miércoles, 10 de octubre de 2012

Entrevista con Antonio Muñoz Molina





"A nadie se le mete en la cabeza que la cultura es sinónimo de prosperidad"

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MARTA CABALLERO | Publicado el 08/10/2012

La Biblioteca Nacional celebra un acto por la donación a la institución del archivo personal del escritor Antonio Muñoz Molina


Gracias a un pequeño documental publicado en un diario digital en 2009, muchos seguidores de Antonio Muñoz Molina se quedaron con la copla del soporte sobre el que el escritor ubetense fue dibujando los apuntes de La noche de los tiempos, su última novela. En el dorso de las invitaciones que recibía para asistir a actos culturales de toda índole, en esas cuartillas tan agradables para deslizar el bolígrafo y que son pasto de papeleras, construyó la historia del arquitecto Ignacio Abel. Hoy esos papeles y otros muchos -cuadernos con notas extraídos de sus lecturas, borradores de otras novelas, hojas preparatorias, recortes de periódicos, poemas inéditos y una obra de teatro de 1974 que nunca vio la luz- pasarán a formar parte del patrimonio de la Biblioteca Nacional, el lugar más idóneo a su juicio para su conservación. La cesión se sellará con un acto hoy en esta institución que, considera el autor de Plenilunio, es el mejor ejemplo de lo que debe ser "lo público", esa cosa tan amenazada hoy. Y sobre ese tema y otros males del presente escribe estos días, en los que ultima un ensayo que titulará Todo lo que era sólido. La frase es del Manifiesto Comunista, pero no deja de recordar a la amenaza constante de inestabilidad que poblaba La noche de los tiempos. "Los europeos necesitamos cobrar conciencia de lo público, de lo que va de la plaza a la biblioteca y al hospital. Son cosas que se vuelven normales y perdemos de vista el valor que tienen", denuncia.

Pregunta.- ¿Cómo se decidió a donar su archivo personal a la Biblioteca?
Respuesta.- Recibí una carta de la directora que había enviado a bastantes escritores pidiendo si podían donar papeles y me pareció una buena idea. Como tengo mucho material, pensé que qué mejor que dárselo a la Biblioteca. Hay cientos de páginas manuscritas de mi primera novela que encontré en casa de mi madre por casualidad, están los cuadernos de Plenilunio, las fotocopias del sumario del crimen en el que me basé para escribirla, los cuadernos de notas de La noche los tiempos...

P.- ¿No va a sentir nostalgia al desprenderse de ellos?
R.- No, me parece bien, no soy muy apegado a las cosas y además soy muy apasionado de lo público, y más en una época como esta en la que lo público está más reducido: Precisamente una institución como la BNE es un ejemplo máximo de los servicios que constituyen lo público. Cuando vas allí y ves a los trabajadores y la calidad de su trabajo, cómo custodian las cosas, es increíble. 

P.- Sus manuscritos tienen fama. Sé que utiliza el dorso de las invitaciones a actos que le llegan para escribir, esas que tienen un tacto tan gustoso.
R.- Esas cosas suelen tirarse y yo siempre pienso, esto me viene bien a mí. Están hechas con papel bueno y el tacto te invita a usarlas. Todos los papeles de los cuadernos preparatorios de La noche de los tiempos estarán en la BNE y también las notas que saqué de los periódicos de los años 30.

P.- Vuelvo a su defensa de lo público... o de lo que va quedando de ello. ¿Cómo ve el aluvión de recortes, la desaparición de instituciones, festivales...?
R.- Tenemos que tener una conciencia muy clara de que esta es una época de reducir y de ahorrar en muchas cosas y en la que lo que tenemos que salvar son otras cosas fundamentales, porque esa es la diferencia del modo de vida europeo en el que hemos querido estar. Yo he vivido una parte de mi vida en Estados Unidos y sé perfectamente lo que es estar en un país en el que todo es privado. Los europeos necesitamos cobrar conciencia de lo público, de lo que va de la plaza a la biblioteca y al hospital. Son cosas que se vuelven normales y perdemos de vista el valor que tienen. Me escandaliza que se reduzca todo eso. De todas formas, no me gusta ser pesimista, hay que denunciar los desastres pero no convertirse en un desastre uno. Hay que poner los cinco sentidos en lo que tenemos que hacer, ser los primeros en respetar lo que tenemos, porque hay cosas que no se pueden perder. Sin ellas se perdería el sistema democrático. 

P.- Una de las instituciones que padecen graves recortes ahora es el Cervantes, cuyo centro de Nueva York dirigió usted. La marca España de pronto parece que no importa tanto y las noticias auguran el cierre de algunas sedes. ¿Qué piensa?
R.- Una de las cosas fundamentales que tenía que hacerse ahora es la promoción internacional y el Cervantes es una institución clave en este sentido. Si se recorta ahí, el país se verá afectado porque la mala imagen en el exterior afecta a los negocios y a la economía. A nadie se le mete en la cabeza que la cultura es sinónimo de prosperidad. Lo del Cervantes es una cosa que te saca de quicio, era una de las pocas instituciones a salvo del partidismo. En fin, habrá que resistir. 

P.- ¿Qué está escribiendo estos días?
R.- Estoy con un ensayo precisamente sobre todo esto que está pasando. Saldrá en febrero y es un intento de contar lo que he visto y de explicarme qué ha pasado. 

P.- ¿Y lo ha conseguido? ¿Cómo lo titulará? 
R.- No, no lo he conseguido. Se titulará Todo lo que era sólido, es una frase del Manifiesto Comunista de Marx en relación a lo que está sucediendo. No soy optimista ni pesimista, la historia me enseña que las cosas pueden ir a mejor o a peor. Está en las manos de la gente y de las personas que tienen responsabilidades. Aquí se han hecho cosas muy bien y muy mal y hay que aprender de los aciertos y de los errores. 

P.- ¿Y novela no escribe?
R.- Tengo alguna cosa pero lo dejé en suspenso precisamente por estos sobresaltos. 

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