Ernesto Ramírez |
impurezas urbanas
IX
se excita el charco
la piel transparente se le deforma
se encrespa y muta
acribillada sin piedad
por los mismos picotones
que aumentan su carne líquida,
crece el charco
inexorable se extiende
cobra adultez y abarca más
más acera, más calle, más ciudad
alimentado a materia madre
se hace mar diagramado
humectada sabana donde cunde
presuroso y masificado
el hormiguero
y sus frenéticas soledades mundanas,
es llanto el charco
rastrera lágrima gris
de ese cielo sin consuelo
ignorado por el trajín compulsivo
del rebaño urbano
que insaciable
e insensible
-todo
ímpetu, todo codicia-
no tiene tiempo para disfrutar
siquiera
de una tarde de lluvia.
XI
hay tardes en la ciudad
que tardan demasiado en arrastrar el
día
y el día henchido de tiempo pesa
su peso lastra la vida
arrinconándola por los bares
en alguna mesa apartada
donde se diluya algo
el vocingleo erudito del animal
-erectus depredador genuflexo-
que lo invade todo con su ser
transgénico
sus alter egos tecnológicos
y las obcecadas urgencias dictadas
por el ombligo,
de ese sujeto de verdades absolutas
feroz condenador
sólo absolutorio de sí mismo.
entonces la tarde resuelve lavar el
día
antes de hacerlo pretérito
quitarle las impurezas de ciudad
adheridas a las horas
con el agua mansa de una llovizna
pronto la acera se cubre de
murciélagos
sobrevolando las cabezas
y la noche se trepa a los cristales
lacrimosos
mientras el alcohol amortigua el
pecho
y el humo enturbia soledades
y los que nada tienen
con desazón observan
la estrepitosa absurda prisa
de aquellos
que todo lo quieren.
XIII
la lluvia ha cesado
replegó su artillería de agujas
líquidas
y nuevamente en la avenida
sobre las aceras asaltadas de
inquietud
ocupa su puesto de combate
una avanzada de gladiadores del
infortunio
de manos cóncavas o pequeñas vasijas
hambrientas,
junto a la iglesia uno sobresale
canijo joroba reluciente y pierna y
media
hace cuestión en exhibir
la rótula trunca y la giba roma
su vasija está mojada aunque seca
su suerte de cuerpo libre, su alma
presa
su descaro aumenta la prisa de los
transeúntes
distraídamente les acelera
sólo uno que otro le observa
sólo uno de muchos deposita su
placebo ambivalente,
desde lo alto el campanario vocifera
otra hora
siglo tras siglo
su voz de bronce sostiene
la cruz sorda y vacía.
XV
al cruzar la calle
se me acercó
andaba como una modelo anoréxica
paso cambiado
y la alegría al ras de su abandono
marchita entre los muslos
y sus ojos
secos de hacerlo
pedían
y no entendía que secos
andamos en la ciudad de lo que le
urgía
no fui la excepción
como el resto llevaba prisa
le ordené alejarse
aun así sentí que seguía mirándome
incluso después de la frenada
y el golpe seco
tan seco
como los pistones
que bombean tanta prisa.
XVII
una mañana la niña
al espejo
desnuda se entrega
sonriente advierte limones
y medio oculta
su fresa ferviente
piensa…
ya soy fruto apetecible
mi futuro depende
de un ojo avizor
y de un buen fotógrafo
de una pasarela
con su jauría babeante
batiendo palmas de rijosidad
un desnudo en portada
y unos cuantos paparazzi
-ladillas de la pelvis mediática-
de una sonrisa incitante
-húmeda acción de mis labios -
y un productor jadeante
-coerción de mis labios húmedos-
luego sólo resta deslumbrar
cabalgando el orbe
a horcajadas…
sobre el miembro de la fama.
: : :
Duros e impactantes los versos son la realidad narrada con la sensibilidad de un gran artista, saludos, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarTan duros como pueden ser los hechos de la vida que no transcurren en un lecho de rosas...
ResponderEliminarAndrés
Poemas para traducir ... e imitar y poner en prÁctica las denuncias.
ResponderEliminarUna maravilla.
amelia arellano