Muerto De Celos
Muerto:
Llegué al país de los muertos en pijama, por supuesto, estaba muerto. Me
recibieron otros muertos y me hicieron pasar a un salón de dimensiones
imposibles de estimar. Un cartel indicaba: “Aduana Muerta-Sección Naturales”.
Una muerta me entregó un instructivo y un cuadernillo manuscrito en letra de
imprenta. A mi alrededor decenas de fallecidos leían entretenidos los papeles.
De las instrucciones entendí que debíamos aguardar allí la confirmación de
nuestra muerte. A poco de estar comprobé que la precaución era sensata, algunos
recién llegados desaparecían o se evaporaban de la vista y el instructivo
aseguraba que se debía a las modernas técnicas de resucitación.
No fue mi caso. Sin embargo, al presenciar lo que sucedía tuve un hálito
de esperanza en regresar pero había muerto mientras dormía y hasta la mañana no
se darían cuenta. Me resigné con una sonrisa al pensar en el susto de mi
esposa.
Comencé a estudiar la cartilla. El país de los muertos estaba dividido
en regiones que se correspondían con las causas de muerte, natural, accidentes,
enfermedad, suicidio, asesinatos, ejecuciones. Cada una de estas regiones
estaba a su vez dividida por idiomas. Existía también la isla de las mascotas
muertas donde un muerto podía acceder a adoptar una. También se podía adoptar
hasta una criatura muerta dentro del continente.
Bajo un título de Generalidades
se enumeraban temas variados:
-Los muertos no practican tener sexo
porque están muertos.
.Las actividades a desarrollar son de
índole cultural, artesanal o deportivas (aquí se hacía mención al mundial de
fútbol muerto y se aconsejaba practicar natación en el mar gris que separa el
continente de la isla de las mascotas muertas ¿la razón? Muy simple, los
muertos no pueden ahogarse porque están muertos).
-El clima en el país de los muertos es
frío por naturaleza.
-No existe noche en el país de los muertos.
No se duerme. Los muertos llevan consigo el sueño eterno.
-Está penado hacerse fantasma.
-Pueden buscarse conocidos o parientes
en la región.
-Todos seremos siempre como somos ahora.
-Para asistir al día del Juicio Final
hay que anotarse, una vez hecho esto no se puede desistir. (Por las dudas me
reservé el pensarlo)
- Hay que disponerse a la eternidad lo
que no significa aburrimiento.
Las reglas fueron redactadas por El Muerte y La Muerte seres divinos e
inaccesibles como el Dios de los vivos.
La cartilla cerraba con una máxima del año 1975: “Para un muerto no hay
nada mejor que otro muerto.”
Entregué la cartilla junto con otros novatos y nos abrieron la puerta a
nuestra región.
Lo que vi no estaba mal a pesar de estar todo muerto, árboles secos,
tierra yerma y una meseta poblada por gente muerta y amistosa.
Enseguida aprendí los tics
culturales de mi región. Comencé a deambular con una muerta simpática que había
adoptado una niña muerta. Ninguna sabía el por qué había muerto. Yo tampoco
pero tenía la idea de que me había fallado el corazón.
Vivir en una región no implica no tener relación con algún muerto de
otra de las regiones. Para el caso ayudan las competencias deportivas. Así, en
una visita de nuestro seleccionado de fútbol muerto a la región de los
asesinados fue que conocí a Ivana, una estrangulada. Simpatizamos con esa
intrascendencia común a nuestro estado y entablamos una relación. Nos
buscábamos en cada evento y así estuviéramos en silencio cada uno disfrutaba del
otro. Una vez (aquí no hay días) me confesó su intención de hacerse fantasma y
poder fastidiar a su victimario. Me propuso que la acompañe, me excusé,
prefería mi muerte tal como era con su devenir entre laxo y casual. No volví a
verla.
Distinto ocurre con Darío, un muerto de la región de los enfermos. Entre
nosotros existe un vínculo eterno. Darío asegura que lo lindo de estar muerto
es haber conservado la memoria que le permite tener a su amado con él para
siempre.
De a poco olvidé el placer del sexo así como la cata de vinos o la
ingesta de asados. Me adapté a las pláticas y compañía de la gente muerta, a
las bromas sobre nuestro estado, a no trabajar, a la muerte al aire libre. Es
decir, me integré al país de los muertos con una gran paz pero la eternidad es
testigo de que jamás dejé de valorar lo hermoso que fue la vida.
