MERCI SÁENZ |
Mercedes Sáenz
Estar
El cuerpo se mueve
sigiloso por las habitaciones conocidas, parece que el cuerpo no pesara,
atravesando cada espacio del aire como si fuera nadando debajo del agua, las
voces que desde hace años acompañan, se escuchan con algo de un lejos, como si
no hubieran estado con uno toda la vida.
Gira todo en torno
a lo que debe hacerse, poco más, poco menos, que ni suman ni restan, porque es
como si nadie las hubiera hecho.
Uno quisiera
volverse invisible, o haber nacido invisible, para que nadie note su ausencia.
Para no lastimar a quienes pretenden vernos atravesar la puerta.
Leyes físicas que
no pueden romperse, tal vez sólo en un verso, o en algún sueño.
Es que se ha
muerto, aunque camine al lado mío, el hombre que amé toda mi vida. Sus ojos
miran cosa que yo no encuentro. Sus manos tocan, ya ni siquiera sé, qué parte
de mi cuerpo. Porque es como si a mi no me tocara, lo recorre tal vez para ver
como se recupera un terreno perdido.
Se ha olvidado de
mi, de mi cabeza, de ese corazón de disparate que pongo en todo lo conocido. Se
ha olvidado de entenderme y no sé si fui yo quién primero, olvidé o fui
perdiendo, las cosas que lo hacían feliz en este raro camino.
Y he de estar,
porque estoy, porque aunque haya muerto en mi, o el con una espada me haya
matado de a poco con sus silencios. Y he de estar, porque igual, camina al lado
mio.
Pero el alma
cuando quiere, es la peor tirana de uno mismo, se fue hacia lugares
desconocidos, se colgó de las estrellas y del viento, se cruzó con palabras que,
además de amor, tenían sonido. Tenían sentido.
Se acordó de
otros tiempos, en dónde el abrazo era su mejor amigo
Y ahora no sabe
donde pararse, no hay escondites, ni recovecos .Todo está en el mundo,
como si nada hubiera muerto.
Y viene quién la
rescata, montado en algún recuerdo y se despierta el alma y el corazón en
espejo.
Y se llena de un
amor que ya no es para el hombre muerto, tampoco le da sepultura,
porque además de estar vivo, está triste y cansado y no sabe, si él quiso
morirse primero. Y por no lastimarme, se quedó conmigo.
Ella que soy yo,
ya no sabe si es tarde, porque no es dueña de sus sentimientos.
Quiso tanto al
hombre que ahora parece muerto…
Y ella, que soy yo,
levantó las alas para volar tan lejos, por un amor tan grande que le llena el
pecho. Por un amor de un abrazo, de dos palabras, que no tienen nombre ni
apellido.
Y yo que soy ella,
en una ilusión me recuesto, me acurruco como un gato de versos y terciopelo. ■
Merci Sáenz
...
ResponderEliminarEl placer de la lectura en una prosa que por momentos es poesía que no acepta y se afecta pero que transa y concede como todo canto al amor, Carlos Arturo Trinelli
ResponderEliminarMerci.¡Tanto que no te leía! Y vuelvo a tener el mismo o quizás mayor placer. Hermoso, tierno, cruel, con dolor, con pasión mesurada, ah, esa mesura tuya. Muy bonito.
ResponderEliminarUn abrazo, el de siempre, hermana.
Sonia
Estar... en esa prosa que reúne poesía, nostalgia,aflicción, memoria y todo en una alusión de amor quebrado que la pluma de Merci ha enhebrado con esa escritura tan suya... como palabras que se van deslizando por un prado cubierto por el rocío de la mañana.
ResponderEliminarSuave y melancólica prosa que se desliza como un roce sobre el terciopelo y nos eriza hasta lo más profundo del alma.
ResponderEliminarFelicitaciones
Hace unos días que no entraba a Internet. Muchas, muchas gracias Andrés por la publicación.Un abrazo para vos y para Ester
ResponderEliminarMuchísimas gracias por los comentarios, son muy generosos.
Un abrazo enorme y redondo a todos, en especial a Sonia a quién le he mandado hace tiempo unos mails y no sé si los recibió. Tal vez los tengo mal.
Al Pat que es CAT mi enorme abrazo de india sureña y a Celmiro mi admiración y cariño, intactos desde siempre.
El primer comentario no lo contesto porque no lo entiendo.
Muchas gracias de nuevo
Merci