suelo debe formar remolinos con ellos. Se le arremolina la cabeza a uno. Esas lindas chicas en la playa. El parece bastante contento con esto. Le da una sensación de poder ver a los demás ir bajo tierra primero. Me pregunto cuál es su mirada sobre la vida. Cuenta sus chistes, además: lo pone de lo más feliz. Aquel del boletín. Spurgeon se fue al cielo a las 4 AM esta mañana. Las 11 AM (hora de cerrar). No llegó todavía. Pedro. Los mismos muertos los tipos de alguna manera querrían oír algún chiste o las mujeres saber qué está de moda. Una pera jugosa, o un jugo de frutas para damas, caliente, fuerte y dulce. La humedad, afuera. Hay que reírse a veces así que mejor hacerlo así. Los sepultureros en Hamlet. Muestra el profundo conocimiento del corazón humano. No se anima a contar un chiste de muertos por dos años, al menos. De mortuis nil nisi prius. Primero hay que salir del duelo. Difícil imaginarse su funeral. Parece como un chiste. Leer el propio obituario dicen que uno vive más. Como que da nuevos ímpetus. Un nuevo contrato para vivir.
James Joyce,
Ulysses (”Ulises”)
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