trato
sostenido
Estuvieron hasta la
noche afirmando todos ser tierra…
y navegaron hacia
el Sudeste hasta conocer que lo
que decían tierra
no lo era SINO CIELO.
Del diario de Cristóbal Colón
Del diario de Cristóbal Colón
Es una de esas madrugadas en que ella no viene
a escribir conmigo. Estoy mucho más tranquila.
Me encanta escribir sola. (Ella tiene esa cara
de lavandina o de objeto limpio sin imperfecciones que tanto me molesta.)
- ¿Corregiste lo de ayer?
- No
- ¿Y para qué me llamaste?
- Yo no te llamo, como un fantasma de mi vos venís sin anunciarte, tu único aviso es el timbre que oigo en mi cabeza y te abro la puerta y entras como si hubieras dormido aquí.
- Dame lo de ayer, la parte en la que estabas en Retiro sentada en la escalera.
- Esa no la quiero corregir hoy, estoy escribiendo otra cosa.
- ¿Qué estás escribiendo?
- Sobre la muerte de un amigo, amiga, qué se yo, sobre alguien que se quiso mucho o te quiso mucho. Que fácil te es confundirme.
Ya no me contestó y se puso a trabajar.
Todo de nuevo.
Afuera el sol hacía luz en una mañana perezosa, sin apuro. Delineando las formas con absoluta claridad ostentando que con eso bastaba. Dirigió los ojos hacia el suelo y vio nítida la sombra de una de las puntas del techo. Y la vio pasar en pleno día -peligroso verlas de día- con la elegancia de un gato. Pasos cortitos, la cabeza contra las tejas en el perfil que a pesar de ser sabido no se distinguía. No le vio la largura de su cola, el vuelo de una paloma alborotada se llevó sus ojos hacia lo más alto de un árbol.
Voy a repasar - dijo- eso de un gato sobre un tejado de cinc caliente. No es lo mismo una rata sobre las tejas, vista desde su sombra..
Hay una orilla del mar dónde ella tira las palabras y yo espero. Sé que vuelven otra vez las que más amé.
Yo no quiero este trato. Ella corrige y yo escribo. Por eso no la quiero ni lo quiero.
Mercedes Sáenz
- ¿Corregiste lo de ayer?
- No
- ¿Y para qué me llamaste?
- Yo no te llamo, como un fantasma de mi vos venís sin anunciarte, tu único aviso es el timbre que oigo en mi cabeza y te abro la puerta y entras como si hubieras dormido aquí.
- Dame lo de ayer, la parte en la que estabas en Retiro sentada en la escalera.
- Esa no la quiero corregir hoy, estoy escribiendo otra cosa.
- ¿Qué estás escribiendo?
- Sobre la muerte de un amigo, amiga, qué se yo, sobre alguien que se quiso mucho o te quiso mucho. Que fácil te es confundirme.
Ya no me contestó y se puso a trabajar.
Todo de nuevo.
Afuera el sol hacía luz en una mañana perezosa, sin apuro. Delineando las formas con absoluta claridad ostentando que con eso bastaba. Dirigió los ojos hacia el suelo y vio nítida la sombra de una de las puntas del techo. Y la vio pasar en pleno día -peligroso verlas de día- con la elegancia de un gato. Pasos cortitos, la cabeza contra las tejas en el perfil que a pesar de ser sabido no se distinguía. No le vio la largura de su cola, el vuelo de una paloma alborotada se llevó sus ojos hacia lo más alto de un árbol.
Voy a repasar - dijo- eso de un gato sobre un tejado de cinc caliente. No es lo mismo una rata sobre las tejas, vista desde su sombra..
Hay una orilla del mar dónde ella tira las palabras y yo espero. Sé que vuelven otra vez las que más amé.
Yo no quiero este trato. Ella corrige y yo escribo. Por eso no la quiero ni lo quiero.
Mercedes Sáenz
tan vos, merci, imposible la indiferencia. un abracito. susana zazzetti.
ResponderEliminarComo siempre la calidad y la calidez de un juego ambiguo que respeta al lector y su placer por la lectura, saludos, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarMe gustan tus decires, sinceramente.
ResponderEliminarCristina W.
Si , Merci las palabras vuelven y llegan a nosotros, para deleitarnos , para conmovernos.
ResponderEliminarUn abrazo .
amelia
Los neologismos de tu prosa, Merce, son tan personales, que escapan a una palabra solitaria y, contrario sensu, abarca a casi todos tus escritos y al escrito per se.
ResponderEliminarImposible pasar de largo. Plácemes como siempre,
andrés
Muchas gracias por la publicación y muchas gracias por los comentarios. A veces la simple palabra no alcanza.
ResponderEliminarDos veces muchas gracias. El comentario se vuela, no sé si esta vez quedará. Tal vez mañana
Un fuerte abrazo
Mercedes
Una elaboración impecable, el placer de leer una y otra vez frases que se saborean, gracias.
ResponderEliminarSe percibe una claridad que penetra suave, una preciosa pintura sobre un gato, y el inmenso mar donde se arrojan las palabras, que siempre llegan a la costa de mi corazón.
ResponderEliminarQue " ella" siga escribiendo.
Gracias Merci por sugestiones.
Cariños.
MARITA RAGOZZA