De:
Daniel acercó el caballete, en el que se afirmaba el cuadro, a la cama
en que yacía Darío. El enfermo se incorporó a medias y el esfuerzo lo hizo
resoplar. Era un domingo gris de invierno que sucedía afuera y obligaba a
mantener la luz prendida dentro de la habitación. A su influjo la figura de
Darío empalidecía como el día y Daniel debía hacer un esfuerzo por retener la
congoja.
Se sentó a su lado en la cama y lo tomó del hombro, lo besó en la boca y
sintió que Darío, frágil como un ave con las alas rotas, se desvanecía en sus
labios.
Lo abrazó y le dijo:-Ahora vas a ver lo que pinté para vos ¿estás listo?
Darío afirmó con la cabeza y los ojos sin brillo alumbraron unas
lágrimas. Daniel se incorporó y parado tras el cuadro quitó el trapo que lo
cubría. Darío se quebró en un sollozo sordo.
El cuadro representaba una noche en el mar. Dos estrellas encerraban
cada una la letra D que, pintadas de dorado,
iluminaban en la playa oscura las siluetas de dos hombres abrazados.
Darío extendió los brazos y Daniel desmontó el cuadro y se lo puso en
las manos.
Darío acarició las letras D y en un
susurro dijo:-Somos nosotros.
Daniel en un intento por disimular la emoción agregó:- No te lo creas,
una D corresponde al número romano 500 y la otra D es el símbolo químico del
deuterio ¿no sos químico vos? ¿Cómo no te diste cuenta?
Darío hizo la mueca de la risa y le devolvió el cuadro. Daniel volvió a
sentarse en la cama y el enfermo descansó la cabeza en su pecho. Se quedaron
así con el cuadro como testigo. Las letras D refulgían sus dorados hasta que
solo Daniel pudo verlas.
Celos:
En la casa de Ivana hay un fantasma que comparte con ella y la familia la
vida hogareña.
Es un fantasma bromista, anda en sábana, arrastra cadenas y se queja en
varios tonos. Estas bromas las pone en práctica en ocasión de visitas.
Tal vez por una cuestión de edad (los fantasmas son siempre más antiguos
que nosotros o al menos lo son en el arte de estar muertos) se fastidia si sus
bromas no surten el efecto que desea, el miedo, entonces pone en práctica
trucos más refinados, encender la televisión, el centro musical o transportar
objetos por el aire.
Ivana es en extremo una mujer dulce y todo lo festeja. Yo soy el novio
de Ivana y estoy enamorado, acepto al fantasma, no sé si él lo hace conmigo o
si ha percibido el sentimiento de celos que esa comunión de Ivana con lo
irracional me provoca. El famoso fantasma de los celos. El fantasma del
tormento.
Quizá por ello es que estrangulé a Ivana. Ahora es su fantasma el que me
acompaña y está bien. Lo único que me aflige es que se trajo con ella al viejo alborotador
de su casa familiar. ■
Impecable, creativo, buenísimo el formato y las pausas, ni de más ni de menos. Genio Trinelli, me encantó
ResponderEliminarAbrazo tehuelche
Me parece que extrañaba este estilo. Me gustaron los muertos, los DD y especialmente los fantasmas , lástima que el OTRO fantasma los siguió. Un saludo afectuoso. amelia
ResponderEliminarPensar en la muerte y en la eternidad, como si fuera un devenir, un continuom.Curioso y original relato. Muy original.
ResponderEliminarGraciela U.
Estoy segura que ya en el otro mundo (como diría Chabela Vargas), Trinelli va a andar observando y participando por los distintos barrios muertos, adoptará la personalidad acorde con la circunstancia, sin perder la memoria de los días en que era un rioplatense vivo. En su lenguaje se revela algunas joyitas que extrae del país donde vivió este protagonista y las adapta:"Para un muerto no hay nada mejor que otro muerto" (sin palabras),el delirio por la mascota propia,El Muerte y La Muerte (reivindicación de género), Darío Y Daniel (no más prejuicios respecto de la sexualidad)Y sí, el país de Trinelli ha evolucionado un poco y parece que tiene esperanzas que en el más allá ocurra lo mismo.
ResponderEliminarCristina Pailos
A mi me gustó toda la idea, una especie de re-elaboración del infierno dantesco, ya que es como volver al subte de las horas pico, otra vez, pera ya muerto... En fin, más vale estar vivito y coleando que soñar con más alláes trinellescos.
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